Título de la obra: Por las azoteas
Autor: Julio Ramón Ribyero
Género: Cuento
Fecha publicación: 1958

La obra “Por las azoteas” es uno de los muchos cuentos de Julio Ramón Ribeiro, reconocido cuentista peruano del siglo XX. El escritor nació en 1929, falleciendo a la edad de 65 años en 1994, siendo tanto el lugar de su nacimiento como de su deceso en la capital del Perú, Lima. El cuentista debe su fama a su habilidad para transmitir en sus historias diversos dilemas existenciales, los cuales sus personajes deben hacerles frente en entornos muchas veces inspirados en los que Ribeyro vivió a lo largo de su vida, sobre todo su niñez.
Para empezar, la obra permite adentrarnos en la humilde vida de un niño cuyo nombre no es mencionado, el cual pasa sus vacaciones jugando por las azoteas de su casa. La historia toma un rumbo diferente cuando un día entre sus viajes conoce a un hombre, volviéndose su nuevo pasatiempo del niño escuchar sus cuentos y relatos. Desde aquí, seremos testigos de cómo poco a poco formaran una bonita amistad, la cual se pronto se verá afectada por el final del verano.
Podemos decir que el objetivo de ponernos en los ojos de un niño es invitarnos a explorar los rasgos de la infancia, como lo son la curiosidad y la imaginación. En cuanto a las azoteas, podemos interpretarlas como una forma de representar un espacio donde los niños buscan escapar de su realidad y adentrarse en un mundo de fantasía y descubrimiento. Además, se enfatiza en como todo lo que entra en este mundo, desde objetos perdidos a nuevos lugares sin explorar, con un poco de creatividad se vuelven valiosas para el niño. Pero esto no solo se limita a estas cosas, pues en el momento que el niño conoce al hombre y empieza a escuchar sus historias, estas también se vuelven valiosas para el niño, dando comienzo a su amistad. Por último, podemos concluir que el impacto de la historia de “Por las azoteas” crece conforme uno se vuelve mayor, como también cuando más lejos uno se distancia de su niño interior. A continuación, se mencionan algunos fragmentos, los cuales a nuestro parecer son claves para entender la profundidad de la obra:
«Las azoteas eran los recintos aéreos donde las personas mayores enviaban las cosas que no servían para nada» … «Entre todos estos trastos yo erraba omnipotente, ejerciendo la potestad que me fue negada en los bajos.» … «Nada me estaba vedado: podía construir y destruir y con la misma libertad con que insuflaba vida a las pelotas de jebe reventadas, presidía la ejecución capital de los maniquíes«.(Ribeyro, 1964, párr. 2)
En este fragmento podemos apreciar la cuidadosa construcción que se presentará a lo largo del cuento. Se destaca a las azoteas, descritas como un lugar abierto y sin restricciones. Además, también destacar que parece un lugar donde solo se puede acceder si antes decides buscarlo. Es seguramente por la gran libertad que presenta por la que fácilmente el niño podía sentirse en paz y llegar a divertirse. En otras palabras, un mundo donde podrías ser tú mismo (si tuvieses la mente del niño), el cual solo se hace más grande conforme lo explores.
Pero es en el siguiente fragmento donde la obra toma un rumbo diferente, pues se introduce un nuevo personaje en el mundo del protagonista, o tal vez es este mismo el que introduce al nuevo personaje a su mundo:
“A partir de entonces iba a visitar todas las mañanas al hombre de la pereza. Abandonando mi reserva, comencé a abrumarlo con toda clase de mentiras e invenciones. Él me escuchaba con atención, me interrumpió sólo para darme crédito y alentaba con pasión todas mis fantasías.” (Ribeyro, 1964, párr. 43)
Este pasaje parece explorar la necesidad de atención y validación del protagonista, aunque no es una sorpresa si hemos prestado atención a las circunstancias que lo envuelven y tomando en cuenta que es aún solo un niño. Es a partir de aquí que el mundo de las azoteas, que desde antes era un lugar con gran libertad, ahora para el niño también se convierte en un lugar donde puede sentirse entendido y escuchado gracias a su nuevo amigo. Es porque a pesar de la gran diferencia de edad, cuando está con él, compartiendo historias e ideas, puede sentirse aceptado a diferencia de su otro entorno, su hogar con sus padres.
