El sabor de mi pan.

Conozco un pan, que no es muy famoso, pero de seguro (es mi pan), no es cualquier pan es el mío, no solo porque lo hago yo, pero es bien mío.

Este pan no solo se trata de sus formas, de su aroma, de su sabor, este pan es un poco más que eso, es el pan compartido, mi pan tiene sus mañas, porque como todo pan, no solo es el que lo amasa, ¡si no el que mejor se convence de que ese pan va a ser el mejor y si! o ustedes no escucharon muchas veces decir a alguien, que, aunque su pan se vea feo, no tiene algo de lindo?  por supuesto que para el que lo hace no hay pan más lindo QUE EL SUYO.

Está el de la panadería, que lo compra todo el pueblo, pero… como panadería no hay una sola, tenemos los otros panes, que para sus dueños esos panes son mejores y saben más.

En mi pueblo hay una panificadora que pertenece al municipio, ese pan recorre escuelas, ese pan que acompaña al desayuno y merienda, ese pan que calma el hambre de aquel niño inquieto que no logra estudiar.

Es así como sabemos del buen pan de todo el mundo, del pan del panadero, de la abuela, de mi vecino, de la emprendedora, el mío y muchos más.

 ¡Acá les paso a contar el mío! mi pan es caserito es con amor es con formas, con sabores, sin sabores, es para los mates es para la merienda el desayuno, algunas veces acompaña la comida, y tiene un gran detalle el mimo de los que lo miran y me dicen que mi pan es el mejor, ojo no es verdad, pero a mis panes se los mira con cariño. con cariño de mamá.

Son panes inventados para pasar una tarde, para hacer una masa, para hornear juntos, sacamos ideas para panes muchos más ricos, imaginarios que se vuelven en realidad.

Mis panes son solo el reflejo, de un tiempo compartido de eso que tiene el pan que no solo es comerlo, si no lo que representa, con sus formas sus sabores, sus olores y sus historias.