Inspiraba los amarillos suelos de los bosques en otoño, el atardecer desfalleciente en el piso, caminando entre las hojas de recuerdos sepultados. Uno cubriéndose del otro, como tratando de desaparecer. Acariciado por el viento, revivió entré las hojas húmedas, tu recuerdo. Todavía pintado de los marrones silvestres de tu rostro, los cerezos magullados de tus labios susurrantes, más profundos que el estorbo de mi silencio.
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