Marionetas del destino.
El Despertar
Por la mañana despierto como de costumbre, abro mis ojos despacio, muy despacio, como si mis parpados pesaran mucho, hay un contraste de luces extraño; alguien debió dejar las luces encendidas y la ventana abierta de mi dormitorio, pero ¿quién? estoy solo aquí en mi casa.
Al abrir completamente los ojos, experimento un tremendo susto que casi me hace tirarme de mi cama al piso; ¡estoy despertando en la habitación de la casa donde viví cuando era un niño, es espantosamente real!, todo es exactamente igual, mi cuarto, la vieja ventana de madera, la pared de tierra cubierta con una tosca capa de pintura a base de cal blanca, mi vieja cama de madera con lazos tensados, sobre ellos un colchón de palma trenzada artesanalmente, mi vieja cobija de lana, la cuerda colgada entre dos bigas del techo para hacer función de armario, y lo que es peor, a toda aquella imagen tan real debo agregarle el olor, el exacto olor de cómo debió oler aquella pequeña habitación y de afuera, entrando el olor a cocina de leña, humo suave mezclado con café hirviendo, frijoles friéndose y tortillas al comal. En cualquier circunstancia esta combinación de olores y colores de una habitación de infancia seria fenomenal; pero en mi caso experimento un miedo horrible que me hace caer desmayado de nuevo por algunos minutos, o segundos u horas no lo se.
Y es que anoche regresé a mi casa cansado después de un día de trabajo muy pesado en la empresa en la que desde hace dieciséis años me desempeño; mi esposa me llamó para decirme que llevara algo de cenar para que no cocinara, pues ella pasaría el fin de semana donde sus padres junto a mis dos hijos; así que llevé una pizza, ensalada, soda de naranja y algo duce, un delicioso brownie; ahora que lo pienso, eso debe ser la causa de toda esta locura. Comí abundantemente mientras miraba esa película que debo haber visto 5 veces o más y me quede dormido.
No sé por qué este tiempo atrás he estado muy estresado, si pensándolo bien, mi vida no es del todo mal que digamos, acabo de cumplir 40 años, tengo la profesión que siempre quise, una familia normal, una casa bonita en la capital y aunque trabajo mucho y tengo poco tiempo para mí, estoy tranquilo, por lo que estar soñando con ser niño vez como forma de evadir mi realidad, no tiene sentido; si debo reconocerlo, de mi infancia, esa etapa de mi vida que considero fue perfecta, no tengo muchos recuerdos, excepto por esa foto de mi promoción de bachillerato frente a mi cama en la que uso un traje un par de tallas más grande porque el mío lo llené de fango el día que debía estrenarlo, de hecho, esa curiosidad es la que me hace conservar esa foto.
Además, hoy es viernes y debo presentar algunos proyectos importantes, aunque el realismo de este sueño es increíble, debo seguir con mi vida.
De nuevo estoy despierto, esta vez decido palpar antes de abrir los ojos y extiendo mi mano izquierda para tocar la mesa de noche, y ¡otra vez es igual! mi mano toca la rugosa pared de tierra, abro mis ojos como un rayo, pero ahora el susto fue demasiado y el sobresalto me hizo caer de mi cama al suelo, aquí tirado temblando veo mis viejos zapatos de la escuela, algo de ropa interior sucia, una caja de cartón y, ¡no puede ser, mi pelota de goma! la pelota que me regalo mi abuelo José para mi cumpleaños, con las rayas rojas y azules, que de no haberla visto no recordaría, eso fue hace mucho tiempo, esto se está poniendo demasiado feo, mi miedo es ahora mucho mayor, no sé si gritar o llorar, estoy en estado de shock.
He estado tratando de comprender lo que pasa durante un rato, tal vez cinco o diez minutos he dedicado para calmar mi estado emocional y convencer a mi mente de que esto es una pesadilla demasiado realista, pero no logro sobreponerme a la impresión.
Tirado bajo la cama como estoy, he descubierto otro terrible hecho; yo mido 1.75 metros y peso casi 80 kilogramos, es imposible que sea yo quien está aquí debajo de esta vieja cama cuya altura del suelo no sobrepasa los treinta y cinco centímetros, ¡es imposible, quien diablos soy yo! y esta vez no puedo más y debo llorar; oh mi voz ¡soy un niño, mi voz es la de un niño, un adolescente!, tiemblo de miedo.
