La leve luz radiante tocó mi rostro mientras observaba lo eterno del techo blanco, y de repente lo sentí,  finamente el estro ha llegado, anunciando el final de mi tristeza… Como si despertara de un mal sueño.

Los destellos, aclaran las partes escondidas de mis ojos, las ideas se acumulan y salen por todos lados como agua en la fuente, mis allegados y más íntimos deseos comenzaron a arder en mi vientre, me levanté como el sol en la mañana y las palabras fluían sin dejar atrás las opciones de las mismas. 

La intensidad me hizo amar la vida como nunca, en esencia, pletórica de aquello que se había ocultado bajo las cenizas y había perdido la esperanza de volverla a encontrar en aquella ciudad destruida. El cielo estaba oscuro por la acrimonia, mi cielo estaba en llamas…

Veo como construye mi mundo  dándole fin a mi sufrimiento. 


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