

Son las diez, me acerco a la ventana, la penumbra invade la ciudad, miro hacia el norte, imagino a alguien mirando desde su ventana hacia el sur, y le diré…-¡Buenas noches veci!-
La vecina…¡Como olvidarla! si fue parte de mi niñez y mi juventud, cierro los ojos, vuelvo a esos años, estoy en ese lugar,mi otro lugar en el mundo , veo formas, colores, sonidos, una vereda con una hilera de plátanos de gran follaje que llegan a la esquina de San Martín y Matheu, voces de chicos …vienen de la San Martín, la música del parlante de Rodrigo Publicidad invade el barrio, me veo arriba del monopatín celeste que fabricó mi viejo, estoy con pantalones cortos, sigo escuchando voces, subo a mi moto imaginaria, le doy arranque llego a la esquina doblando la curva a gran velocidad y… casi me llevo puesto a un señor mayor de lentes sentado en un sillón plegable, en sus manos tiene la quinta edición de La Razón, y me dice en su mezcla de italo argentino..-¡Madona santa despacio con lo monopatín!- el abuelo de mi vecina,
Llego al lugar donde están las voces, y la veo a ella la vecina, una melena que llega a su hombro, con una bici andando por la bajada que da a la puerta de su casa, una mala maniobra hace que se caiga, se levanta llorando y empieza a darle patadas a la bici, como si la pobre tuviese la culpa, su mama la reta ella levanta la bici y sigue rodando hasta la esquina de Belgrano, yo como un custodio la sigo detrás en mi vehículo por si se volviese a caer.
El tirano del tiempo no perdona, y hace que me borre imágenes y colores de esos años felices, ahora pasó el tiempo, la ausencia del viejo se siente, estoy sentado en el umbral de la casa con mis veintiuno, el monopatín quedo colgado herrumbrándose en el patio y la bici de mi veci, vaya a saber que destino tuvo, entre recuerdos y refugiado en mi soledad veo pasar a una chica de quince, una belleza, que me saluda muy amablemente, su melena ahora llega hasta su espalda …¡Como creció mi veci!. que ganas de hablarle, invitarla caminar o a tomar un helado y porque no a un cine de las cinco de la tarde, que se yo…la intención es estar junto a ella, pero tiene quince la flor de la juventud, le llevo seis… ¡Maldita y puta diferencia de edad! esos 15 se fueron convirtiendo 16-17-18-19 -20….veinte años. No se que me pasó, me deje estar, como dice el refrán …Cocodrilo que se duerme es candidato a cartera, y me convertí en cartera, apareció un intruso…un paracaidista que me sopló mis sueños, mis ilusiones y la vida.
Después me fui del barrio y jamas la volví a ver, supe que se caso y tuvo hijos, eso paso hace mas de cincuenta años…cincuenta…la puta madre que tirano el tiempo, pero el destino que es muy travieso me tendió una trampa, gracias a la tecnología digital volví a ver su foto en la lista de un amigo…¿Sera ella? el nombre el apellido, su mirada, todo coincidía, ¡Si!..era la misma, le escribí y cuando me pidio mas datos mios, me nombro por mi apodo…una catarata de emociones brotaron, imposible evitar que los ojos se humedezcan, era ella …la veci.
Que no daría por subirme a una máquina del tiempo y volver a verla con sus veinte años…lo primero que haría es tocarle el hombro al paracaidista, y con mucha sutileza decirle.-¡Flaco, te equivocaste de barrio, de casa y de timbre…yo la vi primero, así que seguí tu curso… que tenes viento a favor!…
Otra sería la historia por nada del mundo la hubiera dejado ir, me importaría un carajo la diferencia social seguramente le enviaría flores, o tarjetas musicales, invitarla a una disco, y hasta le hubiera escrito en un pasacalle «Veci, por vos…Todo»….
Abro nuevamente los ojos, son las diez de la noche de un viernes del 2024, me acerco a la ventana, miro hacia el norte…imagino un lugar lejos, una ventana y alguien detrás mirando hacia el sudeste, es el momento exacto en que le diré.¡Buenas noches Vecina…que descanses!.
Ruben ielmini
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