Han pasado algunos minutos desde la última vez, desde que descubrí mi voz de púbero y convencido de que esto no es un sueño me decido a salir de mi escondite, tengo miedo, pero aun albergo la esperanza de que esto pronto termine.
Al salir de mi cuarto, reconozco todos los detalles de la casa donde crecí, para mayor sorpresa, nadie de mi familia parece alterado de mi presencia en edad infantil, nada en absoluto, ni mi madre que ocupada en los quehaceres ni siquiera levanta la mirada; ni mi padre que bebe su café con parsimonia, ni mi hermano mayor que come ansioso porque debe salir a su trabajo y al parecer, se le ha hecho tarde; ni mi hermana que no se entera de nada nunca.
Me siento a la mesa en el mismo lugar y mi viejo perro “dólar” está debajo de mi como si yo nunca me hubiera ido de esta casa; ahora recuerdo como lloró cuando me fui a la universidad.
Sentado a la mesa sin poder comer nada y sin comprender lo que me sucede y sin atreverme a preguntar nada dejo caer mi cuerpo sobre la mesa y me abandono en un llanto silencioso que dura por algún tiempo y que debido a que todos se han retirado a sus quehaceres, nadie se percata.
Algún tiempo antes
La empresa para la que trabajo acaba de ganar una licitación millonaria para desarrollar un software para una institución gubernamental, las jefaturas en orden descendente transmiten la presión que un proyecto de esa magnitud genera, más exigencias, horas extra, estrés al límite, en fin….
Mi jefe de proyecto es un tipo insoportable que se la pasa viendo la forma de como desesperar a quien puede, sus observaciones son absurdas y la forma en la que las hace forman una combinación inaguantable. Para variar mi esposa y yo no hemos estado muy bien últimamente, no estoy seguro si ella también está siendo presionada en su trabajo o mi estrés la está desesperando, ¡no tengo idea!, pero llegar a casa buscando descansar y encontrar un ambiente hostil es muy complicado.
–“No me importa si para entregar sus avances mañana, usted no tiene tiempo de dormir, ese no es mi problema, usted sabe las fechas de revisión”, decía el audio que acaba de enviar el jefe de proyecto.
“¿Y tú crees que eres la única persona que tiene problemas en esta casa?, ¿crees que solo yo debo estar pendiente de las cosas de los niños?”, me increpaba mi esposa al tratar de explicarle el porqué de mi estado de ánimo.
Esta semana mi mente ha estado invadida por infinidad de pensamientos absurdos de frustración, estoy reconsiderando todos los aspectos de mi vida y, al hacer un balance creo que soy un fracaso total. Después de más de quince años en la misma empresa, me he hartado de cada cosa que le representa, de los horarios extendidos, de los jefes desconsiderados, de su poca o nula motivación interna y hasta me ofende identificarme con ella. Mi esposa es una mujer que se ha ocupado exageradamente de ella, al punto que su tiempo libre lo ocupa en el gimnasio, la sala de belleza y sus amigas. Mis dos hijos, mi hija Angie, de 15 y mi hijo Dylan, de 17 años han encontrado en sus amigos del colegio un submundo que les permite vivir abstraídos de la realidad de nuestra familia.
Frente a toda esta situación he estado pensando, imaginado, soñando, deseando, volver a aquella edad en la que fui feliz, no tenía preocupaciones y mi único problema era que mi madre no me dejaba jugar al futbol todo lo que hubiera deseado, que me interrumpiera gritando “Hijo venga para la casa o se queda a dormir en la calle”, ¡era tan feliz!
Pensar aquello era la única forma que encontraba para ausentarme de mi realidad, cerraba los ojos y hasta me parecía escuchar la voz de mi mamá, ver la casa vieja donde crecí, el barrio con sus calles polvosas… y así, con los ojos cerrados me dormía y volaba hacia aquel paraíso imaginario.
A veces bajo el efecto de mi alucinación, pensaba ¿Qué pasaría si la vida se pudiera regresar, que haría si volviera a ser niño? definitivamente no estudiaría sistemas informáticos, ni me casaría con Laura, y luego al volver a mi realidad me reía de mí mismo y de mi forma tan inusual de buscar evadir mi realidad, “unos se alcoholizan, otros se drogan y yo recurro a esto, debo estar por enloquecer” pensaba.
