Capítulo Catorce (Del otro lado)

Capítulo Catorce (Del otro lado)

Milos Caliope

31/03/2018

CAPÍTULO CATORCE

ESCAPE

– ¿Qué tipo de “explicaciones” les dan? – le pregunto Nerakk.

– Unas de tipo apocalípticas en donde ustedes tienen la culpa de todo – le responde Jeimi.

– Era de esperarse – refunfuña Ray.

Jeimi nos cuenta todo lo que sabe sobre la composición política e ideología del enemigo. Y nos enteramos que estas personas valoran más militarmente a las personas con poderes que a los que no los tienen, por lo que prácticamente los esclavizan y mantienen a raya.

– Tuvimos que tragarnos nuestro orgullo para pensar en escapar – nos dice Jeimi asqueándose por los recuerdos que le venían a la mente – si te revelabas y te volvías un dolor de cabeza para los superiores, te sedaban y te ponían un collar de sumisión.

– ¿Y qué es eso? – pregunta Luz Irene.

– Un collar con una bomba a control remoto – le contesta él.

Luego, él mismo nos habla sobre las misiones que les encomendaban y los motivos que Alex tenía para cumplirlas.

– En su mayoría eran misiones de captura de animales, si se les puede llamar así – menciona tras recordar algo – hasta que empezamos a infiltrarnos para robar repuestos de sus instalaciones.

– ¿Cuál era el motivo para obtener estas cosas? – pregunta Crissos.

– Con los animales experimentaban y a algunos de ellos los amaestraban para usarlos en próximas misiones o como seguridad, sobre todo en asalto. En cuanto a los repuestos, creo que es claro para que los querían.

– ¿Qué tipo de animales capturaban? – vuelve a preguntar Crissos.

– De todo lo peligroso que se podía encontrar.

– ¿Cómo pudiste capturar a todos ellos? – le pregunta Luz Irene a Alex – he visto los informes de Ciudad Sur, y tratar con animales peligrosos es demasiado complicado, incluso para los usuarios más experimentados.

– No lo hice solo – le responde él – hay muchas otras personas como nosotros con ellos. No sé cuántos habrá hasta ahora, pero Nora era la número setenta y cinco y estaba en la mitad.

– ¿Quieres decir que hay cómo ciento cincuenta usuarios con ellos? – pregunta exagerando un poco Ray – ¡Mierda! Estamos jodidos.

– Yo no diría ciento cincuenta – repara Jeimi – tal vez queden unos treinta y algo.

– Pero si la tal Nora estaba a la mitad ¿cómo sabes que habrán esa cantidad ahora?

Jeimi no responde y en cambio se queda mirando el suelo sin decirnos nada. Por unos breves segundos se hace el silencio y todos estamos a la expectativa de su respuesta. Sin embargo, no es él quien nos responde, sino Alex.

– Setenta y cinco no era una cantidad – nos dice, algo melancólico – era su nombre, al menos el que ellos le dieron.

– Su nombre… – deja escapar Maggie. Y antes que pueda preguntar algo más, el chico de cabello blanco habla.

– Yo era el número cuarenta y tres y Alex el setenta y uno. Nora fue quien nos unió, nos enseñó a confiar en alguien más y quien propuso la idea de fugarnos. Sobra decir que eso no nos funcionó y ella murió explotando en mil pedazos en el primer intento. Luego de eso, por el simple hecho de ser “especiales” se nos perdonó la vida. A mí me envenenaron el cuerpo. Así, al tenerme bajo sus “cuidados” Alex haría todo lo que ellos les dijeran.

Nora suena como una gran persona – le dice Maggie cambiando el tema, tratando de alejar los malos recuerdos.

– Era la mejor – le responde Jeimi.

– Me hubiese gustado conocerla – dice ella amablemente – saber cómo era o cómo lucia. Tal vez hubiésemos sido buenas amigas.

