Los seres humanos generalmente vivimos en automático; los condicionamientos sociales nos llevan a estar enmarcados en el tener, la economía, la competencia social y la vulnerabilidad ante lo que piense o diga cada uno de aquellos seres que viven a nuestro alrededor.
Vivimos tan enfrascados en el ejercicio de la cotidianidad y anhelamos tanto la paz cada uno a su manera y desde su perspectiva de lo bueno y lo malo, lo conveniente o no; que todo aquello que se salga de este marco de referencia es candidato a ser retirado de nuestra existencia incluyendo las personas.
La vida es un diario ejercicio de aprendizaje y obviamente este se realiza a través de la interacción con nuestros pares; algunos llegan cargados de cosas maravillosas que nos hacen supuestamente ser felices, pero otros llegan como entrenadores a evidenciarnos el vacío interior que poseemos. Pero lo que el hombre siempre está buscando en esos momentos es como hacer a un lado a ese otro que siente le roba la paz, le hace daño o no le suministra lo que espera de él y como lo espera.
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