1° Parte.

No te confundas, está no es una historia de amor, ni yo soy un gran escritor, ni un caballero galante, soy un hombre de oficio, un oficio tan antiguo en el mundo como lo es la humanidad, pero un oficio muy nuevo si de hombres hablamos, aún recuerdo mi primera vez, ni siquiera lo podía creer, que alguien me contratará. Fui honesto, juro que lo fui, en ese entonces no era lo que soy. Inseguro, gordito… Que digo gordito, ¡Gordote! ¡Todo un jamón! Pero estaba desecho y estaba decidido a cumplir mis sueños, nunca fui un galán, pero años de experiencia y que sabía lo que hacía me hicieron decidirme.

2° Parte.

¡Dedos de poeta!

Decía el anuncio, si no es tu mejor experiencia, no pagas. Tarde en obtener a mi primera clienta, todas pedían fotos, más que fotos, pornografía del sujeto en cuestión, o sea de mí, ─ ¿para qué quieres fotos?─ les contestaba, es el mejor masaje erótico que recibirás en tu vida, «si no te gusta no pagas» añadía.

Nadie caía con esto, entonces lo decidí, sacarme algunas fotos, pero no desnudo, no, no es lo mío, no era lo mío, el gordo que era no convencería a nadie y menos desnudo, mucho menos por qué nunca fui el digno poseedor de una gran herramienta. Tomé unas fotos con traje y añadí al anuncio, “trato de caballero”.

No tenía para un traje, así que al inicio lo tuve que rentar, tanto para la sesión fotográfica, como para atender a las primeras damas, odiaba usar traje, sudaba como loco.

Pero al fin se dio, un mensaje de una chica interesada (como otras antes), me pidió fotos.

─ ¿Para qué quieres fotos? ─ Conteste habitualmente.

─ será el mejor masaje erótico que hayas recibido en tu vida, si no te gusta, no pagas. ─ Pero aun así adjunté mis fotografías de traje. Por algunos minutos no contesto nada, pensé que la había perdido, una más. Pero al fin contesto, el sábado a las seis de la tarde, me dio el nombre del motel.

Me quedaba perfecto, no se cruzaba con ninguno de mis horarios. Tras el divorcio, tenía muy poco tiempo, entre el trabajo, el transporte y las horas para ver a mis hijos, era todo un caos.

─ahí estaré─ contesté.

Solicite que me rentaran el traje para ese día.

3° Parte.

No podía creerlo, alguien me había contratado, pero los nervios no me abandonaban ¿Y si se arrepentía? ¿Si no iba de último momento? O si en verdad no le gustaba mi trabajo, sabía que era bueno, en años de casado nunca falle, por Frígida que fuera mi esposa, por apática que se portará, cuando me dejaba tocarla no había vuelta atrás, nunca se había logrado contener, una vez mis dedos alcanzaban su piel, siempre había logrado derramar su miel.

Insisto, de verdad no soy un garañón, no soy el mejor amante, pero mis dedos saben leer la piel de una mujer y escribir poesía con sus sentimientos… siempre quise ser poeta, pero tampoco fui muy afortunado a la hora de querer publicar o vender mis versos, toda la vida me encantaron las mujeres y el sexo, pero por amor y respeto a mi esposa nunca logré más, pero en ese momento, ya divorciado, sediento de sexo y sin nada que perder decidí apostarlo todo al sueño más loco que jamás había pensado, ofrecer mis servicios sexuales a otras damas.

Mi mamá siempre dijo que no era feo y aunque mi esposa pocas veces me hizo algún cumplido, se casó conmigo, feo, feo, lo que se dice feo no era, años de descuido y olvidó de mí mismo, me pusieron gordo y depresivo, pero ahí estaba yo, de traje, a algunas cuadras del motel esperando el mensaje o llamada de mi primera dama, de mi primer cliente…

El mensaje llegó, el número de la habitación y un, “te espero” con un emoticón de un beso.

Si hubiera sido antes me hubiera enamorado, ese detalle era una ternura, pero eso era trabajo. Monte mi pequeña moto, tome unas pastillas para el aliento y entre al motel. Llegué a la habitación y toque, ella abrió algo tímida la puerta, era mucho más hermosa de lo que esperaba, jamás pensé que una mujer tan bonita contrataría los servicios de un gordo para hacerle el amor.

─ ¡wow que hermosa mujer eres! ─ le dije seriamente viéndola de pies a cabeza.

Ella se ruborizó ─gracias. ─ contesto

─ ¿empezamos?

─si.

Cerré la puerta tras de mi intentando verme profesional, pero sudaba demasiado por el traje y por los nervios.

─ ¿te quieres recostar?

─ ¿me quitó la ropa? ─ pregunto.

─ como quieras, si gustas, yo te la voy quitando conforme avancemos y te sientas más… segura.

─ ok ─ asintió.

─ si gustas iniciemos de pie, así me detendré en el momento que tú me digas, si es que no te gusta la experiencia.

─ ujum ─ asintió nuevamente un poco menos nerviosa.

─si quieres cierra los ojos─

Cerro los ojos y aproveché para verla bien, libere un poco a mi demonio sediento de lujuria en ese momento, y comencé a desearla, acaricie su pelo ─ relájate hermosa, vamos a comenzar, te pido permiso para tocar tu cuerpo─ ella suspiro accediendo. Mis manos rozaron sus mejillas y acerque mi rostro para oler su cuello, suspiré haciendo que sintiera mi aliento, comencé a dar masaje en sus hombros y cuello, acaricie su pelo, sus brazos, sus manos, bese sus dedos y ella se estremecía a cada avance de mi piel.

─ ¿es tu primera vez?─

─si─ contesto tímidamente.

─se nota ─ presumí experiencia, aunque era la primera vez que lo hacía como trabajo.

─ ¿eres casada?─

─si─

─ aún no puedo creer que exista un hombre que tenga la fortuna de tenerte y no te atienda, ¿Te quieres recostar? ─ la guíe a la cama.

─ si ─

Acariciando su cuello baje por su espalda, ella temblaba a cada caricia, hacía mucho que no tocaban a esa mujer, mis manos rozaron ligeramente sus glúteos, sin ser invasivas llegué a sus piernas, que agradecieron el contacto, trabaje un rato en ellas de manera suave hasta que sentí que la tención las abandonaba, volví a su espalda y mientras la acariciaba bajaba el cierre del sencillo pero delicioso vestido Negro, ella tembló un poco al percatarse.

─ ¿me detengo? ─

─no, por favor. ─

El contacto con la blanca piel de su espalda me hizo estremecer y ella lo percibió ─eres bellísima ─ susurré a su oído, perdiendo el control y la seriedad. Lamí detrás de su cuello y ella se incendió con locura, pero yo retomé el control, continúe dando confort a su espalda mientras deslizaba el vestido hacía abajo, su ropa interior fue elegida para la ocasión y la hacía ver brutalmente sexy a pesar de su timidez.

4° Parte.