– Si te importa tanto saber que aspecto tenia, te bastara con saber que era idéntica a Camila, ella es su vida imagen.

La última revelación fue una sorpresa para todos en ese entonces. Nadie se lo esperaba, excepto claro, la misma Camila.

– Tengo miedo – le digo sin más a Amor mientras apresuro el paso junto a ella – ¿y si lo que estamos haciendo está mal?

– No hay manera de saberlo – me responde ella sin verme –a decir verdad, yo también tengo miedo.

– Eso no me sirve de consuelo – le digo.

– Yo sé que no, pero puedes estar segura de algo.

– ¿De qué?

– Ya no estamos solas – me dice ella mientras se acerca a mí y me toma de las manos – y aunque todos se vayan y tenga que ir en contra de mis órdenes. Yo nunca te dejare sola pelirrojita.

– Eso sonó cursi – le digo después de dejar escapar una pequeña risita – pero gracias, me ha servido de mucho.

– Qué bueno – me responde ella volviendo a su seriedad habitual – ahora vámonos que nos estarán esperando.

Cuando llegamos al centro de control de las instalaciones Camila y Rode ya se han encargado de los guardias. Faltan aproximadamente unas horas para el amanecer.

Sé que en cierto sentido no es bueno que estemos asaltando una cárcel, pero los prisioneros que venimos a rescatar no tienen que estar aquí en primer lugar.

Me siento nerviosa, pero noto que Camila también lo está y me alegro de no ser la única de estar nerviosa con lo que estamos haciendo.

Cuando ya estamos listas para adentrarnos al pabellón de máxima seguridad, es que escuchamos las explosiones; y como lo esperábamos, los guardias salen corriendo al centro de mando a reagruparse después de una breve discusión entre ellos.

– ¿No les parece extraño? Han dejado a Ciudad Central para lo último.

– Eso es normal Ai – le responde Rode – Ciudad Central no sólo es la capital, sino también el centro de todo.

– Si hubiesen atacado aquí primero, el resto de ciudades lo hubiesen sabido de inmediato.

– Eso no tiene sentido – replico – no se supone que todas las ciudades están interconectadas.

– En cierto modo eso es cierto – continúa Camila, mientras atravesamos con cautela el amplio pasadizo que conecta a la celda principal – sin embargo está lo que discutimos la primera vez que fuimos reunidos.

– Un espía.

– Sí, mientras exista esa posibilidad Ian no podría confiar en la información que el resto de ciudades nos brinda.

Llegamos a la última puerta sellada al final del pasillo. El color blanco de este lugar me pone nerviosa, es como si todo estuviese iluminado y nosotras somos manchas fácilmente visibles a kilómetros de distancia. Me puedo imaginar que este lugar fue diseñado con las paredes, piso y techo de ese color para cumplir ese propósito.

– ¿Puedes hacerlo? – le pregunta Camila a Rode.

– En teoría no, pero nada pierdo intentándolo.

– Muy bien – contesta ella y luego se vuelve para verme – Si lo de Rode no funciona usaremos “eso”, ¿está bien?

Muevo mi cabeza para contestarle; con toda la presión de la situación actual no creo que sería capaz de manejar mi don tan precisamente como eso lo exige.

Para mi suerte, el sorprendente don de Rode se activa y ella introduce una mano para luego sacarla bruscamente jalando a un joven muchacho de cabellos blancos.

– ¡¿Qué demonios?! – se altera él – primero bombas y ahora esto.

– Ves, te dije que algo así pasaría – le dice el rubio que ya emerge del portal de Rode.

– Bueno, tuviste la razón después de todo – le dice Jeimi mientras se levanta.

– ¿Y no podían salir por su cuenta?

– Es una cárcel después de todo – le contesta él – además de no tener ninguna idea de en qué parte de la ciudad nos encontramos, estas cosas nos obligaban a tener que esperar a que nos rescaten.

Me acerco a él tan asombrada que el muchacho se asusta de mi reacción.

