COMO PAN
De vida
Como pan de vida llegó el maestro, amasado y bien horneado, cada ingrediente fue debidamente seleccionado, trigo fresco, proveniente de espigas doradas fruto de tierra fértil y labrada con amor y esmero, regada con las más frescas aguas cristalinas y puras, agua caída del cielo como bendiciones sobre el trigal. Recogido por manos sabías, fuertes, y laboriosas. Transportado con suma delicadeza para su proceso final que convertirá aquel trigo en la base principal del PAN.
Llega a su destino final, llega a las manos de quién con sabiduría agregará los restantes ingredientes, sólo el que conoce su tarea es capaz de agregar las cantidades adecuadas para hacer el producto final.
Es amasado con fuerza pero con determinación, con la levadura perfecta para que esté no se expanda demasiado ni tan poca como para que quede muy pequeño. Aquellas manos son sin duda las manos creadoras de un PAN suave y crocante, con la sal adecuada al paladar, con el olor exquisito que despertará los más profundos deseos de consumirlo.
Aquella masa ya lista, debidamente conservada, con su tamaño adecuado se encuentra en las latas que luego se pondrán al calor indicado para ser horneado.
Sólo un buen panadero sabe el tiempo exacto que tarda en sacar del horno un rico, esponjoso y crujiente PAN, sin prisa, con calma y mucha paciencia aquel panadero espera que aquella masa cuyos ingredientes son la sal de la vida, los huevos de los anhelos y sueños, la levadura de la conciencia, el trigo del conocimiento, la mantequilla de la bondad, pero donde el principal y más importante ingrediente aquel que no puede faltar el agua proveniente de la fuente de la sabiduría, el toque decreto que hará de aquel PAN el más sabroso y apetitoso (está hecho con amor ).
Aquellas manos han amasado con fuerza, pero con esmero aquellos ingredientes y como quien es el soplo de vida es llevado al fuego para ser cocinado pacientemente, donde sabe que si es expuesto a mucho calor se quemará y si no tiene el calor suficiente no crecerá. Aquellas manos sabías han dado vida a aquel puñado de ingredientes. Ahora es tiempo de sacarlo del horno y su aroma provoca en los sentidos el deseo de ser consumido con deleite.
Ahora es llevado a las vitrinas donde transeúntes, hombres y mujeres, niños y ancianos podrán escoger el que para ellos es el que más les a llamado la atención y quien más a despertado el antojo de consumirlo, devorarlo.
Aquel PAN es empacado y llevado con cuidado a la casa, donde será degustado por quienes en ella habitan. Su agradable olor, su textura , su frescura hace que quienes se reúnen para compartir un buen café sientan el deseo incontrolable de llevarlo a su boca y con buen apetito sea degustado por sus paladares.
Trozo a trozo, migaja por migaja es consumido. Su sabor es sencillamente delicioso, es incluso adictivo, pues entre más lo consumen más quieren seguir comiendo.
Aquellas manos de aquel panadero ha hecho su obra, ahora, está siendo consumida, ha llegado al hogar necesitado, al hogar afligido, al hogar solitario, al hogar huerfano, al hogar con dificultades, al hogar humilde, al hogar con opulencia, al hogar injusto, al hogar violento, al hogar pecaminoso. Aquel panadero ha distribuido su obra por todo el mundo y para todos. Ha entregado una parte de si mismo para ser consumido y para que cada migaja lleve en ella la sabiduría, el amor, la bondad, el respeto, la inteligencia, el conocimiento vivo de que cada ingrediente fue seleccionado de la mejor manera y con las cantidades adecuadas para cada uno.
Cuantos mendigos no reciben con agrado el PAN que muchos tirán a la basura, cuántos enfermos no desean poder llevar a su boca un trozo y sentir su agradable sabor, cuántos no sienten alivio a sus penas cuando con una rebanada de pan y una tasa de café hablan de sus tristezas. Cuantos no se regocijan al sentir el pan tostado, con mantequilla derritiéndose y colocan sobre él sus extraños antojos.
El PAN amigos míos no es más que el Maestro que fue amasado y horneado de las manos de Dios. Fue y será siempre el hijo que nos entrega cada mañana, con sus más deliciosos olores y sabores, aquellas manos han hecho panes para cada gusto, según la ocasión, según el paladar, según el comensal, según el invitado, según su nacionalidad, según su necesidad. Somos el PAN DE VIDA, que llega a la mesa del afligido, del desposeído, del perdido, del desalentado, del hambriento y como buen trigo debemos ser el alimento del espíritu, dar siempre un buen consejo, una palabra de esperanza, dar fuerza a quien siente que todo lo ha perdido, al enfermo que siente que sus fuerzas se están acabando, a la madre que clama por su hijo, al padre que ora por su hogar, al abuelo que añora compañía. Eso somos, PAN DE VIDA, somos como el PAN recién horneado, rico y apetitoso, crujiente y esponjoso, amasado por el mejor panadero. Somos los encargados de ser el PAN fresco, estamos llamados a repartir entre todos quienes quieran un trozo de él, Con alegría coloquemos en nuestra mesa el producto del amor y la entrega del panadero, saboreemos con gratitud cada trozo, sintamos en nuestro paladar el sabor y sintamos como alimenta nuestro espíritu. No desechemos a la basura el pan duro, mojemoslo con leche, de nuevo volvamos a amasar coloquemos nuevos ingredientes y llevemos al horno para sacar de él un nuevo producto pero con la misma base. Y compartamos con amor, alegría y mucha sabiduría lo que aquel panadero horneo.
seamos el PAN recién horneado, aquel capaz de mitigar el hambre. Seamos la espiga dorada cultivada en tierra fértil de aquel campo llamado paraíso.
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