Retire el vestido de sus pies y lo arroje lejos, mi erección ya era considerable y mientras subía por sus pantorrillas, sus piernas y sus glúteos, deje que la sintiera, con sus pies bajo mi pantalón. Su pie intento agarrar mi sexo, sentirlo más, pero continúe sin darle mucha oportunidad.

─quítate el pantalón, por favor─ me pidió con deseo, casi como una orden de cliente. Accedí sin decir más, arrojando también el saco y la corbata que hacía tiempo me asfixiaban. Volví a su espalda baja y sus glúteos se tensaron buscando el contacto, y mis manos no se negaron, ligeramente rozaron la prenda que los cubría y ella se relajó agradecida.

─ahora aplicaré aceite de almendras─

─está bien ─ susurro apenas audiblemente.

Suspiro. El fluido cayó por su espalda y su piel se erizo por un momento creando una visión mágica, mis manos continuaron su trabajo llevando el aceite por todo su cuerpo mientras yo observaba y tomaba nota como reaccionaba en sus puntos más sensibles, su espalda, sus brazos, por alguna razón, tengo fetiche con las axilas de las mujeres y las de ella eran muy bellas, lisas, bien depiladas, ella se contrajo un poco al sentir la invasión de mis dedos ahí, pero al siguiente instante acepto seguir sintiendo el dulce roce del aceite, volví a bajar por la espalda y comencé a verter aceite en su espalda baja, cada vez más cerca de los glúteos, hasta que por fin mis dedos cruzaban de a poco la frontera del listón de la tanga negra, su respiración delataba el deseo de mi avance, poco a poco fui penetrando más en la pequeña y delicada prenda, lubricando y dando brillo a su fina piel, acechando su sexo y sintiendo como se estremecía de placer, al fin, casi sin quererlo aún, roce el contorno de sus labios provocando un suspiro tan delicioso de su voz, que ya deseaba hacerla gemir de pasión.

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5° Parte.

Con delicadeza separé sus piernas mientras continuaba las caricias tantricas, ella deseando más y entendiendo mi avance levanto la cadera, dejando más expuesta su deliciosa vagina, sus labios ya se abrían y el jugo de su sexo ya mojaba la prenda y bañaba con su aroma lleno de feromonas la habitación.

─hay hermosa ¿Hace cuánto no te tocan? ¿Hace cuánto las aguas de tu sexo no desbordan de placer mi amor?─ no deseaba enamorarla, realmente no lo deseaba, pero sabía bien que las mejores relaciones, las mejores experiencias son las que van más allá de la carné, y para que esta experiencia fuera lo que yo prometía en mi anuncio necesitaba acariciar el alma, y no conocía mejores caricias para el alma que las que daba la poesía, aunque no fuera real, aunque no fuera sincera, aunque no fuera para mí, la música y la poesía siempre me hacían vibrar, y eso intentaba dar, máxime que era mi primer cliente, máxime que era hermosa y deseaba en al menos un momento cumplir mi trabajo y darle la mejor experiencia sexual que hubiera gozado.

El toqueteo de mis dedos en sus labios comenzó, suaves caricias en los bordes de sus labios que de a poco se atrevían más y más hasta llegar más allá de la cima, descubriendo y explorando bajo la pequeña prenda que apenas les cubría y ya destilaba la miel que le mojaba, al fin jale la prenda intentando retirarla, pero obligando el roce con su sexo, ella me ayudó con desesperación. Sin hacerla esperar más mis dedos llegaron a su clítoris, hacía meses que también yo extrañaba el contacto con otro cuerpo y mi erección ya era total, al bañar mis dedos en su humedad, el bóxer que traía solo presionaba y molestaba mi sexo que ya gritaba por escapar y sumergirse en aquella mujer, mi corazón golpeaba fuertemente mi pecho deseando hacer lo que ya añoraba, pero eso era trabajo y me tenía que contener, al menos un poco más.

Mis dedos penetraron conociendo su sexo, su deliciosa humedad parecía rogar por ser bebida manando con gentil abundancia, goteando de a poco en las ya no muy blancas sábanas del lugar, ella suspiraba y gozaba cada movimiento dactilar, las contracciones de su sexo ya comenzaban a ser involuntarias y mis ganas no eran fáciles de controlar. Entonces lo encontré, el punto exacto, el momento exacto, el movimiento ideal, todo delatado por un gemido que acongojaria el alma del más frío de los mortales, la llave del placer de aquella mujer, sus músculos se contrajeron y relajaron como un palpitar de placer, era ahí, era el momento, ella estaba lista y no la dejaría escapar, el bombardeo comenzó y sus jadeos solo me dieron la pauta, para consolidar el mejor de mis trabajos, sus glúteos se levantaron pidiéndome más y yo muriendo de deseo por penetrar aquel delicioso sexo continúe el bombardeo de pasión con las caricias de mis dedos, ella temblaba de placer a cada bombeo, su sexo se cerraba y abría haciendo la experiencia una delicia. Su voz se ahogaba contra la almohada, pero en verdad gemía con una voz angelical, entonces después de algunos instantes así, a las puertas del paraíso, su miel se volvió un caudal y la voz angelical se ahogó en un llanto de placer, mientras ella relajaba su cuerpo palpitante en la cama.

6° Parte.

La libere por un instante, me recosté a su lado y la abrace como hacen los amantes, con brazos y piernas, mi pene punzaba de deseo sintiendo el calor de su cuerpo a través de la tela del boxer, ella giro de costado y llevo su mano a mi miembro.

─te deseo ─ dijo a penas como un suspiro.

─te gustó mi trabajo? ─ pregunté… ahora que lo pienso fue una pregunta estúpida, pero era mi primera vez.

Ella sonrió algo apenada ─ ¿cuanto por algo más? ─ Preguntó acariciando mi erección que había comenzado a recuperar su potencia al sentir el calor de su mano.

Acaricie su rostro ─sería un placer y un honor hacerle el amor a tan deliciosa belleza─

Ella metió su mano bajo el boxer, la delicadeza de sus dedos incendiaron mi pasión en un instante, no quería negarme y ella lo sintió apretando fuertemente y con deseo mi sexo.

Dijo una cantidad (más de lo que hubiera pensado jamás cobrar) y yo accedí, pero pudo no decir nada e igual hubiéramos hecho el amor y ella lo sabía.

Desabrochó mi camisa que era lo único que quedaba para esconder mi horrible panza y beso mi pecho, intente esconder el encanto que sentía, pero ella lo sintió sin más, acariciando mi estómago volvió a meter su mano bajo el boxer tomando mi miembro acariciándolo, y comenzó a bajar el boxer.

Le ayude y después retire su sostén, sus pechos aunque pequeños se veían deliciosos, con sus pezones abultados, los acaricie con amor y ella busco darme un beso, dude por un momento pero accedí, mientras ella jalaba mi miembro hacía ella, quería penetrarla, deseaba unir mi sexo con su sexo, pero la parte profesional, esa que intentaba mantener esto como un trabajo jalo la rienda por un instante, me detuve un instante y tome un condón que traía en la camisa (hasta hacía unos minutos no creía que de verdad alguien me pagaría por esto) con la erección como la tenía, con facilidad coloque el condón y tras un nuevo beso levanté sus piernas separándolas sobre mis hombros y penetre en el mar de su sexo.

