Poesía desde la Oscuridad

Poesía desde la Oscuridad

Inquinamentum

12/06/2024

Poesía desde la Oscuridad

La mente es un laberinto intrincado, un dédalo de recuerdos y sombras donde el pasado y el presente se entrelazan en un torbellino de emociones. Camino por las calles de esta ciudad, cada rincón un espejo distorsionado que refleja los fragmentos rotos de mi ser. «Despojo de un ser, sombra de lo que fui». Estas palabras resuenan con una verdad cruda, golpeando como un puñetazo en el estómago.

No soy ni la mitad del hombre que era hace un año. Aquel individuo optimista y lleno de esperanza se ha desvanecido, reemplazado por una cáscara vacía que deambula sin rumbo. «Fingiendo una y otra vez, mis palabras envenenadas, trastornadas». Cuántas veces he intentado engañarme, tejiendo una red de ilusiones para ocultar la cruda realidad.

Las promesas que hice en el pasado resuenan como un eco burlón, un recordatorio constante de mis fracasos. «Prometí mucho, sé que lo hice». Sí, lo hice, con la mejor de las intenciones, pero ahora esas palabras se sienten como cadenas que me atan a un pasado que no puedo dejar atrás.

Mientras avanzo por estas calles familiares, los recuerdos me asaltan como fantasmas insistentes. «Mientras tú te ahogas en mis cuentos, el futuro es incierto, pero lo dejamos sin decir». Cuántas veces te sumergí en mis fábulas, tejiendo historias de un mañana radiante que nunca llegó. Y tú, con tu amor incondicional, me seguiste ciegamente, confiando en que eventualmente encontraríamos la felicidad que tanto anhelábamos.

Pero el futuro es un espejismo, una ilusión que se desvanece ante la cruda realidad de nuestras acciones. «Domingos tratando de salir de la cama, odio cada segundo de todo esto». Los días que alguna vez fueron sagrados, momentos de paz y renovación, ahora son una tortura interminable, un recordatorio constante de lo que he perdido.

El odio hacia mí mismo es abrumador, una emoción tóxica que corroe mi alma poco a poco. «Fragmentos de un espejo roto, reflejos distorsionados de sueños que una vez albergamos». Cada vez que miro esos fragmentos, veo los restos destrozados de nuestras esperanzas, los sueños que alguna vez compartimos reducidos a cenizas.

«Ahora yacen abandonados en este laberinto de desilusión». Nuestros sueños, nuestras aspiraciones, todo se ha desvanecido en este dédalo de desesperanza en el que me encuentro atrapado. ¿Dónde yace la salida? ¿Existe siquiera un camino hacia la redención, o estoy condenado a vagar por estas calles sin rumbo, perseguido por los fantasmas de mi pasado?

«Restos de esperanzas apagadas, asfixiadas por mentiras contadas». Cada mentira, cada engaño, fue como una piedra arrojada a un estanque, generando ondas que se expandieron y destruyeron todo a su paso. Las esperanzas que alguna vez brillaron con tanta fuerza se han apagado, sofocadas por mis propias acciones.

Continúo caminando, sumido en este torbellino de pensamientos oscuros. Las calles se convierten en un laberinto interminable, cada esquina una encrucijada que me lleva a callejones sin salida. Estoy atrapado en este infierno de mi propia creación, condenado a vagar sin rumbo mientras los demonios de mi pasado me persiguen sin tregua.

En un momento de claridad, me detengo frente a un edificio abandonado, sus ventanas rotas como ojos vacíos que me observan con acusación silenciosa. Es aquí donde todo comenzó, donde las semillas de mi propia destrucción fueron plantadas. Entro en el edificio, dejando que los recuerdos me inunden como una ola implacable.

Las paredes están cubiertas de grafitis y manchas, testigos mudos de las historias que alguna vez se desarrollaron en este lugar. En un rincón oscuro, encuentro un viejo papel rasgado, arrugado y manchado. Lo recojo con manos temblorosas, sintiendo el peso del pasado en cada fibra desgastada.

En un impulso repentino, comienzo a escribir, dejando que las palabras fluyan como un torrente incontrolable. Es un poema, un lamento desgarrador que captura la esencia de mi tormento:

Sombras danzantes en un espejo roto,

Reflejos distorsionados de un alma en ruinas.

Promesas rotas, esperanzas muertas,
Enterradas bajo capas de mentiras y engaños.

Perdido en un laberinto sin salida,

Cada paso un eco de fracasos pasados.

El futuro se desvanece ante mis ojos,

Mientras me ahogo en los cuentos que alguna vez conté.

Domingos eternos, atrapado en la oscuridad,

Odiando cada segundo de esta existencia vacía.

Fragmentos de sueños destrozados me rodean,

Restos de esperanzas asfixiadas por mi propia mano.

¿Dónde yace la redención, la luz al final del túnel?

Vagando sin rumbo, perseguido por los demonios de mi pasado.

Un despojo de lo que fui, una sombra sin sustancia,

Condenado a caminar por este sendero de desilusión eterna.

Las lágrimas corren por mis mejillas mientras dejo caer el papel, las palabras resonando con una verdad desgarradora. Este poema es un reflejo crudo de mi alma atormentada, un lamento por todo lo que he perdido y por los sueños que se han desvanecido.

Me quedo allí, en ese rincón oscuro, abrazando mis rodillas contra mi pecho mientras los sollozos sacuden mi cuerpo. El peso de mis acciones, de mis mentiras y engaños, me aplasta como una fuerza implacable. ¿Hay alguna esperanza para alguien como yo, alguien que ha traicionado todo lo que alguna vez amó?

El futuro se extiende ante mí como un vacío aterrador, un abismo sin fondo del que no puedo escapar. Estoy atrapado en este laberinto de desilusión, condenado a vagar sin rumbo mientras los restos de mis sueños destrozados me rodean como un recordatorio constante de lo que he perdido.

Y mientras la oscuridad se cierra a mi alrededor, una sola verdad se hace evidente: no hay salida para mí, solo un camino interminable de arrepentimiento y autodestrucción. Soy un despojo de lo que fui, una sombra condenada a vagar por este laberinto de tristeza eterna.

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