«Es mejor no esperar nada de nadie y sorprenderse de vez en cuando, que estarse llevando decepciones una y otra vez».

Hasta hace poco vivía con esa frase como mi mantra, porque es totalmente cierta y ayuda a no ilusionarse falsamente a cada rato. Pero me puse a pensar que es tan cierta que en realidad se vuelve bastante triste.

¿En serio nunca voy a tener derecho a ilusionarme con alguien o algo sin sufrir una decepción enorme y luego tener que decir que es «normal», que lo esperaba?

Qué triste vivir en una sociedad en la que no se puede contar con nadie de fijo, que siempre hay que estar esperando el momento de la decepción. Qué triste no poder esperar nada de nadie y sin embargo, uno seguir ahí esperando.

Y sobre todo, qué triste que tenga que seguir siendo mi mantra una frase que no dice nada positivo, que simplemente es una manera de llevar de la mejor forma lo deprimente de la sociedad de hoy, que ya nadie está para nadie, que ahora siempre hay que esperar y prepararse para lo peor.

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