– ¡Amor, son las mismas cosas que tú tienes!

Constatamos lo que es más que obvio y nos apresuramos a salir de ese lugar. Si tuviéramos que pelear ahora Alex, Jeimi y Amor no serían capaces de usar sus poderes y eso nos pondría en desventaja.

Mientras salimos de las instalaciones suena la alarma y nos vemos obligados a ser menos sigilosos y más rápidos.

– ¿Por qué no simplemente saltamos con tus portales? – le pregunta Jeimi a Rode.

– Tú lo dijiste, es una cárcel después de todo. Hay una especie de campo de fuerza que ha sido activado recientemente que no me permite crear un portal que de fuera de este lugar.

– Pero sí uno que te lleve aquí adentro.

– Si pretendes que haga un portal para acortarnos el camino, déjame decirte que rescatarlos me ha dejado muy exhausta.

Amor se detiene de golpe y nos advierte de los guardias, ocho de ellos ya se abalanzan contra nosotros.

Siendo casi las tres de la madrugada una paranoica Tamara toca mi puerta en compañía de mi pequeña hermana. Ambas están vestidas con ropa casual y me sorprendo un poco al no ver los pijamas.

Tamara me explica que tiene el presentimiento que algo malo iba a ocurrir, pero no sabía cómo explicar lo que presentía hasta ese momento.

– ¿Quieres explicarme cómo una ciudad flotante tendrá invasores, si además de estar en el aire está continuamente resguardada?

– Ya te lo dije, no sé cómo explicarlo, pero estoy segura. Algo va a pasar.

– Como sea, en todo caso, ¿era necesario traer con nosotros a Maggie? ¡Es una niña!

– Y nosotros adolescentes – me responde ella – mira, no sé si lo has entendido, pero somos parte de algo grande. ¡Todos!

– ¡Hermano! No es justo que me sigas tratando como a una niña – me refuta ella – además no sigan hablando como si yo no estuviera presente.

Damos por terminada la conversación y seguimos a Tamara en silencio unas horas más por toda la ciudad.

– ¿Al menos nos podrías decir lo que estamos buscando?

– No buscamos nada – me dice – estamos haciendo guardia.

Pronto entiendo a lo que se refiere. Vemos unas sombras, un tanto sospechosas, moverse en dirección al capitolio y las seguimos con sigilo y tratamos, hasta donde podemos, de seguirle el paso. Son muy rápidos para ser ciudadanos y muy habilidosos como para ser usuarios recientes, por lo que deducimos que deben de tener entrenamiento militar.

Todo marcha a la perfección para ser una misión de espionaje improvisada y auto impuesta. A pesar de no contar con un don telepático Tamara y yo nos entendemos muy bien; leemos casi a la perfección nuestros gestos corporales, señales, muecas y expresiones, e incluso Maggie no tiene problemas para seguirnos el paso.

Cuando estamos próximos a interceptarlos uno de ellos de pronto desaparece y los dos restantes paran en seco.

– ¡Es una trampa! – advierte Tamara antes de ser impactada por una patada del teletransportador.

– Hermano… – susurra Maggie y me toma del brazo.

– No pensé que nos recibirían muy pronto en Ciudad Central.

Sus palabras no me gustan para nada, pero su voz me parece conocida.

– ¡Que es lo que pretendes! – le grito.

– Menos discusión y más disparos – le dice uno de los hombres adelante, antes de disparar.

El impacto me da en el hombro izquierdo y de inmediato me arroja al suelo junto con Maggie.

– ¡Aru!, ¡¿te encuentras bien?!

– Tranquila, solo es un rasguño – le digo a Tamara, que ya se reincorpora.

El hombre al costado del que me ha disparado se ríe a carcajadas y nos mira con desprecio.

– Tienen suerte de que esa mujer los quiera con vida, niños. Sino ya estuvieran muertos. Ahora quédense sentados mientras los capturamos.

