El cumpleaños del ángel

El cumpleaños del ángel

Walter Mega

26/08/2024

El cumpleaños del ángel

Hoy cumplo 9 años, mi madre no es feliz, mi padre no está, y mis hermanos creo que ni se acuerdan.

Hoy me hice dos trencitas, y me até unas cintitas de color rojo en las puntas, hoy quiero estar linda.

Desperté temprano, tengo hambre, ese hambre que viene del fin de semana, pero sé que hasta llegar a la escuela no voy a desayunar. Son las siete de la mañana, recién entro a las ocho y desayunamos a las nueve, y aunque cuesta, me estoy acostumbrado.

Mi mamá no es feliz, y duerme; la despertaría si no fuera por ese malhumor con que se despierta cuando es muy temprano, no me ve irme a la escuela desde hace mucho y tampoco está cuando llego.

Sé que anoche vino uno de esos señores que se quedan hasta tarde, y tomó mucho vino. Yo le pedí que no tomara más, pero muchas veces, o no me escucha, o no me entiende.

Son las siete y media, y ya estoy cambiada, me puse mis más lindas medias, esas que tienen florcitas bordadas a la altura del tobillo, el guardapolvos no está limpio, pero me queda bien, le paso las manos, como queriendo estirarlo logrando apenas mi cometido.

Mi hermanito, Juan, se despierta, y tiene hambre, lo sé porque llora. Tomo la mamadera y la lleno de agua, le gusta el agua, pues cuando tiene hambre, toma mucho. Lo cargo, le doy la mamadera, y a pesar de que cuesta convencerlo, termina tomando, y toma todo, hasta terminarla. Luego me mira, y su mirada me roba la primer sonrisa del día, mi hermano es hermoso, lo acuesto y se queda jugando.

Me veo linda, tengo la cara y las manos limpias, y ya llega la hora de ir a la escuela. Mi mama duerme, y no me despide.

Llevo mi cuaderno, mi lápiz negro y una goma.

Camino, por las calles de tierra que me acompañan todas las mañanas, cuido mis medias, pues son las mas lindas que tengo, y quiero que al llegar a la escuela, todos me vean reluciente, pues es mi cumpleaños.

A medida que camino, el hambre es más grande, tengo dolor de panza, pero sé que luego de tomar el mate cocido con leche, y las galletas que me dan para el desayuno, se me pasará; todos los lunes es igual.

Tengo tanta mala suerte que me caigo, no es que hubiera tropezado, sino que por un momento perdí el equilibrio, siempre me pasa, las medias se me manchan con el barro de un charco, y me pongo muy triste, aunque no lloro.

A medida que llego a la escuela, veo extrañada que los chicos con los que me encuentro todos los días, no van por el mismo camino, ¿Será muy temprano?, me pregunto.

Al llegar veo la puerta cerrada, y en ella pegado un cartel que dice:

“Cerrado por Desinfección”

Me pongo a llorar, no quiero hacerlo, pero no puedo contener las lágrimas.

  • Tengo hambre – Le digo a la puerta que no me contesta.

Me siento en el escalón, estoy aturdida, me duele la panza, y no se si pasará, pues hoy es lunes, y no desayunaré.

  • Tengo hambre – Digo.

No es que quiera que alguien me escuche, sé que no me escuchará nadie, pues no hay nadie cerca, pero no me salen otras palabras.

Tengo miedo, si la escuela está cerrada tampoco almorzaré; me siento muy mal.

Me aprieto la panza con las manos, pues no deja de hacer ruidos.

Me recuesto, miro el mundo de costado: ¡como me gustaba jugar a ver el mundo de costado!. Tengo sueño, hoy es mi cumpleaños, tengo hambre.

Me despierta un señor de barba, con olor a vino, lo conozco pues es el mismo que durmió anoche con mi mama; me pregunta qué hago acostada y le contesto entre llantos que tengo hambre.

Me invita a comer a su casa, y le digo que es mi cumpleaños.

Me pide que me levante, pero no tengo fuerzas. Me carga en sus brazos; el señor me acaricia donde no debe, pero no tengo fuerzas ya para decirle nada.

Llegamos a su casa, es de madera como la mía. Veo que está todo desordenado y no hay comida.

El señor me acuesta en su cama, una cucaracha me camina por el brazo y no reacciono, es que me siento débil; a pesar de ello ya no me duele la panza.

Comienza a desvestirme, yo no quiero que me desvista, pero no puedo hacer nada para evitarlo, es más fuerte que yo.

Me pongo a llorar nuevamente, pues me está haciendo cosas feas. Me duele: grito, lloro, se me pierden las cintitas que ataban mis trenzas. Quisiera pedirle ayuda a mi mamá, pero nunca me escucha y está lejos, muy lejos; quisiera pedirle ayuda a Dios pero nunca nadie me hablo de Él, quizás porque nunca existió para mi.

Me duele mucho la panza y ya no es de hambre.

El señor se levanta y me da la espalda; ya no estoy limpia.

Violentamente se da vuelta, de un golpe mis ojos se cierran, aunque creo que no hubiera sido necesario, pues ya no aguantaba mas despierta.

En mi sueño veo una pradera verde llena de rosas, margaritas y jazmines donde mi abuela y otros niños me esperan: ya no tengo hambre, la panza no me duele, mis medias están limpias y mi guardapolvos esta blanco, muy blanco.

Camino hacia ellos, muy suavemente escucho que cantan, es mi cumpleaños, recuerdo, corro, pues lo están festejando. Llego, sonrío y cálidamente me abrazan.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS