En un día soleado donde sin conocer a nadie y estando en un lugar nuevo para mi, no tenía nada que hacer más que prestar interes en los números que se formaban poco a poco en el pizarrón, me hace dudar si fue un acto que llamará mi atención o el simple hecho de oír aquélla voz, un grupo de personas que para mi gusto en ese momento eran escandalosas por no decir ruidosas, parecían ser amigables, a pesar de mi gran interés momentáneo en ellos preferí no acercarme, así que mantuve una distancia de ellos, sin embargo; con su gran carisma y su características personalidad extrovertida, se empezaron a acercarse a mí.
Fue un evento cuanto menos agradable. Poco a poco me rodeé de esas personas que en un inicio buscaba evitar. Empezaron a llenarme de sonrisas y de cariño, y uno de ellos en especial. Sin embargo, no todo es perfecto. A pesar de los conflictos y contradicciones que se provocan al querer mantener un grupo de amigos grande, buscábamos «arreglarlo».
Todo eso dejaba de tener importancia una vez que nos reuníamos de nuevo. Nos distraíamos y buscábamos tener pláticas que nos permitieran olvidar malos momentos o incluso soltarlos. A pesar de mi renuencia por ser parte de un grupo en específico, sé que no me arrepiento de formar parte de este en particular. Y aunque hay cosas que sé que si tuviera la oportunidad de cambiarlas, las haría, me alegra ser parte de ese grupo y poder tener la noticia de que él se encuentra bien y verlo sonreír en su día a día.
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