Si cantando pudiera responder a tu incógnita
y despejar el sentimiento que guarda y de lo que dice
encarar tu cuerpo furtivo por entre la niebla,
sin llegar a ningún lado habiendo viajado sin descansar
y nadando por aguas turbias y oscuras,
sin nada mas que la compañía de un órgano de bolsillo
afinado en Do
y observar tus piernas para tocar una melodía de blues
al morir la tarde, sin decir ni una sola palabra porque
no solamente basta con entender ni con pensar en
que realmente existe un nuevo día.
Nadie conoce su mismo significado hasta que se muere y su alma transmuta
al lugar en donde no existen los bolsillos para llenarlos de sueños
o de almendras, de esas que se caen al suelo al
ser heridas por el viento.
Es posible que no llegue a existir lo que se denomina
como otra vida, que solamente haya salido el concepto
de los disparates de un loco o
de las alucinaciones de un idiota,
de tu mente irreal.
Ese sonido que viaja desde tus labios a mi cabello y
se regresa a casa al despertar, ya no vacila,
no hace tumulto ni se pone de cara a la pared a llorar
como hacen las niñas buenas,
ha tomado el sentido de la vida,
ha culminado de recorrer el sendero,
ha estudiado y ahora se encuentra desempleado.
No han servido tus esfuerzos por abrumar lo que escribo, ni tampoco
he opacado la mirada que te seduce cuando explotas
en rabia y luego vuelcas tu corazón porque
no quieres tener un altercado que tarde o temprano
se va a remediar al contemplar la primera luna de noviembre,
la que conmemora tu aniversario.
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