Madrid 11/6/2024
La teoría
Todo empezó el 15 de marzo cinco días antes de ese 20 de marzo de 2024, cuando Nicole, me comentó la teoría de su región de su Estrasburgo natal ciudad francesa, del norte de su País, donde los objetos que buscas y busca poniendo todo patas arriba, como ese día, que le pregunté a la señora, si tenía las llaves de su casa?, para subirle la bombona del butano que dejó su marido en la recepción, unos minutos hasta que estacionara el coche. Ok me dijo Nicole, y metiendo la mano en su bolso, quiso sacar su juego de llaves, pero no aparecía poniéndose nerviosa, le comenté que estaría en su casa donde habitualmente la deja, a mí me pasa a menudo y me asusto en buscar y rebuscar en los bolsillos de la mochila. Y esperamos a Manolo, su marido que apareció diez minutos después. Mientras tantos cinco días antes en mi rato libre, después de comer y recoger, limpiar los platos, saque mi cómoda hamaca, me semi tumbe seguí leyendo un libro, “ Yo soy Romano, de Manuel Martín” deje el porta página plastificado que encargué que me hicieran en la imprenta de Manuelita la Turista y perdí la noción del tiempo enfrascado en su lectura, una hora después lo interrumpí, por el sonido del Wapsa, y para no perder la hoja perdida, busque el porta páginas, que una hora antes lo deposite en la superficie plana de la mesa de camping, pero encima, no se encontraba el separado, así que lo busque y entre los papeles que tenía en alrededor, incluso busque en el suelo, desistí de la esfumada búsqueda al sonar el despertador del móvil, avisando de la entrada al trabajo, mientras tanto no dejaba de preguntarme por su desaparición, pues lo estuve buscando en el cuarto y no salí de él, hasta que me llegó la hora de entra. Me estaba volviéndome loco ante esta rara desaparición, tanto que media tarde baje para la habitación y rebusque me tiré al suelo otra vez y después de un rato lo encontré, estaba entre la patas plegables metálica de la mesa y el armario donde se encontraba el separador verticalmente y eso me extrañó, como si la teoría de ese tal Murphy fuera cierta, y que lo más lógico, el porta página caído por la separación de la superficie y del armario, desde lo alto de la mesa de altura de 90 cm, por cuya rendija de separación entre la mesa y el armario sería de un centímetro o dos, el 99,999% de la caída del porta páginas en el suelo sería horizontal y no como un 0,0001% en vertical, trabado con el armario y semi tapado con la pata de la mesa. Me puse contento y a la vez pensativo por el incidente cometido por el separador de lectura. Al día siguiente, el comienzo de la primavera de ese cálido día 21 de Marzo, Nicole y su marido, bajaron sobre las once de la mañana para realizar su paseo matinal diario, al encontrarse conmigo en el portal, me comunicó que las llaves estuvieron en su bolso todo el tiempo, comentando la teoría de que los objetos tienen su propia vida y se esconde en un agujero negro, para reaparecer y volver cuando ellos quieren. Y le conté lo ocurrido unos días antes con el desaparecido separador de páginas, lo que con un simple gesto afirmativo de lo ocurrido lo comentó con su marido, que en todo momento defendió esa teoría gala. Y les comenté que en España, más bien en la parte de Cataluña, cuando desaparece algún objeto rezamos a San Cucufato atando un pañuelo a su imagen, como me lo enseñó mi abuela Isabel cuarenta años atrás, mis interlocutores les gustaba más la teoría francesa. Les recite la liturgia a seguir con la siguiente oración para San Cucufato: Se coje un pañuelo, que deberemos hacer tres nudos a la imagen del Santo con el siguiente ruego; San Cucufato, San Cucufato lo que más te duele los cojones yo te lo ató, hasta que pueda encontrar ( aquí se dice el objeto perdido, que queremos encontrar) No lo tendrá desatado. Abrieron los ojos de lo asombrado y ante que me dijeran algo, les dije que la madre de mi amiga Aurori, como casi todo los días está perdiendo cosas, por el avanzado desgaste en su edad, al Santo, le tiene preso con grilletes y amarrado en la mesita de noche a cualquier hora, se echaron a reír. Y a continuación les muestro otro ruego para encontrar lo perdido pero este es más oficial y el Santo se reza a San Antonio y dice así: Glorioso San Antonio, tú has ejercido el divino poder de encontrar aquello que ha sido perdido. Ayúdame a encontrar la Gracia de Dios y hacerme devoto al servicio de él y de las virtudes. Permíteme encontrar lo que he perdido y de esta manera enséñame la presencia de tu deuda ( después se tiene rezar un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria a Dios) Teresa y Paco, su marido, aparecieron por el Hall en el momento que yo contaba está historia, Paco, el marido exclamó, ante de que yo acabara de relata este acontecimiento, con un : “Le puede dar por el culo lo perdido”, y se me dibujó una risa en mi rostro, que yo les dije que me lo había escrito Doña. Antonia y que le era muy efectivo a ella, y demasiado fervorosa con la religión, comentó Paco. Nicole, en todo momento defendía la tradición francesa. No volví a verla, tras otros cinco días después y antes de irse le pregunté, si quería compartir su apólogo mito de su folclores de su tradición Anglo Sajona. Del cajón, saque un folio en blanco y un bolígrafo para que me escribiera esa narración. Cuando terminó de escribirla en francés, y después de pedirla que lo tradujera, le conté lo que me pasó con un destornillador de precisión pequeño que se usa en la óptica para apretar los diminutos tornillos de las gafas metálicas y de acetato. Con exclamación me dijo «ves como es verdad que los objetos se esconde” y salen cuando ellos quieren, como te paso con el destornillador.
