Son las 20:30, es una buena hora para recordarte otra vez. Bien entiendes lo que hago y digo, no es necesario explicarte. Si era un mal día me abrazabas, si era un buen día hacías lo mismo, lo entendías todo de mí. 

Pero la suerte me jugó en contra, y a pesar de que me permitió estar contigo, nos alejó, sin considerarme. 

Son las 20:35 y es una buena hora para saber que te extraño. Si era un mal día me abrazabas y ahora que es un día más, no hay más abrazos. Ahora creo que cualquier hora es buena para recordarte, pero extrañarte eso aún me cuesta. ¡Qué alegría!

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