Así que elijo amarme, no como otras veces sino como una primera vez. Elijo amarme libremente, liberándome de un pasado que por cuestiones de azar tuve que transitar. Sin aferrarme a mis raíces, sin dar la vista atrás. No pretendo olvidar de donde vengo, tampoco renunciar a lo que soy. Más si quiero saber quien soy capaz de ser, que es lo que espera de mi la vida. Se acabaron las opiniones ajenas, solo encontraré cierto sentido en mi voz interna. Que me reprocha todas esas veces que dejé de mirar por mi. Sólo así escribiré una nueva historia para dejar de repetir la misma. Hallaré la valentía que hace un tiempo perdí anteponiendo a ella la misericordia y lo que en cuestiones de la sociedad, es hacer lo correcto. No volveré a renunciar a mi rebeldía que me dicta ir por el camino menos transitado. Echo de menos esa adrenalina que sentía llevando mi alma al límite. Y el placer de hacer esas cosas que todo el mundo creía que no iba a conseguir. Ya no puedo silenciar el rugido que me estaba matando lentamente por no hacerle caso. La vida está apretando diciéndome: «Por ahí no es». Así que no pienso seguir mirando para un lado, porque cuando miro a mi alrededor me preguntó si esto es todo lo que tengo que hacer. No he nacido para una vida normal, común y corriente. Siento que me marchito cuando intento escajar en esos estereotipos que me flajelan. Estoy en la flor de la vida y cada vez mucho más cerca de encontrar mi mejor versión. Quiero llegar a la cúspide y no hablo de riquezas. Hablo de saber que me desgarré el alma en cada milésima de segundo de mi existencia. Quiero temblar más que la muerte el día que le toque llevarme. Quiero salir de mi zona de confort en la cual me siento más muerta que segura. Yo no pertenezco a un trozo de tierra, yo le pertenezco al mundo. Y no me importa quienes me señalen diciendo que así nunca sentaré la cabeza y que nunca tendré nada. Al menos seré una loca llena de vida y feliz sabiendo que nada le pertenece. Pues mi mejor recuerdo y mi mayor tesoro serán mis experiencias vividas y no lo que haya en mi bolsillo. Más quien sabe si partiendo no está la suerte esperando para recibirme. Y tras un trabajo ardúo y febril me premia con recompensas que nunca tuve. Porque la vida es algo tan hermoso por descubrir, que no puedo quedarme con que solo sea un sueño que nunca llegué a cumplir. No pienso resignarme y que mi corazón algún día, cuando mi piel se arrugue, se achique atormentándose de lo que pudo haber sido.

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