El aire de levante alborotaba todo aquello que quisiera permanecer en su sitio. Un gorrioncillo saltarín alternaba con una paloma la tarea de picotear un mendrugo de pan, y antes de que pudieran dar cuenta del festín, el viento arrastró el cuscurro que rodando fue a parar cerca de un hormiguero. Más pronto que tarde, el panecillo estaba rodeado de un concienzudo ejército negro de hormigas dispuestas a transportarlo.
Pero, el trocito de pan siguió volando y cayó en el hocico de un perro dormido que correteó tras él sin demasiado entusiasmo.
![](https://clubdeescritura.com/wp-content/uploads/users-52/user-51710/2024/06/miga-de-pan-1.jpg)
El aire de levante seguía soplando, y el mendrugo volvió a rodar hasta llenar el plato vacío de una familia que dormía bajo el puente. La madre sorprendida casi llora de alegría, y amorosa colocó el plato delante de su niño pequeño. Pero el chaval abrió los ojos emocionado, cogió el pan y se fue corriendo hacia el río, ¡por fin tenía algo para darle de comer a los peces!
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