Ciertamente las mejores cosas son las primeras en agotarse o estropearse, quizá serviría en ocasiones aferrarse a la ley de Murphy y otras tantas tan solo al caos, así nos sería fácil  justificar lo que se pierde. Preguntarse, por qué, es el primer paso para llegar al umbral de  la lógica de las cosas, esa capa de aparente verdad que nos sostiene dentro del cubo de la vida.  En ese umbral la verdad es veneno para la comprensión humana y siendo así, la locura deambula libremente y es normal volverse loco, volverse en contra de todo lo conocido. Cuando esto ocurre el miedo se desata, la supervivencia nos vuelve brutos y el último refugio es luchar por acostumbrarse y adaptarse a lo nuevo, al nuevo orden, que no es vida, pero que que tampoco es muerte. En esta batalla por la costumbre la metamorfosis pierde credo, pierde camino y especialmente pierde  ética social y después de aquello uno ya no le debe respuesta a la acción con responsabilidad.

De tal forma que, con facilidad el ojo más ágil para distinguir la luz de la oscuridad puede quedar ciego, y nos arrastraremos entre la queja, entre la ceguera, buscando sacarle partido y provecho al ojo que aunque no capaz, sigue siendo el ojo bueno, el ojo que distingue la luz, o al menos esa ficción que sirve  de consuelo para vivir en la aparente seguridad. Atados a ese ojo, al único, es inevitable no ser salvaje y defenderse con uñas y dientes.

Con frecuencia me verás sosteniendo el delgado hilo de la realidad entre mis pensamientos, pero casi siempre estoy deambulando entre aquello que  no es posible, pero que yo en mi infinita cordura deseo que así sea y lo deseo con fervor porque los sentimientos humanos casi siempre desembocan en uno solo; egoísmo. 

Después de todo, esta es la forma en la que la maldad opera y yo mismo puedo decirme malvado; razones, esas no me faltan: el acto prolongado de sufrir por aquellas cosas inalcanzables, el acto de no olvidar, el acto de empecinarse en perpetuar la ilusión, todas estas cosas me convierten en un malvado y mi peor acto de maldad es hacer sufrir a mi alma, para esto no hay peor castigo que mantenerse vivo. 

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