Su rostro, su voz, su respiración y los gemidos de placer que escapaban de su boca. nunca he sido un garañón, mucho menos alguien que pueda presumir de gran potencia sexual, pero creo que cumplí con lo prometido, su sexo baño al mío y las sábanas mojadas eran testigos. Cuando al fin nos separamos ella dejo el dinero prometido mientras yo me bañaba y abandono el lugar.

7° Parte.

No paso mucho, pero tan poco fue muy poco el tiempo que pasó entre mi primer trabajo y el segundo, el dinero ganado fue más rápido y placentero que en mi otro trabajo, pero aún no podía pensar en vivir de esto y hasta ese momento no pensé que algún día lo haría, a mis más de 40, con el físico y el estado anímico que tenía, de verdad creía que era más que improbable mantener mi vida con esto, más bien lo consideraba un hobby del cual podría darme algunos pequeños lujos, además de recibir dinero por el desahogo sexual, en lugar de pagar por él.

La segunda cita fue concertada, aquella mujer era mayor que mi primer clienta y por lo tanto, pensé yo, más experimentada y quizás más exigente, el precio fue el mismo y a pesar de todo estuvo de acuerdo, hubo más mensajes de posibles interesadas, pero al final solo ella concretó.

Y ahí estaba, con las mismas ansias del primer día, casi los mismos miedos e incertidumbre, el mismo trato seguía en pie, si no es tu mejor experiencia no pagas.

Aunque el sexo gratis nunca lo consideraría mal negocio, que no me pagarán si era algo que me preocupaba.

Al fin llegó el tan ansiado mensaje “te espero” y el número de habitación en el motel acordado, di marcha a la moto y entre al lugar, un lujoso auto estaba en la cochera de la habitación y mi moto apenas tenía espacio.

El traje se me veía muy bien y escondía eficientemente los muchos kilos extra, toque la puerta y está bella mujer abrió sin miedo, cuerpo de talla media sinceramente no era tan hermosa como mi primera clienta, pero era más el tipo de mujer que a mí me gustaba, el tipo de dama que yo intentaría enamorar en una ocasión dada, morena, pelo largo, y arreglada de una manera que su lujuria era portada con elegancia, cualquier otro día yo hubiera hecho de todo por lograr su compañía, pero está vez era trabajo y yo el profesional que debía satisfacerla.

Buenas tardes hermosa señorita.

─¡Que galante!

─siempre es un placer tener tan bella compañera.

─comienza bien señor, mucho más caballero de lo que imaginé, no solo un libro de buena portada, el contenido también parece interesante.

─eso espero bella dama, sería todo un logro superar sus expectativas.

─pues… quizás sea más fácil de lo que crees─ dijo como observando y valorando la mercancía─ hay muchos hombres por ahí, pero ya hace años que no disfruto la compañía de un verdadero caballero, no uno que sepa tratar una dama y menos uno que sepa… cumplir como tal, si sabe a lo que me refiero.

─espero no fallarle mi señora─ fue lo único que atiné a decir mientras ella caminaba a mi alrededor. de pronto su mano apretó mi trasero sorprendiéndome.

─se ve y se siente bien ─dijo─ como a mí me gusta.

─el traje me ayuda un poco señora.

─no lo creas tanto, eres más atractivo en persona que en esas feas fotos.

─ ¿le parece si iniciamos? Señora mía ─ dije intentando recobrar el control, antes que fuera ella quien me sedujera a mí, pues ya comenzaba a inflar mi ego.

─vamos pues, veamos qué sabes hacer.

La fórmula anterior había sido exitosa y no pensaba perder el paso intentando algo nuevo, solo está vez recordé poner música suave que ya tenía preparada.

─ ¿quiere bailar? ─pregunté sorprendiéndome a mí mismo, la balada era muy erótica, pero permitía algunos pasos.

─me sorprende caballero, hace tanto que no bailo y ninguno de sus compañeros de oficio jamás había iniciado con algo tan… romántico.

Tendí la mano a aquella dama y sin más comenzamos a danzar.

8° Parte.

Durante años quise tener algo así de romántico con mi esposa y nunca se dio, a ella no le gustaba mi estilo, ni mi música y cuando el matrimonio era más amoroso siempre hubo niños y eran escasos los momentos de intimidad, un sueño romántico que nunca fue y sin embargo ahí estaba bailando al ritmo del celular con una completa desconocida.

Nada sabía yo de baile o de pasos elaborados, siempre he sido de seguir el ritmo de mi corazón y siendo la música elegida por mí, era el ritmo de mi corazón el que bailaría esa noche de pasión…

Al inicio nos tomamos de las manos como dos desconocidos que intentan bailar, pero, nuestros ánimos, la música y mi corazón pusieron todo de su parte para crear la magia necesaria.

Poco a poco nuestros cuerpos se acercaban al ritmo de la más deliciosa música que yo conocía, el aroma a coco de su piel era una caricia al sentido, el contoneo cadencioso de sus caderas y el calor de su cuerpo contra el mío, simplemente aceleraban los latidos.

─es usted simplemente la más deliciosa compañía que un hombre puede encontrar.

─eso has de decirle a todas ─ dijo sonriendo ─ pero aceptaré el cumplido ─ y recargo su cabeza en mi hombro. ─ no me había percatado de tu altura.

─ no es tanto, solo un metro ochenta.

─ideal…─ dijo casi como un suspiro.

Solté su cintura y lleve mi mano a su cabeza, acaricie su pelo y ella pareció disfrutarlo. El buen sexo, no es solo sexo, quien te diga lo contrario jamás ha tenido buen sexo. Acaricie su espalda bajando mi mano despacio, disfrutando su cuerpo, pero dejando que disfrutará mi caricia, me demore en su espalda baja donde la blusa era más suelta y permita disfrutar del contacto de la piel.

─esto me gusta caballero, sin prisas, no como tus colegas que aparte de todo cobran caro, tienes sensibilidad, algo que ya no se encuentra.

Suspiré profundo inhalando todo el aroma de su piel y ella se estremeció al sentirlo.

─Me halaga mi señora, casi tanto como me deleitó con usted.

Busque su cuello y sin pensarlo la bese y mordí disfrutando del sabor de su piel. Largo, lento y profundo fue aquel beso, al principio se tensó un momento, pero pasada la sorpresa se fue relajando mientras yo sentía como se derretía entre mis brazos, disfrutando como su respiración se transformaba en un suave ronroneo.

Así sin soltarla, con su cuello preso de mis labios la lleve hacía la gran cama que nos esperaba, la deposite suavemente como una leona lleva a sus crías a su guarida y ya recostada seguí besando hacía abajo, llegué al pliegue delicioso entre sus pechos y volví a su cuello y al fin bese su boca…

─ ¿está dispuesta a sentir su más placentera experiencia señora mía?

─ comienza bien caballero ─paso saliva ─ puede que así sea.