En France il y a une théorie qui dit que les objets sont animés et se cachent souvent dans un trou moir et ils apparaissent quan ils veulent. ( Según Nicole,
la teoría dice que los objetos son animados y muchas veces se esconden en agujeros negros saliendo cuando ellos quieren. Nicole, 20/3/2024).
Pues sí, fue para pensar y estudiar esa teoría, sea o no cierta, ya que me dejó muy desalentado el suceso con la herramienta y todo ocurrió hace cinco días, cuando una de las patillas de las gafas estaba suelta, y por no llevarla a casa y apretar los tornillos, al día siguiente cogí el pequeño destornillador y lo guardé en mi bolso, horizontalmente, porque si lo dejaba verticalmente con la fina punta, al sacarlo te la puedes clavar como más de una vez me ocurrió. Al llegar al trabajo, saque el destornillador y apriete todos los tornillos de la gafa, que las utilizo de repuesto, estaban casi sueltos, al punto de caramelo para perderlos. Después del apretón de los tornillos lo volví a guarda en el bolso horizontal, por la noche en casa abrí el bolso para sacar el destornillador y dejarlo en su sitio en un pequeño baúl de cartón piedra, pero no estaba en el bolso de mano, pensé que no le guarde y que se encontraría en el trabajo, al día siguiente, lo busque y rebusque sacándolo todo el contenido del bolso, y no estaba, llegando a pensar que me lo habían birlado (robado) del cajón del mostrador, ya que alguna vez que otra me lo encontré abierto. Esperé a llegar a casa para volver a mirar en la caja, allí no estaba, pensé que mi mujer lo había cogido y no lo dejó en su sitio, pero no fue así. Volqué el bolso, y cayeron las llaves, cartera, bolígrafo, monedero, cortauñas, peine, y comprobé si se había quedado algo. Lo volví a introducir todos los objetos en los correspondientes bolsillos del bolso, y pensativo fui cerrando todas las cremalleras del mi bolso, intentando recordar donde lo dejé, aunque yo estaba convencido que una vez terminado de apretar los tornillos de la gafa lo introduje en mi bolso.
Dos o tres días después de incidente, no me acuerdo con qué intención lo hice, pero me resultó una dureza en las costuras del bolso, toqué el pliegue pensando que seria el bolígrafo pero, la estilográfica estaba en su correspondiente departamento del bolso, al mirarlo más concienzudamente comprobé que era el pequeño destornillador negro que ocho días ante me volví loco buscándolo, se encontraba con la punta fina hacia abajo, sujeto entre las costuras del macuto, lo saqué del bolso y lo guardé en el baúl carton piedra de la estantería del cuarto para un proximo uso. Y recordando la teoría de Nicole. Menos mal, me escribió con su puño y letra su conjetura de la creencia teórica de que los objetos desaparecen cuando ellos quieren.
Cinco días antes, y rememorando ese día de junio de 1990, preguntándome si lo que me pasó también fue una desaparición del objeto en ese agujero negro, como ampara el matrimonio francés, en el dicho. Pues en el almacén, deje encima de la larga mesa el portapapeles de metal, que lo usaba para apoyar los albaranes de los pedidos, al dejarlo encima sobre la superficie, unos dos o tres metro del teléfono, minutos después de acabar la conversación mantenida con mi interlocutor, me dispuse a recoger la superficie metálica y su correspondiente albarán de comprobación reanudando la tarea interrumpida por la llamada telefónica. Pero allí no estaba, encima de la mesa, donde lo dejé cinco minutos antes, o no lo vi, y tras mis pasos, hice todos los movimientos en repetidas ocasiones para encontrar el portapapeles, pero no aparecía y me asusté pues tuve que dejar un pedido medio terminar, y me llevó más de una hora en encontrar el portapapeles, que apareció en el mismo lugar que lo deje, encima de la mesa. Este hecho me preocupó mucho pues nunca me había pasado antes, recuerdo que se lo conté a una compañera el incidente,
y como era muy intuitiva no se sorprendió en nada oírme decir que en la empresa tenemos espíritus bromistas al comentario. Ya que hace 14 años de aquel episodio del año de 1990, jamás pensaría en que los objetos tienen vida y se revelan contras los humanos, un buen argumento novelesco para el genial George Orwell, si hubiese sabido de esa teoría normanda.
Enrique Manuel Hidalgo para El País de la Piel de Toro.
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