Correr: del latín ‘currere’.

A veces el pensar en escapar no suena tan descabellado. Esa batalla interna que no debería existir entre tu y tu mente, nido de pájaros, tratando de volar tan alto como sea posible dentro de una jaula, manteniéndolos de una manera tan autodestructiva que el dolor se vuelve tangible. Apagarse y reiniciarse debería ser una tarea más sencilla de lo que en realidad conlleva. Al fin y al cabo terminas huyendo de ti, de tus miedos, de esos pensamientos intrusivos que solamente llegan a quitarte esa paz que se creía victoriosa ante todo. 
Corre, trata de huir todo lo que quieras, alejarte tan lejos como veas posible en esta realidad, te van a alcanzar y la amabilidad no sera su prioridad, sin embargo tan pronto cuando te veas a ti mismo triste, desolado y abandonado, no querrás correr nunca más.
El enfrentamiento final habrá llegado y simplemente será tan sencillo el pedirte perdón, el abrazarte para nunca soltarte y creer lo imposible: creer en ti.