Cada mañana, tus ojos se abren
Dándole color y brillantez al amanecer.
Te levantas, y Hermosa como la muerte,
Te deslizas con porte fino y delicado,
Definiendo el estrecho espacio
Entre la perfección y la fascinación.
El viento te contempla,
Acodado a la ventana.
Se enardece, sopla enfurecido.
Tu bata transparente abre y cierra.
Todo el entorno es color de rosa.
Mi mirada se deleita
Pero agrava mi desdicha.
Cada mañana me pregunto
Hasta cuándo soltarás destellos,
Y cuán profundo seguirán
Entrando al centro de mi alma.
Trato de emularte, no lo consigo.
Aun así te sigo, temeroso, inseguro,
Solo para, justo al entrar a la bañera
Volver a convencerme de que
Aquello sucedía hace tiempo, mucho tiempo;
Porque ya no estás en este mundo…
…Aunque nunca has dejado de estar.
Y cada mañana es sinónimo
De mi eterna infelicidad.
MM
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