En una ciudad muy pequeña, existía una madre recién divorciada a quien habían lastimado desde lo más profundo de su corazón a raíz de su separación. A pesar de aquel dolor que sentía en su alma, seguía adelante sacando fuerzas en donde no las hay. Un día en particular, esa madre tan fuerte y llena de coraje con ganas de salir adelante, fue a su trabajo a hacer su profesión; sin embargo, se encontró con la noticia y la terrible injusticia de que ya no habría más pago por algún tiempo. La noticia fue tan fuerte que le hizo reflexionar tanto sobre su vida y cómo volver a salir adelante, sus preguntas hacia Dios eran:
-¿Y ahora qué le daré de comer a mi hijo?
-¿De qué viviremos?
Ella solo pensaba en su hijo menor, y eso es lo que la mayoría de las madres piensan cuando van a trabajar. Después llegó a casa y se encontró con su hijo, diciéndole que por un tiempo tendrán que comer un poco menos, aunque nunca faltará alimento en la mesa, sus palabras hacia su hijo fueron: -«Bueno hijo, habrá frijoles, huevo y algo de sopa, perdóname por no poder darte algo mejor que eso, pero trato de hacer todo lo mejor para ti.»
Esas palabras hacia su hijo fueron muy duras para él, lo que hizo romperle el alma de la impotencia y el coraje hacia esas personas de su trabajo, los cuales tenían una muy mala reputación como personas corruptas, bueno, es un espejo claro de cómo se manejan las cosas en nuestro país. Con el pasar de los meses, todo seguía igual. Hasta que la madre decidió buscar a su padre, el cual tenía un gran poderío económico para poder aguantar aquellos meses difíciles. Ella llegó al punto de reunión en donde se quedaron de ver, el cual era una de las tantas propiedades que aquel padre tenía bajo su nombre, hubo un abrazo y la madre de aquel niño empezó a hablar sobre la situación que ella estaba viviendo en esa etapa, mientras que el padre de ella solo la escuchaba, aunque no con buenos gestos. La charla estuvo bastante larga, y después de que ambos dieran sus puntos de vista, el padre de aquella madre desesperada solo le dijo:
-Te los voy a anotar en tu cuenta, espero y algún día me los pagues.
Díganme, ¿en qué planeta un padre le dice eso a su hija cuando está viviendo una situación así? Y más cuando tiene la posibilidad económica y moral de apoyarla en ambas cuestiones. Quizás ella solo hubiera querido escuchar de su padre: «tranquila hija, aquí estoy para ti, tienes mi apoyo», pero eso nunca lo escuchó. Aquella madre inaudita salió de la propiedad de su padre y empezó a llorar, porque se sentía humillada por su propio padre. Y es que él nunca fue un padre que hiciera todo por sus hijos, fue un padre ausente, frío, calculador y a veces sin un gramo de conciencia.
Para aquella madre todo hubiera podido ser diferente si su madre estuviera viva, ya que ella murió años atrás, se sentía desamparada sin apoyo alguno e impotente con su situación. Siguieron los meses y la madre pensaba en renunciar después de años de trabajar en ese lugar, aunque en este bendito país las cosas se ponen duras cuando ya tienes cierta edad, lo cual es muy difícil conseguir algún otro empleo. Asimismo, la pobre madre veía como su pequeño hijo se llevaba tenis rotos a la escuela, lo cual le partía el corazón porque no tenía el tan ansiado dinero para poder solventar aquellas cosas esenciales, poco a poco se iban a acabando las cosas necesarias en casa (cosas de primera necesidad), lo cual obligó a la madre a ir a las tiendas cercanas a pedir favores para que le dieran tiempo en pagar los productos, y obtuvo una respuesta alentadora.
El tiempo fue el mejor amigo de aquella madre que no dejaba de luchar por sus sueños y los de su hijo. Así que por fin decidió renunciar y encontrar otro empleo, al final las cosas con el antiguo lugar de trabajo resultaron en una demanda sobre esos meses y años en donde injustamente se les retenía el pago a los trabajadores. Aquel hijo creció y entendió a su madre sobre toda la carga que ella sentía, toda la responsabilidad en sus hombros de sacar sola a un hijo adelante, por lo que aquel niño le prometió que cuando él encontrara un trabajo le daría una vida tranquila, impecable y sin preocupaciones, ese era el sueño de aquel hijo que siempre vio en su madre una guerrera incasable, que peleó a muerte contra las adversidades que se le presentaban, y que dejó un legado en la memoria de su hijo para siempre.
POSDATA:
La vida te enseña a ser fuerte en diferentes situaciones y contextos, lo que convierte a la adversidad en el obstáculo más fuerte que cualquier ser vivo pueda enfrentar. El ejemplo de una madre queriendo sacar a sus hijos adelante es lo más impresionante, duro y realista que alguien pueda vivir. No solo se trata de corregir tus errores o de querer gritar lo que haces bien para tus hijos, se trata de enfrentar aquello que se nos pone en el camino porque cuanto más tétrico, allanado o largo sea, encontrarás a alguien que te espera justo ahí en donde siempre empezaste, en donde siempre estuvo junto a ti, el que siempre creyó en ti. Y si, de eso se trata de dejar un legado, y que mejor que lo cuente tu hijo.
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