Soñé, soñé alejarme del maná de inquietudes y medias verdades;
reposar, unirme y fundirme con la ciudad,
compartir su asfixiante soledad anónima.

Fracasé con toda la rotundidad de la palabra. Sediento de riesgos futuros,
de angustias de mercadillo y de sobreanalizarse frente a un espejo roto. ¡Póngame otra!

Dejadme mirar por las grietas de la rutina.



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