¿Se han preguntado si el cuerpo ama igual que el alma? Si somos dominados por la carne y si en realidad el alma no domina sobre el cuerpo. Yo sí, mucho en realidad. Si pensamos por un momento, mi definición de cuerpo para mí es un lugar sagrado, un templo que debe ser guardado, que no debe ser profanado ni expuesto a violencias mordaces.
Cuando pienso si el cuerpo es o no malo, recuerdo que no lo es. El cuerpo es el hogar del alma. Una alma no puede coexistir sin un cuerpo y un cuerpo sin alma tampoco. Pero entonces, a medida que creces, te das cuenta de que tu cuerpo puede parecer un villano porque no siempre hace caso a lo que dice tu alma. Al experimentar el amor, nuestro cuerpo reacciona con emociones y sensaciones físicas que a veces no captamos plenamente con el alma. Entonces, ¿es posible que el amor se sienta y se exprese de manera diferente en el cuerpo en comparación con el alma?
Quizás en esta era leemos, vemos y tenemos una comprensión de lo que es el amor, una definición maravillosa, ¿verdad? En mi concepción, como ya lo he escuchado, el amor tiene muchas cualidades, espectros y diferencias. Pero una de ellas es la generalización. Vemos el amor con mucha naturalidad; usamos la palabra «amor» en muchas oraciones muchas veces al día, con tantas cosas que puedas imaginar. Una amiga le dice a otra: «¡Te amo!» Una hija le implora a su madre que le compre el jeans que ama, diciendo: «Es que lo amo.»
Una persona con la que sales también se le dice: «Te amo.» Hay que repensar muy bien si la frase «te amo» no significa «gracias», porque se está usando para casi todo, ya sea dirigido a una persona, un objeto o un animal.
Pero, ¿Qué tal si juntamos el cuerpo y el alma amando? Suena raro, casi extraño. ¿Se puede amar desde nuestra alma? Pues claro que sí, me contradigo. Solo que es un amor diferente, un amor ágape que, no importa cuántos años lleves amando a alguien, nunca superará al amor ágape. Es el amor de Dios a la raza humana, es sobrenatural, profundo y, lo mejor, sincero. No puedes explicar ni describir cómo se siente, cómo puede llenar cualquier vacío que tengas y hacerte creer, a través del Espíritu Santo, la verdad de que has sido amado desde el nacimiento por alguien que vio en ti potencial y puede ayudarte no importa cómo estés. Consideremos a una madre que cuida a su hijo durante una enfermedad grave. Su amor por su hijo es incondicional, sin importar el esfuerzo o el sacrificio que requiera. Este tipo de amor, que va más allá de las circunstancias y expectativas, puede compararse con el amor ágape. En contraste, el amor que sientes por un objeto material, como un par de jeans, es mucho menos profundo y duradero.
Sin duda, cuerpo y alma sienten este tipo de amor. Entonces, ¿Cómo puede un joven vivir en una era donde el amor está siendo tratado como un estasis y no como la expresión de convertirse en uno solo en obediencia a Dios? Mi respuesta es: para superar y avanzar paso a paso, empecemos una vida íntegra y llena del amor ágape de Dios. Reconocer a Dios es el mejor amor que podrás encontrar en esta tierra. No entenderás cómo ni cuándo te sentiste amado por alguien que no ves, pero que sientes en tu corazón. Ahora, tu alma y cuerpo en unidad pueden amar a Dios y sentirse amados por Él.
Para eso es necesario despojarse de la culpa, que es el peor sentimiento, pues te habla a la mente diciéndote que no eres digno. Pero si Dios te llama su hijo y te redime con amor eterno, ¿Quiénes somos para no querer un poco de su amor que nos sostiene?
Recuerda que no hay amor más grande que el amor de Dios por ti, por mí y por todos los humanos. Así que, si algún día te sientes mal porque piensas que nadie te ama, te presento al Príncipe de Paz, quien te ha amado desde que estabas en el vientre de tu madre.
Esto es solo una pequeña reflexión luego de escuchar una predica de Billy Graham.
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