En los caminos distantes, donde las brizas nocturnas golpean la abrumadora luz de la noche.
Sostienen la veracidad del mismo adiós que no fue adiós, el despertar con la locura de la soledad y el aproximo de la tristeza y el olvido de tus labios. Un adiós ensillado, corcoveante camina en el túnel del susurro de haberte perdido.
Un notificado de recuerdos vividos, con debates de sentimientos que claudican a su propia vida. Con existencias en la memoria de mi amor, hizo soñar las paredes débiles del despertar. Los jueces dando sentencia a los tatuados de dolor y los muertos ya culpables dejan, el alma expresar el propio adiós infinito.
Los bardos perdieron su declamación, y lloran tu despedida. Oscuros y olvidados, perplejos tropiezos, llamados y serenos hoy se sientan para esperar tu propio adiós.
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