Un lugar al que volver

Un día decidí partir de casa, del lugar al que por mucho tiempo llame hogar pero que un día deje de sentir como mio. Decidí llevar un equipaje ligero y despojarme de todo aquello que no me pertenecía; qué ya no servía; qué ya no quería. Me guarde en los bolsillos del pantalón el miedo y la angustia y en la mochila deposite los sueños, los anhelos y el coraje que necesitaba para empezar a andar , deje encerrado los fantasmas del pasado en mi antigua habitación pensando que con ello el camino sería más fácil de transitar.

Compre solo un tiquete, el de idia porque no quería volver a lo que fui, por eso me desahibite. Empecé a caminar con la única fantasía de poder encontrarme otra vez, en otra gente; en otros brazo;, en otros ojos; en otra risa, en otro llanto.

Sin embargo el camino me enseñó qué arrepentirme de la vida que había llevado era negar mis pasos por el mundo, qué el peligro no estaba en que escaparan los fantasmas qué había dejado en cerrado en mi antigua habitación sino en el hecho de huir de ellos, que debía mirarlos a la cara para entender que ya no me definían. El camino mismo me demostró que por mucho que me fuera siempre debía volver a mi. 

 

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