SOL-ECITO
Amé sentirme pequeña en tus brazos,
ser dibujada en tus trazos,
que tomaras mi rostro con dulzura
y sentir(te) sin premura.
Eras un lugar cálido,
como el calor de una taza
que animaba mi corazón escuálido,
o cuando desenredabas mi melaza.
Escribo esto desde la nostalgia,
de una fotografía amarilleada,
quizás fuiste sol y yo fui helada,
borramos color y no queda nada.
EL CORDEL ASTRONAUTA
Te ilustré como astronauta,
entre galaxias y cosas endulzadas,
se detenía el tiempo cuando te miraba,
pero entonces… me sujetaba.
La insuficiencia de mis llamadas,
que mis palabras no fueran acertadas,
mi falta de quererte (?)
estar a tu lado, al parecer nunca fue mi fuerte.
Porque, mientras más sujetabas,
más me alejaba.
LA VILLANA
He visto mi reflejo
escrutando por el rencor que me guardas,
¡Aférrate al rencor!, no vuelvas y echa marcha;
aconsejé a tu mirada.
Entonces, soy la villana,
tomaste lo que era mío
y me dijiste que te lastimaba,
hablaste de traición entre mis palabras.
Soy la villana,
me queda ese papel,
jugaré esta charada,
elegirás los diálogos entre líneas, esta vez.
PARADOJA DE UNA RUPTURA
No puedes romper lo que ya estaba roto,
pero, ¿por qué el dolor se extiende hasta mis huesos?,
me he abrazado conteniendo cada retazo en alboroto
imaginando que todo aún permanece “ileso”.
Velaba cada partícula,
sin advertir mis átomos,
cuyo peso subió por mi clavícula,
llenando este nudo sin fondo.
LA TARDE
Tengo este juego de palabras con mamá,
le pregunto, ¿tú me quieres má?,
ella niega en rotundo drama
o en silencio mira el televisor sin más.
Pero, una tarde, luego de ti, le dije:
Mamá, me tienes que querer,
porque nadie más lo va hacer.
Entonces, supe que me dejé.
Esa tarde, hace mucho,
yo, ya me había abandonado.
DESCONOCIDA
¿Quién soy yo después de ti?
Era alguien antes,
aunque apenas me recuerdo,
tomaré lo que queda de mi
y haré el intento.
Adiós, sol.
Aunque te admiré en verano,
debo admitir que siempre amé el otoño
y ahí es a donde pertenece este camino aún bisoño.
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