Me enfado con este último comentario y arremeto con todo.

– ¡No seas engreído! – le grito mientras golpeo con fuerza el suelo y dejo que mi don sísmico se aproxime hacia ellos.

– ¡Aún son unos niños! – me grita en respuesta a la vez que contrarresta mi ataque con una magnitud idéntica de fuerza bruta.

El polvo se levanta de inmediato y las luces se empiezan a encender, pronto esta batalla se volverá pública y estos patanes tendrán que retroceder. Pronto vendrán los refuerzos.

Aru, ¿estás bien?

– No te preocupes por mí, las manos de Maggie son rápidas para tratar este tipo de heridas. Más bien acaba con esos idiotas.

No fue necesario que se lo dijera nuevamente, inmediatamente después de escucharme, Tamara lanza un potente rayo de sus ojos. El hombre, que aun reía, se apresura en levantar un pedazo del piso a su alrededor para contener el impacto.

– Nada mal niña, pero te olvidaste de mí, grave error.

El tipo golpea a mi amiga en la nuca y la deja inconsciente.

Al poco tiempo los soldados empiezan a llegar. Pero ninguno de ellos tiene la intención de ayudarnos y ni bien llegan al lugar nos apuntan directamente a la cabeza. Yo me quedo en silencio, sé que Tamara sigue viva y tengo la seguridad, por el comentario anterior del sujeto, que no tienen planes de matarnos; al menos aún no. Rodeo a Maggie con mi brazo que aún está siendo curado y la aprieto contra mí. Hemos sido capturados.

Ore prende dos bolas de fuego que rápidamente golpean a un grupo de guardias. Tres hombres gritan y se revuelcan en el suelo mientras que el resto toma maniobras evasivas.

Me vuelvo invisible junto con Jeimi y atravesamos el pasadizo hasta llegar a la puerta metálica que separa la división de máxima seguridad con la de mínima.

– Bueno, has lo tuyo – le digo.

– Esto es pan comido mujer.

Garabatea unos códigos en el tablero y segundos después las luces del tablero cambian de rojo a verde.

– ¡Vámonos! – le grito al resto.

Rápidamente Ore y Ai se separan de los guardias con quienes luchaban y atraviesan primero la puerta, le sigue Rode que ha vuelto a usar sus portales y finalmente Alex, que ha dejado al último guardia inconsciente en el piso.

– Así que no solo eres bueno con los dones, sino también con los puños – le bromea Rode.

– Irrelevante – le dice Jeimi tratando de acabar con el tema, pero su orgullo le gana y agrega – Pero sí, seguimos siendo útiles aun sin poderes.

– ¿Ahora qué sigue? – me pregunta Ai.

– Ahora salvemos a tu enamorado – le digo.

– No sé de qué estás hablando – me dice algo nerviosa.

– Puede que la estén pasando mal – menciona Alex – cuando estábamos luchando sentí un ligero temblor, puede que estén luchando.

Cuando llegamos a la superficie todo es un caos. Hay usuarios peleando a muerte con soldados de uniforme negro en todas las calles de ciudad Central. Los mismos que nos atacaron anteriormente en ciudad Este.

Todos estamos de acuerdo en que tenemos que aumentar nuestros números, por lo que lo primero que hacemos es buscar a la doctora Kumiko para que nos ayude extirpando los dispositivos en las cienes de nuestros compañeros. Tardamos un poco, pero Ore consigue al fin contactar con ella a través de telepatía.

Llegamos con ella y pronto inicia con la extirpación de los dispositivos.

– Tenemos que considerar nuestra situación – una impaciente Ai intenta explicarme haciendo gestos con las manos – esto es justo lo que nos dijo que pasaría Ian.

– Entiendo a dónde quieres llegar – le digo – pero no podemos dejar a estas personas a su suerte.

– Hay usuarios en esta ciudad, como en cualquier otra. – me responde ella – Ellos sabrán que hacer.