─por favor relájese y respire profundo.

Comencé a dar un suave masaje en sus hombros y brazos. Seguí con sus piernas, traía un pantalón de vestir que le entallada delicioso, marcando el riquísimo triángulo del placer y dejando imaginar el contorno de sus labios, presione suavemente sus piernas, retire sus zapatos y acaricie sus pies. Las caricias se volvieron un masaje, y esa señora tenía gran sensibilidad en sus pies, pues comenzó a suspirar de una manera sublime, realmente no sé si exista algo más erótico que la voz de una mujer experimentando placer, no he escuchado una solo mujer gemir y logrado mantener mi cuerpo sin reacción alguna y esa vez, esos pies, no llevábamos mucho tiempo y el aroma de su sexo ya escapaba a la tela de su pantalón y mi pantalón no podía esconder mi miembro ya listo para penetrar…

Desabroche su pantalón y lo retire lo más delicadamente posible, pero ambos ya teníamos urgencia, sus piernas rozaron mi miembro y ella me jalo hacia arriba buscando un beso, retiro el saco y busco desabrochar mi pantalón, pero este no cedió fácilmente, lo que me permitió recuperar el control, le di otro beso, me levanté y me quite el pantalón.

─señora mía me permite quitarse la blusa y se recuesta boca abajo.

Ella comprendió y acepto la pausa y sin más hizo lo que le pedí.

─que hermoso tono de piel mi señora ¿Me permite aplicarle aceite de almendras?

─wow señor, estoy en sus manos, por favor, haga de mi cuerpo la arcilla que desee.

Retomé mi ritmo, vertí aceite en su espalda y comencé en sus hombros, buscando relajarla y relajarme.

─acérquese más caballero, quiero al menos sentir, eso que ya casi era mío.

Seguí el masaje acercando más mi cuerpo a la cama para que ella pudiera sentir mi miembro bajo el bóxer que apenas defendía mi sexo, baje por su espalda y su mano encontró mi miembro aún bastante firme y no dudo en comenzar a acariciarlo. El aceite ya empapaba sus pantaletas y su piel se veía deliciosa, mis dedos se fueron infiltrando bajo la prenda mientras yo soportaba la deliciosa tortura de su mano que también ya había pasado la frontera de la tela.

─ ¿me permite?─ pregunté pidiendo permiso para retirar la prenda.

Cómo única respuesta elevó sus caderas.

Deslice la prenda hasta sus pies y tras retirarla acaricie sus pies, subí por sus piernas como un felino y en el momento que estuvo cerca, junte mi miembro con su pie, eso le encantó y unió sus pies tomando mi miembro, mis manos acariciaban sus deliciosos muslos morenos que brillaban con el aceite, el deseo era mutuo y quemaba con locura, separé sus piernas y sin más bebí de sus labios el licor de su sexo.

9° Parte.

Sus pies acariciaban mi sexo de una manera sublime, mientras mi lengua exploraba sus labios que poco a poco se mojaban más, sus caderas levantadas, la mantenían en una posición privilegiada dándome acceso a toda su sexualidad, su glúteos eran un monumento a la suavidad y sin más explore todo de ella, embriagado de deseo mordí sus redondeces juguetonamente y poco a poco fui hacia el dulce objetivo, separé sus glúteos lo más posible e introduje mi lengua regalándole un delicioso beso Negro que la hizo gemir con locura.

A cada paso de mi lengua gemía y temblaba

─¡o señor…─decía ahogando su voz con la almohada, mientras yo apretaba sus nalgas con las manos.

Solté una de esas deliciosas voluptuosidades y lleve mis dedos a sus labios, los acaricie y se mojaron mis dedos, jugando con suaves caricias los separé y su clítoris agradeció el tacto estremeciendo su cuerpo, sin precipitarme, fui poco a poco más profundo, disfrutando milímetro a milímetro la húmeda suavidad de su sexo, ella disfrutaba cada movimiento y lo expresaba sin miedo hablando a la almohada.

No podía más, mi deseo por penetrarla era total y aunque sentí que me precipitaba, preferí perder a esperar un poco más, la obligue a levantar más las caderas, lamí su vulva expuesta, succione su clítoris con locura, gire un momento para tomar un condón y con su trasero lo más levantado penetre entre sus piernas logrando que ambos vibráramos de emoción al momento de acoplar nuestros cuerpos.

Un chorro caliente escapó de su vagina calentando mis testículos y no sé si fue la sensación o la reacción química de su licor en mi cuerpo, pero algo se disparó en nuestra lujuria, los embates en cada penetración eran feroces, el plap, plap, al chocar de nuestros cuerpo era un sonido líquido tan excitante mezclado con los gemidos de ambos, él vaivén de sus caderas, no sé si duramos mucho o poco pero ambos dejamos todo en ese momento, embates frenéticos acoplando nuestros genitales que destilaban lujuria con aroma a mar ¡plap, plap, plap! al fin me vine dentro de ella y la empuje con fuerza para no separarme de su sexo, su vagina pulsaba dándome un masaje delicioso que extraía cada gota de mi ser, mientras poco a poco nuestras respiraciones se calmaban y los latidos del corazón recuperaban su habitual ritmo.

10 Parte.

Perdiendo la erección mi pene se deslizó fuera de ella y yo caí como animal herido a su lado, bastante agitado aún como para hablar, ella fue aflojando el cuerpo de a poco y sus caderas descansaron al bajar la posición.

Tras unos minutos al fin pudimos hablar, la abrace y ella se giró para mirarme.

─pues faltó poco para que fuera la mejor experiencia que me ha tocado ─ mientras hablaba sentía como me despedía de mi pago─ es bastante bueno, más de lo que me imaginé y sinceramente lo mejor por lo que habré pagado─ aún tenía esperanzas de ganar algo, al menos lo del traje pensé─ ciertamente no eres un súper dotado, pero lo que haces… uff hace mucho que no gozaba tanto.

─gracias señora mía, es verdad que nunca antes tuve una compañía como usted, y me es grato al menos no ser de desagrado para usted.

─me gusta tu trabajo, intuyes y sientes lo que el alma desea, es como si leyeras lo que siento, a dónde debe ser tu siguiente movimiento, no pierdes la atención, no eres monótono o aburrido, pero tú pequeño amigo ─dijo llevando su mano a mi miembro─ pudiera ser un poco más grande si le quitamos un poco de está pancita.

Después de todo, de todos los cumplidos y el buen rato sentí como en una sola frase aplastaban mi ego contra un muro, y aunque creo que no lo demostré, algo noto ella pues no tardó en añadir.

-me gusta, tu panza y todo, eres un monumento al placer de la mujer, pero algo podemos hacer para mejorarté aún más.

Pensé en todo lo que podía hacer para mejorar y era válido, ir a un gimnasio, una mejor alimentación y todas esas cosas que se pueden hacer para mejorar la salud y después pensé en mi falta de tiempo, el escaso dinero y todo lo que faltaba antes de lograr aquel milagro.

