En aquellas cartas jamás leídas, pero sí escritas, se vertieron todos los sentimientos que albergamos el uno por el otro.
El fuego fue el cruel testigo de aquel día en que, entre llamas, consumimos toda oportunidad de hacer realidad lo nuestro. Y cuánta fue la crueldad que, cuando todo se hubo consumido, tomamos caminos separados por amar la soledad.
OPINIONES Y COMENTARIOS