A veces el que menos una espera, es el que más cuesta quitarse de la cabeza. Ese que te conquista sin ni siquiera querer hacerlo, pero inevitablemente lo termina haciendo sólo por ser él mismo.

Lo más difícil es que no es una opción por más que quisiera que lo fuera, y por eso mismo intento no pensar en él, porque ya hay alguien más que lo piensa todos los días, o al menos eso espero que haga.

Y cuando creo que lo estoy logrando sacar de mis pensamientos, me da un beso en la frente y así de simple, todo vuelve a comenzar.

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