─ ¿En qué trabajas aparte de esto?

me sorprendió la pregunta, no pensé que se interesará más en mí. Le hable de mi trabajo, de mis hijos.

─ ¿cómo supo que trabajo en otra cosa?

─no hay que ser mago. No eres un Adonis, ni muy bien dotado, aún cobras muy poco y aunque eres el mejor que he contratado no creo que te alcance con esto para vivir.

la señora sabía de lo que hablaba, después supe que era una gran empresaria, lo debí adivinar al ver el auto al llegar, Pero hasta ese momento no pensaba en más.

─invertiré en ti, ya no eres un muchacho y difícilmente lograrás algo sin mí, sin embargo, tienes potencial y mucho, no quisiera que el mundo perdiera tanto cuando al fin te encontré. ¿Te interesa?

Estaba anonadado, años de mi vida buscando destacar en otras cosas que de verdad me gustaban, quise ser escritor y ninguna editorial vio potencial en mí, hice mi mejor esfuerzo en muchos trabajos y nunca logré ascender más allá de lo comercial, incluso como esposo ahora era divorciado. Y ahora después de una sesión de sexo con una desconocida ella pensaba invertir en mi ¿A cambio de qué?

11° Parte.

No era para nada un mal trato, de hecho era el mejor trato que cualquier hombre pudiera buscar, el sueño de un adolescente (los hombres no maduramos, nos hacemos aburridos, pero si nos dan la oportunidad siempre seremos adolescentes dispuestos a hacer locuras), era eso a lo que todos aspiran pero nadie se atreve a decir, me pagarían por cuidarme y darle placer.

Según ella no era el amante perfecto, pero no estaba tan lejos de serlo, haciendo a un lado mi cuerpo de gordo, mis complejos y algunos malos hábitos sería el sueño de toda mujer… de la lujuria de toda mujer, si me cuidaba toda vía me quedaban algunos años para aprovechar, pero tenía que empezar en ese momento.

No fue mucho lo que hablamos, pero fue lo suficiente, ella cubriría mi sueldo por un año y en lugar de ir al trabajo, haría dieta y gimnasio, seguiría con mi nuevo trabajo, atrapando y atrayendo a distintas mujeres y cuando ella me necesitara, simplemente sería de ella por el tiempo que ella dispusiera y me daría algunos tips para mejorar como amante.

Yo estaba encantado, dispuesto a salir de ahí sin más, sin cobrar un peso por la sesión terminada, entonces sin soltar mi miembro aún, lo miro deleitada y dijo ─ cumple bien su trabajo tu compañero, aún le queda algo por lo que veo.─

Una gota de semen escapaba después del breve descanso y yo juro que pensaba que su sabor no era nada grato, las veces que mi exesposa me hizo un oral y mi semen tocó su boca siempre termino vomitando, pero ahí estaba está mujer, que solo al ver el líquido goteando parecía recuperar todo su deseo.

Con movimientos ágiles de lujuria llevo su boca a mi sexo y atrapando primero mi miembro con su lengua ¡lo devoró de una forma…! el calor de su saliva se derramaba en mis gónadas mientras su boca me atormentaba de maravilla, fue cuestión de nada antes de que mi erección fuera nuevamente completa, esa mujer sabe hacer el amor, sus caricias iban y venían, todo mi cuerpo gozaba del calor de sus manos, su boca y su sexo, más allá del placer, ella despertó mi alma de una forma que nadie lo había hecho jamás, a punto de venirme dos veces me consiguió calmar sin perder el vigor de mi cuerpo una y otra vez me llevo tan cerca del clímax sin eyacular, entonces paso, algo que yo creía era solo un mito, algo que pensé jamás me llegaría a pasar un orgasmos sin eyacular, mis sentidos se dispararon y ante mis ojos ella se veía hermosa, a la vez que todas mis terminaciones nerviosas me bombardeaban señales de placer, fue la primera vez que toque las puertas del paraíso como me gustaba ver a mis amantes hacerlo.

Entonces ella convertida en una diosa de la cama monto en mi miembro y juntos cabalgamos una vez más hasta el orgasmo.

Verla así, con el pelo suelto y sus pechos morenos al desnudo, con nuestras químicas mezcladas y su sudor dándole un delicioso brillo fue un cuadro que jamás olvidaré.

12° Parte.

Salí de ahí con las piernas temblando, la cartera llena y un cheque con una cantidad superior a mi sueldo de un mes, era increíble lo que había pasado, mi padre siempre me dijo, no me importa a qué te dediques, si eres barrendero intenta ser el mejor barrendero, si eres banquero se el mejor banquero… recordé cuando le dije que quería ser escritor y casi se vuelve loco diciendo que iba a morir de hambre… La vida dio mil vueltas y ni fui escritor, ni lo que él soñaba que fuera, y ahora estaba aquí está vez sí, intentando ser el mejor en lo que ahora hacia, camino a mi casa disfrutando de la brisa veraniega me entró un ataque de risa de solo imaginarlo, definitivamente no podía seguir así, me estacione por un instante me quite el casco y llore y reí, después de una vida de tropiezos y fracasos el futuro parecía sonreír, si alguien me hubiera dicho que esté sería mi oficio y viviría feliz de esto lo hubiera juzgado de loco, seguro se hubiera ganado dos o tres golpes intentando callarlo, pero jamás le hubiera creído. Y ahora estaba aquí a una edad bastante madura girando el timón de mi vida, dando vueltas en u y regresando a la vida despreocupada y alocada que no tuve en mi primera juventud.

La verdad es que me encantaba la idea, era como volver a empezar, pero con más experiencia y en algo que de verdad me gustaba, pensé que hasta el momento había tenido suerte, pues en verdad las dos mujeres que había tenido por clientes me eran más que atractivas, si a ambas las hubiera conocido de distintas maneras yo hubiera babeado por ellas, sería yo visto por un acosador y ni pensar en tener oportunidad de tocarlas, y sin embargo así, visto de cierta manera la sociedad reprobaría tanto mi actuar como el de ellas.

Los días pasaron y yo no tarde en renunciar a mi trabajo, de acuerdo con lo que pacte con mi señora entre a un gym y sin adorar la idea comencé a comer sano, el primer día fue una locura, si el ejercicio no me gustaba la idea de solo ver los taquitos en la distancia me mataba, yo era un gordo profesional, no un amateur, uno de esos que saben comer y aman los tacos que escurren deliciosa grasa, pero todo eso iba a cambiar, si había algo que amara más que los tacos bañados en salsa, era una bella vagina mojada, su aroma y todo alrededor de ella, el delicioso cuerpo de una mujer, su voz gimiente al amar. Definitivamente si algo es superior a la comida en mi mundo, eran las mujeres, en todas sus presentaciones y variedades, si algo hizo bien Dios fueron ellas, por eso las dejo para el gran final, la cereza del pastel, primero ensayo con todo el universo y al final, su gran final ya con toda la experiencia acumulada, fueron ellas, tan sorprendentes y bellas como todo el esplendor de la creación.

13° Parte.