Sin embargo, para entender lo antes mencionado es necesario prestar atención al siguiente fragmento donde quedará al descubierto los problemas de comunicación de parte de los padres del protagonista, al no darse el tiempo de intentar comprender la relación entre su hijo con su peculiar amigo:
«Al día siguiente me entregó un libro: -Lo leerás cuando no puedas subir. Así te acordarás de tu amigo…, de este largo verano.» … «Mi madre lo descubrió en el velador.» … «Ella indaga, averiguó y cogiendo el libro con un papel, fue corriendo a arrojarlo a la basura. – ¿Por qué no me habías dicho que hablabas con ese hombre? ¡Ya verás esta noche cuando venga tu papá! Nunca más subirás a la azotea.» (Ribeyro, 1964, párr. 61-64)
Desde este momento se forma un cuadro depresivo en el muchacho, al saber que se le prohibió visitar a su amigo y la pérdida de su regalo. Se aprecia la falta de comunicación familiar, además una falta de comprensión que al final marcará gran parte de su infancia. En este “mundo de abajo”, la comunicación escasea, o siempre se ve interrumpida, al punto de casi desaparecer. Esto puede deberse al poco tiempo disponible que tienen los padres para su hijo debido a sus responsabilidades y su estatus social, o tal vez, por miedo de los progenitores de decir algo que accidentalmente hiera al pequeño, por la gran cantidad de estrés acumulado. En pocas palabras, un mundo marcado por las reglas, deberes y restricciones; donde persiste la falta de entendimiento.
Para finalizar, se presentará un último fragmento narrando los momentos finales de la obra, siendo un final triste y amargo, de la misma forma que inesperado:
«Cuando me retiraba, el hombre me dijo: -Pronto terminarán las vacaciones. Entonces, ya no vendrás a verme. Pero no importa, porque ya habrán llegado las primeras lloviznas.» … «Una tarde, el patio de recreo se ensombreció, una brisa fría barrió el aire caldeado y pronto la garúa comenzó a resonar sobre las palmeras. Era la primera lluvia de otoño. De inmediato me acordé de mi amigo, lo vi, lo vi jubiloso recibiendo con las manos abiertas esa agua caída del cielo que lavaría su piel, su corazón.» … “Al llegar a casa estaba resuelto a hacerle una visita. » … «Asomándome a sus cristales vi el interior de la casa de mi amigo, un corredor de losetas por donde hombres vestidos de luto circulaban pensativos. Entonces comprendí que la lluvia había llegado demasiado tarde.» (Las botellas y los hombres, 1964, párr. 56-57 y 69-72)
Este pasaje expresa sentimientos de nostalgia, pérdida y el profundo vínculo emocional entre dos personas. La imagen que tenía el niño de su amigo recibiendo felizmente la lluvia a principios de otoño pronto es opacada con una profunda tristeza al enterarse de lo acontecido. Muchos de los lectores estaremos de acuerdo que, en cuanto dolor emocional, nada duele más que una pérdida, pues incluso después días, meses e incluso años, es posible que solo puedas pensar en aquello que perdiste, haciendo que tu corazón lo busqué a pesar que ya no está. En tal situación, le preguntaría al niño ¿Desearías no haber conocido a quien perdiste y así evitar todo el dolor que conlleva perder a alguien tan especial de tu vida, que pareciese haber formado desde siempre parte de ti? Al final, estoy seguro que respondería con un no, porque en realidad nunca perdemos a alguien del todo, lo que ellos fueron y cómo influenciaron en nosotros nos transforman y nos hacen quienes somos. Son esos momentos que pasamos con ellos, aunque duela recordarlos, los que hacen que nunca nos arrepentimos de haberlos conocido.
Podemos decir entonces que “Por las azoteas” es una obra que, girando en torno al mundo de un niño, abarca temas como la imaginación, aventuras, tristeza… que pese a lo que se pensaría de un cuento con este contenido, posee un encanto el cual ninguno de sus lectores estaría dispuesto a menoscabar. Gran parte de esto se debe a que, en el cuento, Julio Ramón Ribeyro ofrece una crítica profunda respecto a cómo muchas veces pasamos desapercibido la capacidad que tienen los niños de moldear el mundo tal como lo percibimos con su poder de la imaginación. Lamentablemente, acercándonos al final de la obra, también nos muestra las consecuencias de ignorarlos en algunas situaciones, las cuales para ellos pueden ser críticas en su formación como personas. Aún si para nosotros es justificable por nuestros deberes como adultos, lo cierto es que al final los daños que podemos ocasionarles en esos momentos tendrán el potencial de convertirse en cicatrices que los acompañarán por el resto de sus vidas.
En conclusión, “Por las azoteas” de Julio Ramón Ribeyro es un cuento atrapante para la mayoría de lectores con su prosa tan elocuente y refinada, que sigue cautivando aún con el pasar de los años. Es una de esas obras que, gracias a su composición y una narrativa propia de un gran escritor, podemos rescatar como mínimo una o más enseñanzas, las cuales seguramente nos ayudaran a mejorar como personas. Finalmente, les invitamos a los que están leyendo está reseña leer a continuación tanto “Por las azoteas” como otras obras de Julio Ramón Ribeyro y de esta forma poder ser parte de este cada vez más grande grupo de lectores, que han sido cautivados por los relatos del que no cabe duda es el mejor cuentista del Perú del siglo XX.

Referencias bibliográficas:
Por las azoteas (2018. 19 de abril). Ciudad Seva – Luis López Nieves, Enlace: https://ciudadseva.com/texto/por-las-azoteas/
OPINIONES Y COMENTARIOS