El olor de la felicidad…

El olor de la felicidad…

Williams Nuñez

03/07/2024

«El columpio apenas se mecía,acariciado por la brisa leve del Invierno que recorría el patio. Estaba echo con una soga y un neumático usado y parecía conservar aún el cuerpecito de Aiti colgado de él,sus bracitos abiertos,sus pies elevados apenas sobre el piso de tierra,girando en el aire,sacudiendo la rama del viejo sauce. Sus ojitos y su risa iluminaban las tardes mientras Abu,dentro de la casa,amasaba sobre la mesa grande del comedor, el pan para todos y de a ratos, la mira girar y correr,dando vueltas,como si en su fantasía infantil,los confines del cielo fueran un límite. Y los aromas se confundían entonces. La leña chispeante, la harina al cocerse. Y la felicidad. Porque todo en aquel entonces tenía el olor de la felicidad. 

Una niñez alegre, una vejez digna,humilde,de trabajo,de amor y de sostén en la pequeña familia. Pero el tiempo,ese implacable juez que nos marca y nos lleva a otras regiones llenas de buenos recuerdos a veces, dibuja hoy,otro panorama. Aiti creció y sus hijos la observan desde el patio mientras enciende el horno y sobre la misma mesa de Abu,amasa también el pan con el mismo amor y dedicación de entonces en esa continua historia de costumbres llenas de tradiciónes sencillas,de aromas repetidos y tan profundos como los sueños.Estas letras que se graban aquí, son testimonio de vida. Abu ya no está y el columpio espera esos cuerpecitos dispuestos a volar mientras ríen al sol,esperando el pan. Eterna fuente de vida y gracia. Por eso estas palabras. Por la continuidad de mi nieta siguiendo la tradición y llenando de amor la casa. Y provocando una tibia lágrima en mis ojos cansados que también la miran desde el cielo…»

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