Esta situación me ha llevado a niveles extraños, mi salud se está deteriorando y en los últimos días me he dedicado a estar alejado de todo el mundo, me concentro en mi trabajo, me aíslo en mi oficina y al llegar a casa, aprovecho cada minuto libre para divagar, para imaginarme libre de toda esta realidad que, como una carga pesada, ya no puedo soportar. Estoy decidido, si la próxima semana sigo así, tendré que ir al médico o buscar algún tipo de ayuda, esto ya paso del nivel de normalidad.
El próximo fin de semana Laura junto a mis hijos lo pasarán en casa de sus padres, ella también desea alejarse un poco de todo esto.
Aceptando la realidad
Después de desayunar empiezo a darme cuenta de que todo esto es real, que algo debió pasar conmigo, un castigo creo yo, que me ha vuelto a la etapa de mi vida en la que hace solo unos meses deseaba estar, desagraciadamente no tengo la alegría que imaginaba tener, ni encuentro la felicidad que pensaba que tendría si volviera a ser niño.
Ahora mi mente esta atormentada por una doble encrucijada, por un lado, me preocupa mi mundo real, o el que era mi mundo real hasta ayer, mi esposa, mis hijos, mi trabajo, es decir ¿qué ha pasado con todo ello, existen aún, me extrañan? porque yo estoy ahora muy preocupado por ellos. De repente escucho los gritos de mi madre que me recuerda que debo correr a la escuela porque es viernes y mis notas no son de las mejores.
Como si ayer mismo hubiera venido a la escuela, recuerdo cada detalle del camino, cada persona y al llegar a la escuela, mis compañeros no notan ningún cambio, me saludan y hablan como un día normal y lo que es peor, yo recuerdo lo que estudiamos ayer cuando el profesor pregunta. ¡todo esto es más extraño cada vez!
Al regresar a casa por la tarde empiezo a enfrentar un fenómeno extraño, sucede que en mi mente están vivos y reales los recuerdos de mi vida de infancia, a cada lugar que voy, donde sea que pase, puedo asociar ese lugar, evento o persona con recuerdos anteriores, y es imposible que si yo viví esta etapa hace veinticinco años, pueda saber cosas que sucedieron aquí ayer, si se supone que ayer yo estaba viviendo mi vida adulta.
Esto me está generando una confusión muy grande, pues me obliga a creer que siempre he estado aquí, que no crecí, que nunca conocí a Laura, nunca fui a la universidad, nunca tuve a mis hijos Dilan y Angie y nunca fui ese hombre adulto que trabajó para “B&CDevelopment” como desarrollador de software, ¡nunca existí! y ante toda esta lluvia de pensamientos encontrados, no me queda otra alternativa que dormir y esperar que al despertar las cosas tomen otro sentido, aunque ahora no sé cuál sería la solución a mi encrucijada.
Es curioso, hace tres días que desperté confundido, pero ahora estoy cada vez más incluido en esta realidad, aunque no me lo proponga, mi mente está desapareciendo poco a poco como una pintura borrosa, el recuerdo de mi vida adulta, cada vez más me asalta la duda si aquello era real, aunque aún me duele pensar en mi esposa y mis hijos, también me pregunto si estaré llorando por seres imaginarios, luego me siento mal por no ser capaz de recordarles y me afloran lágrimas de tristeza.
Ha pasado casi un mes desde aquel día confuso y ahora estoy casi convencido de que mi supuesta vida de adulto fue un sueño y como tal las imágenes se han ido borrando, mis largos ratos de recordar se han convertido en pequeños flashes esporádicos, ni siquiera esforzándome logro enlazar mis recuerdos de forma consecuente.
Las tardes después de la escuela, ayudo a mis padres con las tareas de la casa, y sobre todo, me las paso jugando futbol con mis amigos en la calle hasta que la luz del día nos lo permite.
Acostados en el suelo mirando al cielo por las noches junto a mis más cercanos amigos, reímos y pensamos en como pasa el tiempo, recordamos cuando íbamos a primaria y nos sentimos felices, no tenemos muchas cosas, pero no nos hacen falta, pues contamos con futbol, las conversaciones con amigos y la luz de la luna, que es todo lo que hace falta para ser feliz.
