Por ahí dicen que la sangre no es agua. Yo pienso igual y aunque me gustaría mostrar desinterés, estoy del otro lado. Pertenezco al lado qué duele. Al lado qué no entiende. Al que cada decisión le cuesta el doble. Soy rastros de vínculos rotos, que duelen como la primera raspadura de una rodilla. Soy descendiente de un linaje sumiso. Hija del silencio. Soy culpa, prueba y error. Soy el temor de mis ojos y la ansiedad de mi corazón. Soy un eslabón de una cadena infinita, marcada por cada decisión que tomo alguien más. 

Pero también seré quien calme tanta historia. Voy a ser quien le haga frente a tanta sangre espesa, llena de vínculos karmicos. Voy a ser quien rompa lazos con el pasado, quien sane heridas qué no me correspondan. Voy a curar mi estirpe para que todo lo malo se quede donde esta, para que mi futuro no esté marcado por el pasado de alguien más. Para dejar de temblar cuando hablo, para que mi cabeza no tenga que calmar la voz de alguien que no conoce. Voy a desraizar el dolor para que lo que tanto daño me hizo, no sea herencia de nadie. Soy el último eslabón de una cadena oxidada. 

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