Llevaba casi una semana y un mensaje volvió a ser de prioridad, la primera dama requería nuevamente mis servicios. No negaré una tremenda alegría, casi era amor lo que sentía por aquella mujer.

─ ¿Te puedo ver? Mismo lugar, misma hora, el sábado otra vez.

Demore en contestar, no quería que supieras que solo la tenía a ella.

─ Mismo precio. ─ insistió en otro mensaje.

─ claro que sí. ─ Conteste. Quería que sintiera que me movía más el dinero que las ganas de volverla a ver.

─Genial, ahí te espero─ el emoticón con corazones llegó dando señales de amor.

Espero que no se enamore de mí, pobrecita, ella tan bonita y sufriendo por un patán y yo como su pañuelo de lágrimas.

Hacía casi un año yo había estado en sus zapatos, recién divorciado, sin sexo, con la autoestima por los suelos, víctima del menosprecio de mi ex, algunas prostitutas y alcohol acabaron con lo poco que quedaba de mí. Simulaban oírme, entregaban caricias falsas mientras yo me enamoraba y les entregaba los centavos que lograba juntar, si no hubiera sido por mis padres hubiera dormido varias noches en la calle…

En fin, eso fue el motivante de los días que quedaban esa semana, dieta, ejercicio y una vida sana.

No lo crean, pero en pocas semanas mi cuerpo se sentía distinto, destrozado por el ejercicio y con un hambre colosal que nunca había tenido, decidí suspender un día intentando descansar y creo que funcionó, el sábado me sentía un poco mejor y definitivamente el traje decía que estaba… igual.

No negaré que fue desmotivante, si hubiera sido más joven y con otro trabajo me hubiera derrumbado, pero al tener una cita con sexo asegurado, dónde incluso cobraría, solo me lleno de más orgullo. Y maldije mil veces a mi muy caro instructor, si algún día me pedía consejo para satisfacer a su pareja, no se lo daría o peor aún le diría todo mal para que se sintiera peor que yo.

14 Parte.

En fin, está vez esperaba con ansias diferentes el mensaje, seguro de mi desempeño y de haber convencido.

Al fin llegó el mensaje.

“te espero” el número de la habitación y un emoticón de amor. Al entrar en la habitación ella estaba aún más bella que la primera vez, el vestido era más sexy y su maquillaje era también menos tímido.

─buenas tarde señorita ¡Que hermosa luce! Que grato es volverla a ver.

─también me da gusto verlo.

Esta mujer cada día me gustaba más, durante toda mi vida vi a este tipo de mujeres como algo fuera de mi alcance, me acostumbré a no pensar si quiera en tener una oportunidad con ellas, mujeres delgadas y hermosas, delicadas y femeninas, en mi interior sabía que algo así jamás me daría una oportunidad, para mí tendrían que ser más toscas, robustas, una mujer así de delicada no se fijaría si quiera en algo tan grotesco como yo, y ahí estaba ella, siendo la mujer más bella que jamás tendría yo, «deseando estar conmigo… Otra vez»

─ ¿está lista para empezar?

─ si ─contesto un poco tímida.

Puse la música del celular, había comprado una bocina para mejorar la calidad del sonido y de la experiencia, con el dinero que me dio mi señora, ahora también tenía un par de trajes propios a la medida

─ ¿cómo te llamas? ─pregunto.

Sabía que en el medio de la prostitución todos cambian sus nombres, yo lejos de “dedos de poeta” no había pensado en ninguno, decidí usar el real, igual sabiendo que todos cambian sus nombres creerían que era falso, así que se lo dije.

─me gusta tu nombre─ dijo con voz relajada mientras bajaba del cuello a sus hombros masajeando.

─Usted también tiene un hermoso nombre señorita, y no solo su nombre─ susurré acercándome a su oído y acariciando su rostro, ella giro levemente como derritiéndose y cerrando los ojos. ─pido permiso para tocar su cuerpo.

─por favor─ susurro ella.

Mi rostro junto al de ella, mientras sus labios buscaban mi boca y su aliento se mezclaba con el mío, el aroma de su piel, de su rostro, una mezcla del perfume y maquillaje barato, tan especial que recordé mi juventud, mis primeros besos y mi corazón destrozado. Así estaba ella, con el corazón destrozado, buscando sanar sus heridas en mis brazos.

─y bonita ¿Qué haces aquí?─ Pregunté susurrando a la vez que unía sus labios a mis labios.

Ella giro y quedamos de frente, yo la abrace y ella correspondió el abrazo.

─te extrañe─ dijo mientras se acurrucó en mis brazos, en mi pecho.

─yo a ti─ “si supieras que eras mi primer cliente” pensé.

Libero un suspiro de alivio y yo la apreté contra mi pecho.

─ Te quitas la ropa y recuesta en la cama por favor.

─ ¿boca abajo?

─si, por favor.

─pondré aceite en tu espalda.

Ella asintió y yo continúe el masaje. Sí, había cortado todo el romance de tajo y aunque mi corazón protestaba, la parte sería en mí, la que quería considerar esto un trabajo me obligaba a hacerlo, no podía enamorarme, no debía… pero verla así, desnuda, confiando en mí, confundida por el abrupto cambio… no quería pensar, quería callar al corazón… me concentre en el masaje. 

Podía oír el sonido de sus suspiros, ella gozaba cada movimiento de mis manos, se relajaba más y más, nuevamente baje por su espalda y una deliciosa tanga me daba la bienvenida, sus glúteos agradecieron el roce de mis dedos, roce el borde de la prenda un par de veces sintiendo como ella vibraba al sentir el contacto tan cerca de su intimidad, acaricie sus muslos, sus piernas que brillaban al ser cubiertas con el aceite.

Quise cambiar un poco está vez y le pedí que girará quedando sobre su espalda, verti aceite en su vientre, suavemente lo lleve hacía su pecho, bordeando los confines del sostén, vertí más aceite en la parte superior de su pecho y lo distribuí uniformemente en su piel, acariciando sus pechos hasta donde la tela me obstruia, con suavidad y con cariño vi sus pezones esforzarse por salir, un poco más de aceite en sus piernas y el roce con el hilo dental que los cubría se volvió una tortura exquisita, donde ella deseaba que mis dedos penetraran y yo jugueteaba con su deseo, pase tras pase, sus labios se iban abultando cada vez un poco más, dejando escapara un poco de ese aroma que recuerda al mar.

Sus suspiros cada instante eran mayores, igual el deseo de ambos de cortar la secuencia del masaje y entregarnos a nuestro lado salvaje.

Decidí aumentar la tortura sensual y dejé que mis dedos no solo rozaran la prenda, si no que el contacto fuera más total, poco a poco aumente la intensidad del contacto de mis dedos sobre sus labios, primero un leve toqueteo hasta que mis dedos acariciaban en totalidad sus labios sobre la prenda, presionando deliciosamente, disfrutando ambos el momento, el néctar de su sexo comenzó a manar mojando la prenda y la sed de mis dedos los hizo desear pasar bajo de ella, la invasión comenzó de a poco, lamiendo con mis dedos bajo la tela, ella suspiraba deseando más, pidiendo más entre gemidos disfrazados de suspiros.

