Cuando escribo siento que no soy yo quien escribe, es mi alma.
Ella ve cosas que nadie ve, está atenta a los milagros, a las almas que curan, las reconoce, lo puede ver en sus ojos, en su piel, en sus heridas, en su pasado, en sus sueños aún no cumplidos, en la duda, en el miedo, en la espera.
Todo eso ve mi alma, me cuida de almas que me quieren empujar al infierno, a la soledad, a los sueños rotos, a no querer mi propia vida. Mi vida
¿lo loco que tenes que estar para no querer tu propia vida no? Bueno, no tanto, a mí me pasó y no estoy loco.
Mi alma me protege, es luz en la oscuridad profunda, es calma ante el ruido del mundo, es paz en medio de la maldita ansiedad, es amor. Mi alma me abraza cuando necesito un abrazo y nadie me lo da, me cuida cuando ni yo se cuidarme a mí mismo, me da esperanza cuando siento que todo está perdido, me recuerda lo lejos que llegue aunque nunca lo valore ni lo piense, me da fortaleza, me empuja a resistir un día más, me dice que nunca olvide porque sigo acá.
Mi alma escribe por mí, mi alma a fin de cuentas es la razón por la que sigo contando historias, de mí, de otras almas como vos que estás leyendo.
De alma a alma, por si nadie te lo dijo hoy, gracias por quedarte.
Rodrigo Gómez
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