– Aun así, no puedo simplemente hacer de la vista gorda y nada más.

– ¡Ey! Ustedes, quien les dio el control del grupo. – Nos interrumpe Jeimi.

– Guarda silencio mientras te saco esto de la cabeza – le dice Kumiko – lo que menos quiero es lastimarte.

– No se preocupe por causarme dolor, solo quíteme esto.

El jovencito espera impaciente en una silla cromada, cruzado de pies y brazos mientras que, con mucha delicadeza y tacto, Kumiko le retira la pequeña protuberancia que impedía que pudiera usar sus poderes a la vez que usa su don de curación para evitar que pierda mucha sangre en el proceso. Él es el último que pasa por este proceso, y para cuando la doctora termine con él ya tendríamos que haber tomado una decisión de lo que vamos hacer luego.

El silencio es muy incómodo en este momento.

– ¡Listo! – dice la doctora – termine.

– Bien, entonces tendremos que votar por lo que haremos ahora.

– No será necesario – me dice Alex – nos descubrieron, tenemos que irnos de aquí.

– ¿Cuánto tiempo tenemos? – le pregunta Ai.

– Ya están afuera – nos dice mientras se abalanza sobre Kumiko y ambos desaparecen.

Jeimi, las chicas y yo nos ponemos en guardia para hacerles frente a nuestros atacantes, pero no llego a ver lo que hace Jeimi después de levantar las manos, porque inmediatamente soy teletransportada al lugar donde ya me espera la doctora.

– ¡Espera! –trato de decirle, pero ya no me encuentro en el hospital.

– Silencio – me pide él – la idea es escapar sin que nos descubran.

– Debiste llevarte a los chicos primero, ellos son mucho menores que nosotros.

– No hay necesidad de preocuparse por Jeimi, es muy astuto; y el resto de ellos, ha pasado un tiempo desde la última vez que no vimos y se ven más preparados. No les pasara nada. – me dice él.

Alex vuelve a teletransportarse y trae a los chicos uno a uno. Eso debe de ser porque no tiene muchas fuerzas o la falta de práctica. Después de todo, ha pasado un tiempo desde entonces.

Nos movemos en silencio para no ser encontrados y evitar cualquier enfrentamiento. Rode, quien ha hecho un esfuerzo sobre humano para traernos hasta acá se desplomo hace unos momentos, víctima de la falta de energía. Aun así estamos en ciudad Central, y aunque sea muy descabellado pensar en ello yo diría que tenemos suerte de estar en la misma ciudad de la única persona capaz de ayudarnos. Es por eso que Ore a estado intentando contactar con ella a través de su telepatía, y aunque al principio le ha costado mucho trabajo, por fin ha podido dar con el paradero de Maggie.

– ¡Alto! – nos dice Jeimi que aterriza frente a nosotros en su forma de pájaro – ¿están seguros que quieren seguir con esto?

– ¡¿Qué están diciendo?! – me exalto un poco – a eso hemos venido, listos o no tenemos que hacerlo.

– No son simples terroristas Camila – me dice él – esto podría ser muy peligroso.

– Quienes son los que viste – le pregunta Alex, y su mandíbula se aprieta al escuchar los números.

Sesenta y siete, veintiocho y quince.

Alex deja que Rode baje de su espalda y le recomienda a Ore que se quede junto con ella cuidándola.

– De que va todo esto – le pregunto.

– Esos tipos – me dice él muy preocupado – son muy peligrosos.

– ¿Son usuarios?

– Sí.

– ¿Poseen dones o talentos peligrosos? – pregunta Ai.

– No es lo que posean – contesta él – sino como son capaces de usar lo que tienen.

– Bien – le digo tratando de enfocar su atención en mí – dime ¿puedes con ellos?

– Uno contra uno, tal vez, pero con los tres juntos es más complicado.

– Todos te ayudaremos – le aseguro – solo dinos que hacer y lo haremos.

