«De tal palo tal astilla», dicen que el refranero español es sabio, y yo al menos tuve la suerte de merecer la honra de parecerme a mis padres.
Mi padre era un hombre tranquilo, trabajador y me voy a permitir la licencia de decir que era en exceso honrado, siempre se ganó el pan con el sudor de su frente como decía la Biblia. Era el contrapunto a una mujer de carácter fuerte igualmente en exceso que no daba un paso atrás «ni para tomar impulso». Mi madre siempre fue muy «refranera» y para cada ocasión tenía un dicho popular que te dejaba sin palabras, por esta razón en casa decíamos que se parecía al fiel escudero Sancho Panza. Soñaba con parecerme a ella.
Al final creo que soy una mezcla peculiar de dos personas tan distintas y a la vez tan únicas. «Quien trabaja con afán, pronto ganará su pan» nos decía nuestra madre y como ejemplo ponía a nuestro señor padre, él siempre fue el espejo donde mirarnos, !»al pan, pan y al vino, vino»¡.
De mi padre heredé unos valores, y de mi madre con el paso de los años «aprendí» que «Al buen amigo, dale tu pan y dale tu vino», y que quien no suma al menos que no reste, que no vale la pena perder el tiempo con ciertas personas y que «más vale una cara roja que ciento amarillas», ¡como no la iba a admirar!, y porque al final «Si tienes pan y lentejas, para que te quejas». Me quedo con eso.
Ese era el pan nuestro de cada día y de esa pasta estoy hecha, aprendí a poner pie en pared, a decir basta, a no sufrir por tener que reducir mi círculo de «amistades», porque al final no importa cuantos sean sino los que están a tu lado cuando los necesitas. Dicen que el cincuenta por ciento de lo que somos lo configuran las cinco personas con las que solemos tener más afinidad, más contacto, hacer limpieza no está mal si con eso mejoras tu cincuenta por ciento. «Dame pan y llámame tonto» diría mi madre, que es otra forma de decir que «el fin justifica los medios».
Y si, definitivamente el refranero español es sabio, que «quien a los suyos se parece honra merece», y que yo al final me voy a parecer más a mi madre que a mi señor padre.
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