¿Todos tenemos una taza especial?

¿Todos tenemos una taza especial?

Alfa a secas

21/05/2024

En mi hogar sí, ahí están a la disposición del antojo. Que para el tecito, que para el café, para la leche tibia, siempre dispuestas a recibir lo que se quiera tomar.

Las tenemos en varias presentaciones. Unas más grandes que otras y con todo tipo de colores, figuras y diseños. Pero hay dos. De un universo de tazas… solo utilizamos dos. Mi mamá la taza de Nueva York y yo la taza de Happy Girl.

Nueva York fue un obsequio de mi primo Memo luego de haber visitado la gran manzana. Ya ese detalle la hace muy especial.

Mi taza fue también un obsequio. Me la regaló mi amiga Wayitt. Fue en un cumpleaños hace más de cinco años, y aquí sigue, para recordarme que ella siempre estará presente. Así ha sido. La taza sigue siendo un amado trofeo.

Pero la taza de mi mamá tiene otra particularidad. Hace muchos años… se le cayó la oreja. Qué drama hubo… ya de por sí era su taza favorita. Uno nunca está listo para dejar ir los tesoros más preciados. Sucedió mientras la lavaba. Todo parecía normal… y de pronto ¡pácatelas! la taza se cayó y mi madre se quedó con la oreja en la mano. El único testigo de la tragedia fue mi papá, que en silencio observó semejante escena. Mi mamá apenada y triste… la terminó de enjuagar, y con un lamento volteó a ver a mi papá para que hiciera algo. Mi papá terminó de desayunar y se llevó la taza con la oreja a su estudio. Hizo lo que cualquier esposo paciente y enamorado hubiera hecho: La reparó con pegamento. La dejó reposar varias horas y la regresó a la cocina, en el mismo lugar, como si fuera objeto nuevo. Mi mamá sonrió y le dio un beso.

Hace como diez años de ello. Mi pa’ ya no está en este mundo pero la taza sigue igual, firme. Como cómplice del terrible accidente y la heroica salvación. Y por eso, la taza reforzada tiene el lugar más especial en el estante de la cocina.

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