Oh, amado mío, desnúdame, hazme tuya, quítame las vendas y ama mis heridas. Las que nadie encuentra atractivas; las que han pasado por el mismo infierno y son agravias del espejo que acompaña el cuarto en el que duermo. Interviene en mis pensamientos y arropa mi desnudez con tu sudor y perfecto sexo.
Desolada me encuentro; mi piel se acomoda a lo imperfecto, no tiene cura, las curvas de mi cuerpo se asemejan a un ser extraño y mi aspecto es sinónimo de feura. Tú me descubres, me rasgas las vestiduras de mentira, me conoces y te acomodas en mi regazo. No te vayas, no me quites la ilusión de un ser perfecto amando a un ser imperfecto.
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