Estoy en mi propio sueño, anhelo poder hablar con mamá, me digo a mi misma que si lo deseo con fuerza, puede ocurrir, que si lo sueño puedo hacerlo lucido. Así que me fuerzo a dormir y ahí aparece:
Mamá caminando hacía el umbral de la habitación, solo su silueta se puede vislumbrar desde aquí.
Voy corriendo detrás, vuelvo a ser una niña pequeña pero solo exteriormente, todavía recuerdo mis memorias del presente, es como si volviera a un momento y lugar exacto. La quiero proteger, advertirle de lo que viene. La sigo automáticamente hacía la habitación.
Veo todo, la primera habitación, es como lo recuerdo, no ha cambiado nada. Por las ventanas entran los rayos intensamente alumbrando todo a su paso.
Mamá camina hacia la habitación contigua y se sienta en el borde de la cama. Me acercó apresuradamente, con desesperación y miedo de que este momento vaya a acabar pronto.
Me arrodillo enfrente de ella, la abrazo de la cintura y empiezo a llorar desconsoladamente, hablando entre sollozos.
«Tenemos que hacer algo, lo podemos evitar, tenemos que solucionarlo, mamá tienes que estar bien»
Empiezo a repetir velozmente las mismas frases, entre sollozos y balbuceos.
Mamá solo empieza a acariciar mi cabello lentamente, sonriendo. Por su lado sigo sollozando y balbuceando que podemos evitarlo, que todo tiene que ser diferente hasta que ella comienza a responder:
«Todo estará bien, estaré bien, no tienes porqué preocuparte de nada, tranquila»
Empiezo a llorar descontroladamente, no lo entiende, no lo ha visto, desconoce lo que yo sé, una angustia me invade y el temor se hace más grande, no la quiero soltar, tengo miedo de soltarla y que esto se acabe.
Hasta que finalmente salen palabras de mi boca:
«No, no lo has visto, mamá, tenemos que hacer algo por favor, no quiero que sufras».
En ese momento, levantó mi mentón y con la mirada más sincera y amorosa que he recibido nunca me dice «Lo sé, no te preocupes, sé lo que viene».
Me quedé pasmada y las lágrimas siguieron cayendo por mis mejillas. No quiero, no quiero aceptarlo.
Me abrazó con fuerza, y lo sentí, ese calor me envolvió completamente, lo sentí, la calma y no tuve miedo, se evaporó. No me quería ir, ese era mi lugar, donde me siento invencible…
pero me desperté.
Y solo quedó el recuerdo, pero se sintió tan real, incluso recordando sobre ello, siento ese calor abrasador que me envolvió, como si no se hubiera ido.
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