Todos asentimos con la cabeza en silencio.

– Bien – nos dice él un poco más aliviado – pero nadie debe de quejarse de su posición.

Mantengo a Maggie apretada a mí. Además de capturarnos, estos hombres de alguna forma han bloqueado nuestros poderes colocándonos pequeñas esferas plateadas en la cabeza. Uno de ellos, el más fuerte físicamente hablando, va delante con el cuerpo de Tamara inconsciente bajo su brazo. Otro va a nuestro lado empujándonos a cada rato y amenazándonos para que no intentemos escapar; no parece muy inteligente, pero fue él quien noqueo a mi compañera en primer lugar así que es de cuidado. Y por último, el que a mi juicio seria el líder de entre los tres, un tipo moreno, alto, con corte militar.

Aru, ¿me escuchas? – me dice una voz en mi cabeza.

Fuerte y claro – le contesto en mi mente.

Tenemos un plan – me dice Ore un poco animada, no suena como siempre, la noto un poco preocupada – los rescataremos pronto.

Trato, por más que puedo, de no delatar a mis compañeros pero la emoción de ser rescatado me embarga por completo y empiezo a buscarlos con mis ojos por todos lados. Quiero controlarme, pero no puedo, mi emoción hace que hasta me ponga nervioso.

Quince – dice el sujeto grande adelante.

– Lo sé – responde el hombre atrás nuestro – los estábamos esperando. ¿Hasta cuándo piensas seguir escondiéndose?

– ¡Vaya! Veintiocho, no pensé que fueras tan inteligente – le dice Jeimi después de recuperar su forma humana frente a nosotros.

– Te atreves a insultarme traidor. Ni siquiera eres digno de morir por nuestras manos.

– Tranquilo hombre – manda el líder – a este también lo necesitamos, recuerda.

De un momento a otros Alex aparece frente a nosotros, pero el hombre de al lado lo anticipa y ambos impactan sus armas.

– ¿Cuánto tiempo sin vernos setenta y uno? – dice el hombre de corte militar sin siquiera inmutarse – al parecer te han estado tratando bien en este lugar.

Alex vuelve a arremeter contra él, pero el otro usuario de teletransportación lo vuelve a contrarrestar. Una y otra vez, aparecen y desaparecen de repente. El tipo esta al mismo nivel que Alex, e incluso podría decir que lo está disfrutando.

Una bola de fuego y algunos rayos son lanzados, pero el tipo más grande los para con su mano convertida en un acero pesado. La doctora Kumiko y Ore aparecen a continuación y las instrucciones telepáticas de Ore no se hacen esperar.

Maggie y yo no agachamos como nos pide Ore y Alex aparece frente a nuestro verdugo para lanzarle una patada, pero sorprendentemente el hombre lo evade sin siquiera titubear, justo como nos lo predijo la pelirroja.

El chico rubio no deja de teletransportarse y su delgado y larguirucho oponente lo aprieta cada vez más. Por su parte, la doctora Kumiko hace lo imposible al lograr retener por todo este tiempo al más grande del grupo; Camila se le suma como apoyo y entre las dos lo mantienen ocupado.

Alex vuelve a desaparecer como puede, pero esta vez tarda un poco más en volver aparecer. Cuando lo hace trae a Jeimi consigo, y este tiene en sus manos una esfera de luz blanca, casi del mismo tamaño que una bombilla. El teletransportador que estaba batallando con Alex ahora intenta desesperadamente intersectar el ataque de Jeimi, pero Alex lo bloquea oportunamente. Jeimi detona su ataque y una luz cegadora nos envuelve a todos, la comunicación con Ore se corta, Alex y el otro sujeto ya no vuelven a teletransportarse, ya no hay bolas de fuego y rayos volando de un lugar a otro, ni manos convertidas en acero que las detengan. El poder de Jeimi es sorprendente, pero parece que estos sujetos ya lo conocen porque ninguno de ellos se ha sorprendido por la falta de poderes.