Retire la deliciosa prenda mojada y al verla así, destilando miel por mí, decidí beber de su sexo sin dar cuartel.

El embate fue abrupto, sin anunciar mi entrada, ella esperaba la gentileza de mis dedos y lo que sintió fue el arribo hambriento de mi lengua voraz. Un gemido siguió al estremecimiento y al intento inconsciente de cerrar sus piernas, pero era tarde ya, su clítoris destilaba en mi lengua a cada pasada de ella, gemido tras gemido, ya elevaba, ya bajaba sus caderas, sus labios se abrían y contraían víctimas de mis dedos y mi lengua, el manar de su sexo se volvió un delicioso caudal de pasión.

Tras un delicioso y potente orgasmo vinieron los espasmos involuntarios y una lucha por retirarme de entre sus piernas, pero el premio era mío y no lo dejaría ir. Al fin cedió y nos quedamos casi inmóviles a la vista, mi boca entre sus piernas y mi lengua lamiendo pasivamente cada célula de la piel de su sexo, su respiración agitada, poco a poco se calmaba… entonces nuevamente sus emociones comenzaban a inflamarse, las contracciones tras terminarse volvían y ella suspiraba de agonía, era mi momento, el masaje había terminado y ella lo sabía, me retire y ella me miró deseosa, me coloque un condón y ella abrió sus piernas. El acoplamiento fue sin igual, plop, plop, plop, una y otra vez hasta terminar.

Aunque ambos terminamos no me sentía tan agitado como la vez anterior, nos quedamos por un tiempo abrazados, casi sin movernos y después de un rato ella me acaricio.

─me estoy enamorando sabes. Tienes una manera… Pensé que todos los hombres eran egoístas a la hora de amar… que era solo sexo… pero tú…

Sonreí, solo tenía 2 clientas, pero me encantaba el «sin palabras» con el que terminaban, la forma de expresar lo que no podían expresar, no sabía si era el mejor gigoló de la ciudad, pero al menos, mis consumidoras estaban satisfechas.

─me halaga señorita, para mí es un placer compartir con tan delicada belleza… usted tiene algo especial (era la primera y eso era mucho para mí, justo cuando me daba por vencido ella me dio mi primer y delicioso trabajo) algo que me fascina en usted─ acaricie su rostro con deseo─ no sabría decirlo.

Ella suspiro y correspondió las caricias, nos abrazamos y mi sexo despertó levemente y ella lo sintió y sonrió.

Después de todo la vida sana si tenía beneficios, nunca antes me había repuesto tan rápido.

─ya se recuperó. Lástima que ya no ajusto para otra sesión.

─está corre por mi cuenta ─ sonreí y ella correspondió la sonrisa de una manera lujuriosa y con una confianza que no esperaba, comenzó a acariciar mi sexo que no tardó en reaccionar.

─señorita─dije con voz gimiente─ que delicia es sentir la suavidad de sus manos

─¿Eso crees?─ yo asentí con el rostro lleno de placer ─¿y esto?

Tras su pregunta me dio un beso en la boca y comenzó a bajar lamiendo mi cuerpo.

El cosquilleo inicial en mi cuello… ¿Quién no goza que le besen el cuello? Ella noto que yo sí lo hacía pues no había soltado mi miembro (que en definitiva no sabe mentir) el beso en mi cuello fue prolongado, hasta podría jurar que intentaba dejar marca, marcar su territorio, no me importaba, estaba gozando y ya tenía las ganancias del día. Bajo a mi pecho y mordió y lamió mis pezones de manera sublime, que me pagarán por esto era una maravilla, aunque esto era gratis, no podía dejar de felicitarme por el gran acierto de mi nuevo trabajo. El descenso continuo y aunque no era tan sublime, el cosquilleo y que no dejará de estimular mi pene era algo que mi esposa en años de casado jamás había ni intentado. Entonces llego, la sensibilidad se fue a tope iniciando en mi vientre y a cada centímetro subía en pendiente, hasta que comenzó a devorar mi sexo, mis testículos, todo mi ser era probado por las papilas gustativas de está belleza y cuando sintió que mi erección no podía ser más, unió su sexo con mi sexo, estaba tan inmerso en el placer que tarde en reaccionar que estábamos haciendo el amor sin protección. La sensación nunca tendrá comparación, por muy bueno que sea el condón, sea la tecnología que sea o la marca que desees, el placer de el cuerpo con el cuerpo no tiene igual, su química y mi química mezclando el olor de los sexos, los calores fusionados siempre serán una sensación suprema, me preocupo, de verdad me preocupo, pero el pecado estaba cometido y solo me quedaba disfrutarlo.

─me moría por sentirte dentro─dijo suspirando─sentir tu carne, tu alma… tu.

Las palabras se mezclaban con él vaiven de nuestros cuerpos, hasta que al fin me derrame dentro de ella y ella disminuyó la potencia de sus movimientos, hasta que solo se quedó sobre mí con mi miembro vencido entre las piernas.

─gracias mi amor, lo necesitaba.

─fue un placer… pero debimos usar protección dije seriamente.

─pero siempre la usas y yo confío en ti─ dijo con gesto de niña regañada.

─y yo puedo confiar en ti, pero dime ¿Podemos confiar en ti esposo?

─hace casi un año no me toca

─si, pero y antes de eso… ahora tendremos que revisarnos, nunca confíes en nadie.

15° Parte. 

Afortunadamente todos los exámenes estuvieron limpios y ella tomaría mayor confianza para terminar con una relación que solo le causaba mal, quizás si yo hubiera contado con una relación así, hubiera terminado antes mi matrimonio, pero el universo tiene caminos misteriosos, ahora era un trabajador sexual y sinceramente me encantaba. Pocos días después tuve una nueva cita, una cliente nueva, de hecho, era una joven que quería experimentar, dudo mucho en acceder, fueron muchos mensajes antes de decidirse incluso creo que fue de los primeros mensajes que recibí, pero después de algunas semanas ahí estaba, esperando la confirmación de su habitación.

El mensaje llegó y yo no tarde en arribar en mi moto, la chica no era muy bella y cuando me vio, creo que me miró con desprecio.

─si no me gusta no pago ¿Verdad?

─así es señorita, te vas con tu dinero si la experiencia que sientas no es tu mejor experiencia sexual.

─ espero que lo sea, por qué tu mi amigo, no eres el galán que yo esperaba.

.

Era una de esas niñas pedantes, que creen que el mundo no las merece, pero al fin era una cliente y sinceramente estaba dispuesto a hacerla tragarse sus palabras, así que hice caso omiso de su arrogancia y me dispuse a hacerla gemir de pasión.

Le pedí se relajará y respirará profundo y así comencé con el masaje relajante en cabeza y hombros. Yo mismo comencé a respirar profundo, realmente necesitaba relajarme si quería que esté trabajo saliera bien.

