El océano y el cielo fueron conceptos importantes en la construcción de un nosotros. La metáfora nació por mi fascinación por el mar y por tu personalidad espejo. En mi cabeza no había nada más romántico que el punto en el que el cielo y el mar se unen formando uno solo, algo como lo que se menciona en “Moana”.

En puntos específicos de mi vida en el que tú ya no estabas a mi lado, volver al mar era como estar contigo y mirar detenidamente las estrellas era conectar contigo a la distancia. Por mucho tiempo anhelé seguir navegando en esa historia creyendo que no lo haría de nuevo, hasta que un día volviste a aparecer en el horizonte.

Todo lo que siempre quise había regresado a mí, era nuestra oportunidad. Comenzamos un nuevo viaje, mismo destino. Trabajábamos en equipo, las cosas funcionaban perfecto hasta que encallamos. Me culpaste por eso una y otra vez, yo me dejaba porque no quería perderte de nuevo. Llegamos a tierra firme y cada quien tenía que hacer sus cosas, pero yo tenía claro lo que quería.

El día que decidí dejar de ver por ti y en su lugar ponerme a mí misma como prioridad, me lo reclamaste y ese fue tu mayor problema. ¿Qué podía hacer? Tú te fuiste del otro lado de la isla y me dejaste, tenía que continuar obligadamente sin ti. Me enfoqué en lo mío, era buena en ello y ya no estaba dispuesta a dejarlo por ti.

Las constantes columnas de humo se iban dispersando, ya no respondía a tus llamados porque me hacías más mal que bien y yo ya no quería seguir estando triste y fastidiada. Otra cosa más a la que te enfocaste más en mis reacciones pero jamás en tus acciones.

Decidimos volver a encontrarnos para hablar lo nuestro, hicimos una tregua que duró una o dos semanas hasta el día que me obligaste a tomar la balsa despedazada y dejarte ahí. Algo de lo que también me culpaste.

Después de un tiempo llegué a otra tierra en la que mi vida cambió radicalmente, hoy por hoy sé que eso fue lo mejor que pude haber hecho.

Tuve la oportunidad de regresar al mar, creí que sería difícil, pero entendí que eso era mío, no tuyo, no nuestro, mío, y eso no me lo puedes quitar.

«Si un escritor se enamora de ti, jamás morirás», eso es verdad a medias. El personaje “muere” si dejan de escribir de él o bien con el desarrollo de la historia y hoy escribo esto con el motivo de dejarte morir después de tanto tiempo porque ya no eres digno de que te siga pensando en formas literarias ni literal. Este junto con otros dos textos que escribí antes son el final de lo “nuestro”.

(Quiero destacar que a pesar de que es algo que terminó hace tiempo, es algo que me ha atormentado por razones personales. Sólo quiero soltarlo de una buena vez y este es mi desahogo para lograrlo).

1- Solías tomar lattes machiatto mientras observabas la vida con el filtro dorado de las 6 de la tarde, todo era perfecto. De un instante a otro, tu bebida se convirtió en café negro y ahora tus días estaban nubladas. Algo que tú te buscaste.

Si querías conocer el sabor de mi indiferencia, sin duda es el de un Robusta. Vives tu día a día con una sensación completamente amarga que no te puedes quitar, eso es lo que te mereces.

No busques estar presente, acostúmbrate a tu nuevo café y a las mañanas grises, yo ya no voy a volver para mejorarte la vida.

2- Quizás volviste a encontrar la forma de viajar por el espacio para poderte acercar a mí. No te culpo, fue la única instancia que te dejé, pero creo que aún no has notado que incluso en mi estado inconsciente no te quiero cerca mío.

Tu desesperación no me suelta, ya déjame en paz. Entiende que no pienso regresar, si ese hubiese sido mi deseo, lo hubiera hecho antes sin dudar. Y a la mala, tuve que enterrar lo que un día creí que era amar.

Jamás creí sentir esta clase de rencor y enojo por ti, la persona a la que me atreví llamar el amor de mi vida, al que le di todo de mí… Supongo que eso pasa a veces, te orillan a que veas su verdadero ser: me hiciste creer mucho tiempo que yo no era suficiente para que me conformara con tus migajas de “amor”, estúpidamente te seguí el juego. Quisiera poder ver tu cara cuando te diste cuenta que ya no te seguía, que había decidido alejarme después de ver tu amor egoísta.

Sin embargo, has logrado permanecer en mi mente todos los días por casi 11 años, poco más de 4 mil días. Igual no te emociones porque en el último año no ha salido de mi cabeza ESE momento.

Hoy ya no me culpo de lo que pasó porque yo fui a verte porque me lo pediste y yo me ahogaba en tristeza. Te busqué como mi refugio porque a pesar de las peleas, de nuestra distancia y la incertidumbre de un nosotros, siempre significaste eso para mí.

¿Qué tan hijo de …. tuviste que ser para terminar de quebrarme el alma al día siguiente que perdí a quien me acompañó toda la vida? (léase: Komo decirte adiós).

Cerremos esto con tres canciones:

Mi corazón -Tiago PZK.
The Door – Teddy Swims, Tiago PZK.
C
ristal – Tiago PZK, Nicki Nicole.

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