Versare para ti, muerte dueña de mis penas
de mi angustia en la alegría y tanta razón sin sentido.
En la soledad de mi pecho abriré un hueco a tu sonrisa burlona,
para que mi desdicha sea una oda a tu victoria.
Del filo de tu hoz degustaran mis versos,
brotados del veneno de esta copa,
con lagrimas de sueños sea mi piel tu trofeo
que busca con un beso un mar de luces y perlas.
Jamás volveré a verte si acaso no exista el mañana.
Llévame a la bóveda nocturna que,
si ignoro el carácter eterno del olvido podría llegar a quererte.
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