Es una locura amar a quien te hiere, una agonía que el alma no merece.
Entregarse a quien solo busca lastimar, es como abrazar un cactus sin pensar.
Pero aún más loco es creer que te ama, cuando su rencor solo busca tu drama. Cegarnos al dolor por un falso querer, es como en una tormenta no saber ver.
Te digo adiós, con el corazón roto, y un «acaso» que aún ronda en mi mente.
Te quiero todavía, lo admito sin sollozo, pero este amor ya no tiene sustento.
Quizás no de olvidarte, mi mente lo jura, pero te digo adiós, mi alma lo murmura.
No sé si me quisiste, no sé si te quise, o tal vez nos quisimos con locura y desmesura.
Este cariño, triste, apasionado y loco, lo sembré en mi alma, solo para tu foco.
No sé si te amé mucho, no sé si te amé poco, pero sí sé que nunca volveré a amar así, ni de un modo tan apoco.
Te digo adiós para toda la vida, aunque toda la vida siga pensando en ti.
Mi corazón, hecho pedazos, te despide, y en la bruma de los recuerdos te confide.
Adiós, amor mío, adiós, mi dulce tormento, que en la soledad te busque mi pensamiento. Quizás algún día, en un futuro incierto, nuestros caminos se crucen en un nuevo puerto.
Pero por ahora, solo me queda el adiós, y la esperanza de sanar mi corazón.
Te llevaré por siempre en mis memorias, con la dulce amargura de nuestras glorias.
JTA.
OPINIONES Y COMENTARIOS