Ves el paso en la arena que nunca llegó a suspiro, pero que no le vale quedarse en huella. Y se encabrona y brinca con el brío de un canto de cisne carraspeando. Preparado para otro asalto. ¿A quién le importa, si llama el mar maletas muertas? Soy espectador perdido de un mundo que no sabe de quimeras y que de ayer llega saciado de hambres y penas, o de hoy saber de no saber nunca nada para ser lo que tenga que ser que sea, así como cuando ves el paso que nunca acaba en huella, por más que quiera. Y por más que sonrío, nadie abre la puerta. bienvenido, llora al sol y aspira el aire. Hermano coge tu copa…

Hermano, bienvenido, a la vieja Europa.

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