—Hola, Puri, hermosa ¿cómo vas?
—Pos aquí, en el dientista. ¿Pos no va y me dice el mu atontao que voy a perder los dientes?
—¡Pero hija, si entoavía no eres tan vieja!
—Callaste mujé que el otro día me dice er de la piel, que con tantos nervios como tengo, me voy a quear carva. Pero, ¡cómo quien que me calme con estas cosas que me dicen los dotores!
—Es que dise la tele cai una epidermis de estreses que es mu mala, Puri.
—Yo ya le dicho a mi Manolo que me tié que ayudar con las tareas. Yo no pueo con tó Encanna.
—Si es que no somos naide, Puri. Pos yo con lo mío…
—¿Y qué me dices de la pienna? ¡Ay mi pienna Encanni!, que lo mismo me queo coja también.
—Pos yo con lo mío…
—¡Y si es la riñoñá, ni te cuento! Por lo visto tengo una percusión en una véstebra que me se pué hernial y tó.
—¿También la colusna? ¡Hija, pos sí que estás mal, sí!
—Sí, Encanni, a perro flaco tó son purgas. Y es que ahora estoy tan hinchá que pareciese que me comío a mí misma. ¡Pero si ni duermo; ni de noche, ni de día. No pego párpado con párpado!
—¿Has probao las yerbas que te dio la Engrasia?
—Me las tomo, pero naíta me hasen.
—¡Ay, Puri, pos yo con lo mío…!
—¡Ah! y no te conté, que mesá reprocedío un juanete. Ni carzarme pueo ya. Y claro, la escalera me sace cavez más empiná.
—Claro, claro. Pos yo con lo mío…
—Bueno, y mira, ya te enseñaré cuando nos veamos. Caber si maces una visita, que ya ves lo malita que estoy. Pos como te iba diciendo, que man salío unos granos lunares que me tien comiíta. Y que me tengo quechá unos rayos con uvas, que ni sé qué es lo que es.
—¡Probe! Ya siento que estés asín, Puri. Ya sabes, pa lo que nesecites.
—Grasias mujé. Es que no sabes lo que es. Asinque estoy mu malamente de la depresión. Me se pone un dolor en el pecho que solo me se pasa comiendo. Y claro, luego vienen las arrepenticiones. Pero argo tié que haser una.
—Pos sí Puri. Claro mujé. Pos ná, yo aquí sigo con lo mío…
—¡Ay hija! ¿y qué es lo tuyo reina?
—Pos poca cosa, ya sabes, er cánser que me está matando. Sólo eso.
—Bueno cariño, una vez muerta ya no te duele más ná. Pos que te sea leve Encanni, hija.
—Grasias, Puri. Pos que te mejores. De corasón te lo digo ¿eh? ¡hijaputa! ¡Qué vivas muchos años y que el Señol te mande tó lo malo, desgraciá! ¡Mal rayo no te partiere y además de coja, carva y desdentá, te dejara atontá. Malaje, que eres mu mala!. ¡Que no te vieres en el mesmísimo infienno!
—¡Hija, qué caraster!. Asín te vas a quedar sola, mujé. Relájaste.
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