Sin tiempo que perder, una voz en mi cabeza nos pide que nos preparemos. Tomo las manos de Maggie y me preparo. Casi de inmediato una espada, que ya he visto antes, se clava fuertemente en el muslo del hombre que nos custodiaba. Amor también ha venido a rescatarnos.

– ¡Sus manos, de inmediato! – nos grita mientras viene bajando rápidamente en caída libre.

Maggie y yo tratamos de amortiguar su caída en picada con nuestros cuerpos, Tamara toma uno de mis tobillos y no entiendo mucho su accionar, hasta que después de atrapar a Amor los cuatro somos succionados por el suelo. No, decir que fuimos succionados seria quitarle el mérito a Amor, lo justo sería decir que ella nos empuja de alguna manera con su poder por los pisos subsecuentes, hasta llegar donde nos espera Rode con una pila de colchones que amortiguan nuestra ciada.

– ¿Están todos bien? – nos pregunta ella.

– Sí, todo bien – le respondo yo debajo de Amor y Maggie – pero podría estar mejor.

Las chicas bajan primero con la ayuda de Rode, que al parecer está en mal estado.

– ¿Te encuentras bien? – le pregunta Maggie de inmediato.

– Solo he utilizado mucha energía, es todo – le responde ella.

– Como quisiera ayudarte, pero…

– No te preocupes por eso, pasará dentro de poco.

– ¿Acaso sus efectos no duraban alrededor de unas horas? – le pregunto.

– Esa fue una dosis más pequeña.

– ¿Qué pasará con el resto? – le pregunta Tamara mientras se reincorpora – van a necesitar ayuda, ellos tampoco tienen poderes por el momento.

– No te preocupes por eso, los superan en número. Además, esos dos están muy bien entrenados. Me cuesta admitirlo, pero lo están mucho más que cualquiera de nosotros, Alex ya nos lo ha demostrado.

– Entonces, ¿ahora qué sigue? – empiezo a impacientarme.

– Tranquilo – me dice Amor posando su mano en mi hombro – por el momento tienes que descansar y dejar que nosotros nos encarguemos de la situación. Tenemos un plan.

Desde luego, no le hago caso, pero termino resignándome tras pasar mi mano por el costado de mi cabeza y sentir el frio metálico que no debería de estar ahí.

Amor me mira atenta y al caer en cuenta que ya no intentare nada más se retira con una expresión más aliviada.

– Volveré pronto – le dice a Rode antes de atravesar un muro.

– ¿Cómo es que ella aún tiene poderes? – le pregunto a la rubia – No lo entiendo, la luz nos afectó a todos.

– El poder de Jeimi es muy problemático para todos, incluso para él mismo – responde ella – sin embargo, si lo controla adecuadamente tiene efectos muy útiles.

– Entonces, ¿me estás diciendo que aprendió a utilizar su don?

– No, aún está en proceso, o eso es lo que nos dijo. Lo que paso ahí afuera es que mientras luchaba, Alex no solo teletransporto a Jeimi; sino también a Amor, aunque a esta ultima la dejo fuera del alcance del ataque de Jeimi. Así fue como no le afecto.

Mientras aun hablamos Amor vuelve atravesar el techo y esta vez es la doctora Kumiko a la que trae consigo.

– ¡Doctora! – se emociona Maggie al ver a la mujer sana y salva.

– Hola querida – responde ella algo apurada – perdona que no podamos saludarnos como es debido, pero tenemos que saber aprovechar el poco tiempo que tenemos.

– ¿Doctora, a que se refiere? – le pregunto.

– Dentro de poco volveremos a tener nuestros dones; todos, incluyéndolos a ellos. Por eso, antes de que ello suceda tengo que sacarles esto – me dice señalando la protuberancia metálica al costado de mi cabeza.

– Muy bien, empecemos.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS