Todo lo que aprendí desde que nací, carece de sentido hoy en día.
Todo lo que me enseñaron, todo lo que tomé de los demás me da verguenza sostenerlo entre mis manos.
Soy un conjunto, un depósito de huellas que dejaron quienes pasaron por mi vida. Soy un rompecabezas cuyas piezas encajan sin sentido alguno en el mundo racional.
Aquello que me provoca incomodidad es lo que más anhelo obtener (poseer)
Sueño con encontrarle el sentido a algo que no se muy bien qué es y tampoco se por donde empezar a buscar.
Los conflictos internos se vuelven cada vez más difíciles de ubicar; se vuelven amorfos y difusos, pierden todo tipo de significancia.
Me detengo sobre mis pies y pienso en todo lo que soy, todo lo que no soy y no voy a ser jamás. Pienso en el sentido, en lo racional, en lo entendible e inalcanzable. Pienso en lo que no puedo ver con claridad.
Todo eso que me atrae completamente cegada igual que un bicho a la luz.
Todo lo que quiero y no puedo
Todo lo que busco y no encuentro
Todo lo que doy y pierdo para siempre
Tengo tanto más
Tengo tanto más para dar
Me veo perdida en un mar de confusiones y discursos poco amables.
No puedo comprender cómo es posible ser tan ajeno al sentir, al registro del otro
No puedo distinguir si el problema soy yo o que parte de mi es el problema
Me obsesiona el saber, entender y ponerle un nombre a todo lo que entra en mi.
Intento dejarlo todo, quiero dejarlo todo. Volar alto y perderme entre las nubes del desinterés total.
Tal vez el problema sea que estoy condenada a la ternura y destinada a perderla día a día.
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