Canto I: El Llamado del Pan

En la antigua Hélade, tierra de dioses,

Donde el mar canta y las olas susurran,

Vivió Odiseo, el astuto, el sabio,

Que de Troya partió en su barca ligera.

Pero en vez de luchar por la vuelta a su casa,

Buscó el pan perfecto, la esencia vital,

Que alimenta el cuerpo y nutre el alma,

El pan divino, el regalo inmortal.

De Ítaca salió, en búsqueda ardiente,

Por mares y tierras, bajo soles candentes,

Dejó a Penélope, fiel en su espera,

Y al joven Telémaco, su esperanza entera.

Odiseo, hambriento no de gloria ni oro,

Sino del pan que a todos sustenta,

Enfrentó los retos, los dioses y el odio,

Por hallar la harina bendita y buena.

Canto II: La Isla del Hambre

Navegó por días, por noches sin luna,

Hasta que arribó a una isla hambrienta,

Donde no crecía ni trigo ni espiga,

Y sus habitantes vivían en pena.

«¿Dónde está el pan?», preguntó Odiseo,

«¿Dónde el alimento que el hambre mitiga?»

Pero solo encontró rostros desolados,

Y en sus manos, migajas apenas.

El rey de la isla, de nombre Anémos,

Le contó entre sollozos su amarga tragedia,

«El suelo es estéril, la lluvia escasa,

Vivimos de hierbas y frutos pequeños.

Oh, forastero, si traes la clave,

Para hacer crecer el trigo dorado,

Te daremos honor, riqueza y casa,

Serás nuestro héroe, serás venerado.»

Odiseo, conmovido, se puso a pensar,

Enseñó a los hombres a arar la tierra,

A sembrar semillas, a esperar la lluvia,

A rezar por el sol y a temer la tormenta.

Pasaron estaciones, floreció la vida,

El pan apareció, y con él la esperanza,

Odiseo partió, dejando atrás una isla,

Que agradecida lo vio alejarse en su barca.

Canto III: La Tentación del Loto

Llegó a otra costa, donde el loto crecía,

Una flor que embriaga y borra las penas,

Sus habitantes vivían en dulce letargo,

Olvidando sus vidas, sus sueños, sus metas.

Le ofrecieron a Odiseo la flor del olvido,

Pero él, con firmeza, rechazó el obsequio,

«Busco el pan que da vida, no el sueño vacío,

Mi misión es sagrada, no puedo ceder.»

Sus hombres, tentados, probaron la flor,

Y cayeron en brazos de un sopor profundo,

Odiseo luchó por sacarlos del trance,

Recordándoles Ítaca, su hogar, su mundo.

Partieron deprisa, dejando atrás,

El jardín de los sueños, de olvido y paz,

Y continuaron su viaje, con fuerza renovada,

En busca del pan, su promesa dorada.

Canto IV: El Canto de Circe

Navegaron luego a la isla de Circe,

La maga hechicera, de cantos dulzones,

Que transformaba a hombres en bestias,

Con sus encantos y sus pociones.

Odiseo llegó y la enfrentó con valor,

Le pidió ayuda para hallar su destino,

Circe, impresionada, le dio su favor,

Y reveló secretos de dioses y signos.

Le habló del pan, de su origen divino,

De cómo los dioses lo dieron a humanos,

Le enseñó recetas de antiguos caminos,

Para hornear el pan de los primeros granos.

Odiseo, agradecido, partió de la isla,

Con nuevos conocimientos y fuerzas redobladas,

Sabía que el pan no era solo alimento,

Sino un vínculo sagrado, de manos enlazadas.

Canto V: El Reencuentro con el Mar

Surcaron las olas, enfrentaron tormentas,

Llegaron a islas de trigo y cebada,

Odiseo enseñó a hornear y sembrar,

A pueblos que vivían de pesca y de nada.

Cada lugar que tocaba, dejaba su huella,

Transformando la vida, sembrando esperanza,

El pan que traía no era solo de trigo,

Sino de unión, de amor y confianza.

Pero el viaje no acababa, aún quedaba camino,

Hacia Ítaca volvió, tras años errantes,

Su hogar lo esperaba, su esposa y su hijo,

Con el pan como ofrenda, su regreso anhelante.

Llegó al fin a su tierra, disfrazado de pobre,

Para ver si el hogar aún lo reconocía,

Y halló a Penélope, fiel y sincera,

Que tejía y destejía en su eterna vigilia.

Canto VI: El Regreso del Héroe

Reveló su identidad, con lágrimas y abrazos,

Odiseo el panadero, el héroe retornado,

Trajo consigo recetas y granos,

Para compartir con su pueblo amado.

En Ítaca se alzó un horno sagrado,

Donde el pan se horneaba para todos igual,

El héroe enseñó que el alimento compartido,

Es la esencia de la vida, el verdadero ideal.

El viaje de Odiseo no fue solo por mares,

Sino por corazones, por almas y mentes,

Buscó el pan, y encontró en su arte,

El vínculo eterno que une a la gente.

Así, en la tierra de dioses y héroes,

Se cuenta la historia del pan y el viaje,

De Odiseo, el sabio, que cruzó horizontes,

Por hallar el sustento que a todos nos nace.

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