Viviendo
El año acaba de empezar y la alegría por iniciar una nueva etapa de estudios me tiene entusiasmado, varios de mis amigos del barrio seremos compañeros de clases en educación media, la nueva institución de estudios cuenta con muchos más estudiantes, amplias instalaciones y grandes espacios donde practicar deportes y aunque el nivel escolar será más difícil, estamos encantados de iniciar.
incorporarnos a la vida de estudiante de educación media, con nuevas asignaturas, nuevos profesores y nuevos horarios de estudio con menos espacios para divertirnos, es quizá el único inconveniente de esta nueva etapa de nuestras vidas.
Como cosa curiosa, la vida de adolescente ha empezado a dejarse sentir en mí, he notado un desarrollo físico más acelerado de lo que años atrás, me resulta extraño los cambios de conducta de mis amigos de la infancia, sobre todo Rigo, quien se ha alejado bastante de nosotros y de las noches de futbol, todo porque ahora se pasa la mayor parte del tiempo con su nueva amiga Ana; no niego que esta actitud de nuestro amigo de toda la vida, no deja de molestarnos, en parte porque queda incompleto nuestro equipos de futbol y parte porque en los últimos años de escuela hemos estado siempre juntos.
Un hecho sin precedentes me ocurrió esta semana en el instituto, Mario un compañero de mi sección y con quien no simpatizo mucho, se exaltó en una broma que hiciera, quizás como forma de quedar bien, tomó uno de mis cuadernos que estaba sobre mi mesa en el aula y lo tiró al suelo mientras todos mis compañeros se reían de la escena. En un impulso incontrolable tomé el cuaderno del suelo y con la otra mano le lancé un golpe a la cara que le sangró la nariz, el desparpajo que se armó solo fue disuelto por la presencia del profesor Sánchez, quien nos llevó a ambos a la oficina del director para nuestras respectivas sanciones, por suerte solo nos obligaron a disculparnos y comprometernos a que este incidente se dé por terminado.
Las cosas con Mario no han mejorado, pero de la amenaza de que en cualquier momento podríamos continuar la pelea, no ha pasado nada; creo que de alguna manera me respeta y sabe que no le resultará fácil.
Tres años pasan rápido, este mi último año de educación media, debo decir que mi experiencia no ha sido mal, creé un grupo mayor de amigos, tuve mi primera novia, crecí un par de centímetros, tengo algo de barba, en fin, no estuvo del todo mal.
Lo que más me alegra es que se acerca nuestra graduación y mi padre me ha comprado un traje azul negro muy bonito que no me aguanto las ganas por usar, mis compañeros también tienen listos sus trajes de graduación y casi todos han definido ya sus proyectos a futuro; unos pocos planean ir a la universidad, otros deberán emigrar del país en busca de un futuro mejor y otros, la mayoría buscarán un trabajo para ayudar a sus familias.
En lo personal esto en una sensación agridulce pues mis padres me han dado la facilidad de continuar estudiando la ingeniería de sistemas, que es la carrera que desde niño me gusta, deberé trabajar y estudiar, pero estoy emocionado y, por otro lado, Ingrid mi novia, será una de las personas que emigren, sus tíos le ayudaran para que viaje al extranjero, bien por ella, pero no es algo que me haga sentir muy contento, tampoco a ella.
¡No lo puedo creer!, hoy fue la toma de fotografía de grupo para nuestra graduación, yo me preparé desde la mañana para este importante evento y me vestí con mi traje nuevo, pero ocurrió un incidente que me lleno de vergüenza, caminando orgulloso por la calle que va de mi casa hasta la escuela, cuando estaba cerca, he resbalado en la acera y caí tirado a lo largo en la cuneta llena de agua estancada y maloliente, he pasado un momento bochornoso, y de verdad lloré de rabia al estar solo, no por la caída sino porque mi traje quedó empapado de lodo y yo deseaba lucirlo para esta fotografía, por suerte mi papá tiene un traje azul y aunque es viejo y un par de tallas más grande, logré tomar mi foto de promoción, vaya que será un recuerdo inolvidable.
Dejando la casa
La tarde del último domingo de enero de este año, con una maleta en la mano y una mochila a la espalda, el corazón destrozado y mi mente cargada de sueños me despido de mis padres; no es que ya no vaya a regresar, pero nunca he estado lejos de casa y me aterra el miedo de cómo será la vida en la cuidad, dólar, mi perro, me mira con ojos antropomorfos, tristes y llorosos como si presagiara que la vida para ambos no será igual nunca más. Por ahora, mientras viajo en la parte trasera del carro de mi tío, mi mente parece una tormenta en la que mis sueños de convertirme en el ingeniero que deseo se estrellan contra mis miedos a lo desconocido, la nostalgia por estar lejos de mi familia y mis planes de crecer y ganar dinero para ayudar a mis padres, chocan produciendo rayos que salen de mi cerebro en forma de lágrimas.
