A todos nos gustaría que siempre se nos den respuestas a nuestras preguntas. Quisiéramos tener más certezas que dudas, pero frecuentemente la vida nos demuestra que con el paso del tiempo desaparecen las dudas o dejan de importar las respuestas.
Alguna vez hemos enviado un último mensaje sin respuesta. Esto nos dejó confundidos y devastados preguntándonos “por qué”. Muchas veces fuimos nosotros los que decidimos responder sin responder, dejando que la indiferencia diga todas las palabras que nosotros no pudimos. Seguimos hacia adelante, simplemente porque ya no veíamos más razones para seguir emitiendo respuestas.
Nuestra mente más de una vez intentó conformar historias imaginarias en donde se resuelven todas nuestras dudas para dejarnos más tranquilos, aunque tengamos en claro que esa no es la verdad.
Supongo que todos tienen sus razones para no responder. No siempre tenemos las palabras para dar una respuesta o, por el contrario, fueron tantas las explicaciones que dimos que no sentimos que quede algo más por decir.
Si me preguntan, soy partidaria de siempre dar una última respuesta. Es un calvario el inventarle un final a lo que no tuvo cierres, pero también he estado desde el lado de quien no siente que tenga que responder algo más, que ya no hay nada más por decir o explicar.
Me gustaría cerrar diciendo que siempre sigan a sus impulsos. No importa si tu último mensaje no tiene respuesta, si esa confesión que hiciste o ese descargo no tienen los resultados que esperabas. No hay nada más pacífico en esta vida que irte a dormir sabiendo que lo intentaste todo, que sacaste todas esas cosas que te carcomían el alma. Que dijiste todo lo que tenías por decir, incluso si el otro no lo lee jamás, vos ya lo soltaste al viento para que se esfume con el paso del tiempo.
Como dije al inicio, los silencios también son una respuesta, tal vez no la que queríamos, pero si la que tenía que ser. Al final, sólo podemos decidir lo que nosotros queremos transmitir y que palabras ya nos hacen tanto ruido en el alma que las tenemos que gritar, pero lo que haga el resto con eso ya no depende de nosotros.
Que siempre los guíe su intuición. La vida es hoy.
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