Dios está para ayudarnos, pero la verdad del caso es que hace tiempo creo que quiere eliminarnos, parece jocoso pensarlo, pero la condena de todo creador es que, toda obra se vuelve con prontitud en contra de su creador. Así ocurre, de forma que, si existe un Dios por allí arriba o abajo seguramente está harto de todo lo que se arrastra por los rincones, especialmente cuando ese algo quiere llegar a superarlo.

Tan harto de su creación, como cuando nosotros nos hartamos de dar consejos a otros, esos consejos que no practicamos, pero que nos atrevemos a dar. Siempre ha sido fácil ser maestro del dicho y nunca del hecho.

Entonces, ¿Dios nos odia?

No, solo está aburrido de nosotros, somos una especie de analfabestias espirituales, deseamos pisar el Edén inventado a cambio de nuestras buenas acciones, es decir, conocemos bien el arte del trueque, seguramente algunos preferirían el pago en billetes verdes y no con la vida eterna en el Edén. 

El Edén inventado, de esos aburridos, porque todo lo bueno cansa y al ser humano le gusta cansarse, por esa razón cada dos o tres siglos se cansa de todo, se inventa una guerra, se mata con legítimo derecho a quién más pueda y se vuelve a empezar. De esa calaña es la humanidad, solo  aprecia lo bueno en presencia de lo malo, aprecia la vida en presencia de la muerte, aprecia el amor cuando lo perdió, aprecia la libertad cuando se la quitaron, etc etc. De tal manera que, se apreciaría el Edén si una vez al mes fuera de turismo al infierno.

Así somos los seres humanos, funcionamos por estímulos, por incentivos, a golpes y a fuerza de prueba y error. No hay nada de que quejarse, tan solo falta la estocada y el reinicio.

Dios está para ayudarnos, posiblemente si supiéramos como funcionan sus mecanismos de ayuda, su lanzamiento de probabilidades o lo que sea que haga desde la invisibilidad. Por otro lado, nosotros estamos para ayudarnos a nosotros mismos, la fe puede ser un buen placebo, la fuerza de voluntad el impulso mental y la acción la oración más allá de las palabras, y, a todo esto hay que sumar la probabilidad de  la presencia de Dios. 

Sí, Dios está para ayudarnos, pero créanme cuando digo, que hasta Dios se aburre de un pueblo llorón que se queja de sus líderes, mismos que ellos con libertad colocaron en el sillón presidencial mediante voto popular. Dios está para ayudarnos, pero ante semejante acto de estupidez hasta él prefiere hacerse anónimo, invisible y poco creíble.

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