Parecía un Domingo como los demás.
Estábamos en casa y en la calma de la tarde tomábamos café acompañado de un pedazo de budin de pan.
Fué ese Domingo 4 de abril del 2004 a las 4.04 de la tarde ¡lo recuerdo tan claro!, cuando él me dijo con toda naturalidad que ya no me amaba y que me iba a dejar.
Me dijo todo esto mientras seguía saboreando su budin de pan ¡Que caradura!.
Y yo, dándole una patada a mi amor propio, le rogué a ese hombre, que me dió solo migajas de su amor, y le imploré.. “Dame una segunda oportunidad”.
Y él en silencio seguía saboreando su budin de pan. ¡Que insensible!
Se terminó de comer el budin y aùn con migas en sus bigotes ¡qué asco!, se dirigió a la puerta y me dijo: Cuando oscurezca regresaré para empacar mi ropa.
Me sentí tan poca cosa, como un pan mohoso, que no pude contener mis lágrimas y las derramé sobre mi budin de pan, para que mi mente siempre recordara ese dia. Y prometí nunca más preparar ni comer budin de pan.
Él regresó, cuando anochecia, pero ya le había ahorrado el trabajo de empacar su ropa y la “molestia” de encontrarse conmigo. Afuera, en la puerta de la casa estaban las maletas (por supuesto las más feas que tenia) con todas sus pertenencias y junto a ellas una hoja de papel en la que escribì: “Bùscate a otra que te prepare budín de pan”.
Vi por la ventana cuando se marchó, abrí la puerta para cerciorarme de que se habia llevado todo. Miré y ya no estaban las maletas, pero debajo de la alfombra ví la hoja de papel que le habia escrito. Con mucha rabia y dolor noté que en la misma hoja, él me habia escrito: “Ya no tengo que buscar a nadie. Desde hace mucho tiempo tengo a alguien que hace un budin de pan mejor que el tuyo”.
Y desde el dia que supe su nombre, le rezo esta plegaria a San Honorato.
Oye mi clamor,
Te lo pido con fervor,
Que no cuajen los budines de pan,
Que hace esa bruja Merry Ann.
Y espero que San Honorato me haya concedido el milagro.
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