Cuando la sentí menos tensa me acerqué un poco a su cuerpo para que sintiera el calor de mi cuerpo, pero no como para provocar un contacto, la niña no había estado en un plan muy perceptivo al inicio y no podía arriesgarme, suspiré profundo cerca de su oído ─que bonita piel─ dije intentando hacer mi voz lo más varonil posible y ella confirmo la eficacia con un ligero estremecimiento. Acaricié sus brazos y llegué a sus dedos jugando sensualmente con ellos. Me acerque a su nuca y respire el aroma de su pelo.

─frutas─ murmuré, no me gustaba el aroma de su pelo, pero a pesar de todo ella se había arreglado para la cita y no podía repudiar su esfuerzo.

─te recuesta en la cama por favor.

La verdad la chica no me causaba ningún encantó, pero tenía que continuar.

Continúe el masaje en la espalda, sus pies y sus piernas.

─ ¿Puedo quitarte la blusa, para ponerte un poco de aceite?

─pues… supongo─ ese tonito con el que hablaba parecía insultar todo lo que hacía.

Seguí con suavidad, la sensación del aceite me ayudaba también a mí, creo que mi cuerpo ya se había entrenado a prepararse cuando lo sentía, por qué, aunque mi ánimo no era el mejor, mi “compañero de trabajo” ya comenzaba a prepararse, llegué a su espalda baja y el brinco que dio cuando mis dedos rozaron sus caderas me dijo que ella ya casi estaba lista.

-con tu permiso voy a quitarte el pantalón.

─mmm este…─ella dudaba, su forma de ser, deseaba negarse, pero su cuerpo quería seguir.

─si deseas me detengo─dije con seguridad.

─mmm… no, por favor prosigue.

─aplicaré aceite en tus piernas.

─mhm.

El brinco al sentir el aceite y después mis dedos fue incontenible. Fui lento, casi imperceptible, el roce de mis dedos era más ligero que una pluma, pero su sensibilidad ya estaba a tope, el cosquilleo para ella era más que sensual en ese punto. entonces poco a poco fui hacia sus glúteos, subiendo por sus muslos, el cosquilleo la hacía suspirar de emoción hasta que por fin las yemas de mis dedos alcanzaron la piel colindante de sus glúteos, se contrajo un poco, pero deseaba que continuará, ligeramente borde la tela de su ropa interior disfrutando de las reacciones que no podía esconder…

─ te giras, por favor

─si─ murmullo

Deje caer más aceite en sus piernas y sus muslos brincaron.

Con suavidad desplegué el aceite en sus muslos acariciando las ingles, rozando con los dedos el borde de su ropa interior que era casi uno con el borde de sus labios, mientras ella comenzaba a suspirar intentando no ser tan evidente, pero ya mis dedos comenzaban a pasar de bajo de la tela y ella a murmurar frases inteligibles de placer.

Pronto el aceite ya no necesitaba salir de la botella y el aroma a sexo era dueño del cuarto. Puse mi mano sobre su sexo presionando cálidamente

─este ha sido el preámbulo preciosa, si la experiencia no ha sido de su agrado hasta el momento, podemos detenernos aún, pero de lo contrario le pido permiso para continuar y retirar las últimas prendas que defienden su intimidad.

Sin decir nada claro, con la voz entre cortada y gimiente levanto las caderas y comenzó a deslizar la prenda y yo triunfante con gusto le ayude.

Sus labios abiertos cuál botón de rosa que recibe la brisa de verano, parecieron saludarme y yo con ternura, comencé a acariciarles, abriéndolos dulcemente para disfrutar del clítoris que ya se ahogaba entre sus propias mieles. Comencé a explorar con las yemas de mis dedos un poco más allá de sus labios, descubriendo las terminales más sensibles, leyendo la respiración y los gestos de su cuerpo, trazando un mapa imaginario para encontrar la ruta del tesoro deseado.

─ ¡ay Dios! ¡Ay Dios! ¡AY Dios! ─repetía sollozando.

─tranquila mi niña, esto no es pecado, pecado es encadenar al cuerpo y torturarlo y usted solo disfruta lo que muchas se niegan por años.

El masaje se hizo tan íntimo que mis dedos eran más de ella que míos mientras apretaba los labios entre orgasmos.

─fff,hha! fff, ha!─sus palabras se perdían entre las mieles de sus piernas.

Al fin llegó el gran invitado una explosión orgásmica como ella no había experimentado. Y un grito que no podía negar que mis dedos no eran lo mejor que ella había probado.

Me atrapó entre sus piernas y yo esperé paciente a ser liberado

─hazme tuya, por favor necesito sentir que me has amado.

─ ay hermosa, mi trabajo ha terminado, la sesión que contrataste solo era por un masaje y hay otras chicas en mi agenda.

La cifra que susurro era halagadora, pensé que con la actitud inicial me había perdido, además yo había mentido sobre mi agenda, pero el trabajo es trabajo y yo odio desperdiciar una erección. Me quite la ropa, saque un condón del saco.

Levanté sus piernas sobre mis hombros y justo como me gusta deslice despacio mi miembro penetrando entre los labios de su sexo hasta quedar completamente acoplados, el suspiro que libero al sentirme fue liberador, salí despacio como maestro de la paciencia y aunque ella ya exigía mayor pasión, volví penetrando lento hasta que sintió completo mi sexo dentro, sus músculos se contraían pidiendo más y yo al fin decidí darle lo que pedía en un movimiento rápido y potente, salí y entre golpeando sus labios y provocando el delicioso plop, plop, plop, que me encanta, su gemido me encantó y aquellos niña que había logrado mi desprecio fue aceptada en mi deseo. El bombeo se volvió enérgico y sus gemidos rítmicos con él, Dios, Santos y toda la corte celestial fueron nombrados entre gemidos y yo puesto junto a ellos por lo que antaño fue una niña mimada.

A pesar de todo así inicio el verdadero boom, creo que esa chica era bastante comunicativa entre sus conocidas, pues solo unos días después comencé a tener mucho trabajo y ya no me pedían tantas fotos. Realmente lo que querían era el placer, sin importar el físico o el rostro. Eran niñas de un mismo estrato social, la forma de vestir y hablar las delataba y todas conocían bien el nombre de varios santos, no me importaba y no pretendía más allá de cumplir mi trabajo bien, para seguir ganando clientes, en solo dos semanas ya tenía más de 20 clientes diferentes, mi señora que tenía preferencia sobre todas pues ella pagaba bien y por adelantado y cada sesión me enseñaba algo nuevo, cosas que hasta yo desconocía que podía hacer o sentir; mi primera dama, aparte de hermosa ella era especial y visita tras visita recibía nuevas consideraciones, jamás la he buscado pero más de alguna vez ha obtenido todo de mí solo por este amor que le tengo, no sé, quizás me veo reflejado en ella, me gustó darle seguridad para separarse de su esposo y mantenerse independiente, somos buenos amigos, quizás más que eso y otras chicas de las cuales irán sabiendo más adelante en otro libro.

Luis Enrique Vergara Maldonado

20 de noviembre de 2020

Guadalajara jal.

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