Abuelita tierra alentejana

Abuelita tierra alentejana

Astrid

25/06/2024

Por las mañanas cuando despierto, siento ese silencio alentejano y las chicharras anunciando el calor, ese vientito que viene de algunas aguas subterráneas refresca un poco el ambiente, mientras las campanas de las ovejas hacen su melodía , y los pajaritos cantándole a los arboles, me incitan a que,  sí, es un nuevo día, y estoy viva.

Abro mis ojos agradezco poder dar una bocanada de aire, de tener esta camita, y poder beber un buen copo de agua solarizada.

Mi altarcito y hierbas inspiran a darle fuerza a este día, me lavo los dientes, me pongo las zapas y salgo a saludar la mañana. 

El campo amarillo y sus florecitas violetas, parece que me hablan, parece que me miran. Las vacas pastando y al pasar nos damos fuerza de tierra, ellas sabiendo su final, y yo entendiendo, que tarde o temprano, la muerte ahí nos espera…

Alentejo tiene un nose que, que te abraza. Entre tanto campo, con solo un poco de agua todo se reverdece, y sus temazquitas antiguas, en medio de la nada…

Alentejo inspira, las aguas de sus diques, y la su gente, arrinconada por las tardes en algún puestito de café y cerveza, gente campesina, mujeres de tierra, y de cocina rica.

Aqui se vive como antes, ja, aquí la cultura es de séculos atrás. 

Las mujeres en sus tareas y los hombres en las suyas, por un lado, lamentablemente, sigue un poco de todo esto.

La comunidad gitana, y todas sus crianzas y su forma tan diferente de habitar este mundo…

Aquí en el campo parece que la gente habla fuerte, habla alto, se escuchan a cuadras, literal «como en el campo»

Y yo aquí, en medio de esta abundancia, que depende con qué ojos se mire, claro.

Ojos de carencia, ojos de abundancia

Cuando viajas , y vas experimentando diferentes lugares laborales siendo el mismo labor siempre, en mi caso siendo guardavidas, descubres mucho sobre los lugares que, claramente los hacen la naturaleza, y las personas, sin duda, aunque acá parece que no hay personas, las hay.

El agua verde del dique, sus aves, halcones, cigüeñas; cuando voy en mi bicicleta o cuando nado miro hacia arriba y me dan ganas de volar, todo el tiempo que puedo observo su vuelo, son como danzas, ellas aprovechan las corrientes aéreas de aire calor y viento, son expertas en ello, también la presión y la temperatura varia. Amo verlas tan libres y tan hermosas expandiendo sus alas, buscando sus presas.

Alentejo me dio alas, así lo siento, cada vez que vengo aquí, me siento protegida, me siento en abundancia y que todo tiene solución, casualmente siempre llego sin un euro en el bolsillo, pero con trabajo y casa. Gracias montesito.

Los colores amarillos y violetas, directos al plexo y a la transformación energética de el aura como también el verde esmeralda del dique profundo y a veces tenebroso, que te limpia los miedos, y desafía tu fuerza mental; eso me dio alentejo, eso me dio este lugarcito llamado Albergaría dos Fusos, con una vivienda que es un refugio familiar, con olor a casita de aldea, a casa de los abuelos. Este lugarcito, me ayudo a volver a mí un poquito, a sanarme,  a limpiarme las cicatrices que no habían cerrado y quitar la piel muerta para volver a nacer, una vez más.

Siento fuertemente que volví a parirme, esta vez en letras, en danza en musicas, en agua dulce…

Una vez más, una vida mas ,una nueva oportunidad.

Con amor

Äs

Etiquetas: alentejo

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