Jamás he ser elegida.
En la sincronía del amor, la belleza de los matices de una conexión real, del vinculo entre dos corazones puros. Jamás he gozado percibir en mis pupilas enrojecidas.
Siempre fui excluida.
Veían en mi rostro empañado por la hipersexualización y cinismo, la desgracia y apatía ante el dolor.
Era solo eso, como Pazuzu, era ese viento del oeste, que traía consigo tormentas y pestilencias, desgracias y odio a su alrededor. Solo soplaban las palabras en mi rostro y se chorreaban dentro de mi feminidad las mentiras.
Solo era eso, un ser que sembraba caos en sus vidas y placer en su piel.
El placer que entregaba con la desolación en mi corazón, dejando tras de mí solo ruinas y vacío.
Tan solo era un reflejo del vacío que veían a través de mi mirada maligna.
Un objeto sexual, sin propósito más allá que complacer el apetito del perverso, el vacío del obsceno y la autoestima del animal.
Complacía la libido de uno y cuantos venían y se iban.
Como una máquina bien aceitada, programada para dar placer al perro y nada más que eso.
Se desprovista mi alma, se deshumaniza mi cariño soy un autómata sin amor, cuyos engranajes giran solo para satisfacer deseos ajenos, mientras mi corazón se marchita en un desierto de insatisfacción.
Donde mi humanidad es una ilusión y la autenticidad mis fantasías son inalcanzables.
Nadie ha de ser capaz de satisfacer mi hambre de un amor real, fuera de las oscuras fantasías del extraño.
BARAKAT RUFFILO.
OPINIONES Y COMENTARIOS