Lo efímero de la vida.

A veces las personas no valoran el tiempo de la vida, la mayor parte del tiempo se la pasan reprochándose las cosas, nunca están conformes, se sienten cansados, llevan una vida llena de apariencias; podría decir que mayormente mientras observas a alguien sonriente y con mucho sentido del humor en un día «normal» no podrías saber distinguir si realmente está feliz o simplemente es alguien con un alma cansada intentando encajar mientras pelea con sus demonios internos. 

Esa era yo, antes de mí accidente. Era una chica feliz, llevaba una vida llena de luz, con muchas «oportunidades» a lo largo de mi trayectoria. Estaba en mi mejor momento y ahí lo conocí a él, un chico que me hacía sentir tan pequeña y grande a la vez, teníamos una conexión impresionante.

La tarde del accidente Jack y yo íbamos camino a nuestra casa de campo, después de una larga semana de trabajo y estrés. Ambos necesitábamos un descanso de la cuidad que en ciertos momentos suele ser abrumadora.

Ese día había tanta neblina durante el trayecto, no se veía mucho el camino que recorríamos, Jack quien era el que venía manejando, prendió las luces para avisar a otros coches que estábamos en su camino, pues íbamos en carretera. Pero, al parecer un camión que triplicaba el tamaño del vehículo en donde viajábamos, dicho camión venía en un estado irresponsable, pues no era la velocidad correcta; nos esfumó en cuestión de segundos. Sentí un golpe en el pecho muy fuerte, un dolor punzante en cada parte de mi cuerpo y vi como todo se hacía añicos. Jack, salió disparado en el parabrisas, pero el cinturón logró asegurarlo un poco más. 

Al momento del impacto caí en un sueño, en ese mundo todo era perfecto, el lugar irradiaba una tranquilidad absoluta, la luz tenue, el clima iba perfecto y me sentía tan tranquila. En ese momento mis recuerdos comenzaron a aparecer en cuestión de minutos, pero en especial salió Jack, yo estaba aturdida pero comencé a correr por todo el lugar gritando su nombre con esperanza de encontrarlo; finalmente encontré un bosque con un río hermoso, corrí hacia allí y lo vi a él, sentado en el río, con una tranquilidad tan linda, me acerqué con él y pregunté qué sucedía; él dijo no saberlo pero no tenía intención de irse de ese lugar, me pidió que me quedara con él y yo acepté. Mi alma se sentía calmada. 

Al intentar moverme no pude hacerlo, me vi en tercera persona, había paramédicos, mucho ruido, mucho movimiento, mucho frío…vi hacia todos lados buscando a Jack nuevamente, yo no entendía nada. Cuando lo vi, estaba muerto en el piso y a lado estaba mi cuerpo tendido en el pavimento, sin vida, sin calor; solo nuestras manos tocándonos…

En muchas ocasiones no nos damos cuenta de lo valioso que es estar en vida, por más mínima que sea el momento debemos disfrutar como si fuese el último de ellos. Y finalmente nos damos cuenta de lo efímera que es la vida.

 

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