Mi nueva habitación está al fondo de la casa de mi tío Arnoldo, es pequeña, pero tiene todo lo necesario para descansar, una cama, una mesa y un pequeño armario, el único punto negativo es que para poder salir o ingresar hay que pasar por toda la casa, pero al menos parece que estaré cómodo.
Cada mañana, a las cinco de la mañana me levanto para darme un baño y alistarme para ir a trabajar; mi trabajo consiste en ayudar a mi tío en la despensa que tiene en el centro de la cuidad, yo me encargo de la bodega, de ordenar y clasificar los productos, preparar pedidos, llevar el registro de los que están próximos a su fecha de caducidad para ponerlos a primera disposición de los vendedores, cosas así; no es difícil, pero tengo una gran responsabilidad.
Por la tarde me cambio de ropa y me dispongo para asistir a mis clases, este primer ciclo llevo todas las materias por la tarde y noche, lo que me permite trabajar durante casi toda la jornada.
La alimentación corre por cuenta de mi tío, por la mañana cuando él llega (Andy el hijo mayor de mi tío y yo llegamos a las 6 y 30 de la mañana para abrir el negocio, mi tío llega como a las 8 y media de la mañana) lleva el desayuno y el almuerzo, lo compra en un comedor cercano; la cena es en casa al regresar de la universidad, aunque muchas veces como algo en los pequeños negocios de comida rápida que están alrededor del campus.
Uno de los momentos que más disfruto, es el sábado por la tarde cuando mi tío nos paga el salario de la semana, en mi caso es poco porque debe descontar del mismo la vivienda, la alimentación y el tiempo que pierdo de trabajar por las tardes para asistir a la universidad; pero mi paga me permite tener disponible para comprar alguna cosa pequeña, comprar folletos y libros, pagar el autobús, ir al cine alguna vez o poder darme alguno que otro gustito, dentro de lo que cabe.
Al final del primer semestre me he adaptado totalmente a la vida en la gran ciudad, a mis responsabilidades en mi trabajo y sobre todo a la vida universitaria, hemos logrado integrar un grupo de amigos, todos estudiantes de sistemas informáticos y nos hemos propuesto llevar siempre las asignaturas juntos para acompañarnos en este proceso. Joel es el chistoso del grupo, siempre busca la forma de hacernos reír y aunque le cuesta las matemáticas más que a nosotros, nos ayudamos siempre; Riquelme es el adinerado, su familia es de recursos abundantes, por lo que siempre es quien pone más dinero a la hora de alguna colecta para comer o pasear, a él no le molesta, pues nuestra compañía lo compensa, Laura es la sexi, la coqueta, aunque es muy bonita, no me simpatiza su actitud de creer que todos los chicos que le hablan lo hacen porque se sienten atraídos a ella, es la menos sociable del grupo; Nancy es la genio, mejor amiga de Laura y una chica de admirable inteligencia, podríamos decir que su delgada figura de test blanca sin mayores atractivos físicos, se ve compensada por su sobrada inteligencia y su humildad al tratar a las demás personas y por ultimo yo.
Los dos semestres del segundo año los hemos pasado juntos, ayudándonos en las tareas, yendo al cine los sábados por la noche o visitando algún fin de semana la casa de Riquelme en el campo, aunque a Laura se le complica las asignaturas numéricas, le ayudamos entre todos para que siga junto a nosotros, a ella parece no importarle que la apoyemos, me disgusta mucho su actitud.
Las visitas a mi casa han sido cada vez menos frecuentes, al principio me hacía mucha falta, luego las tareas me impedían ir cada fin de semana y ahora ya no lo considero una necesidad prioritaria, la vida en la cuidad es mejor, hace unos días vi lo que será una residencial, y me he propuesto tener un día mi casa en ese lugar, está decidido.
Tomando decisiones
El último año de mi carrera como ingeniero de software está corriendo, los dos últimos años pasaron sin mayores novedades, excepto que nuestro grupo de amigos quedo reducido a solo tres, Joel abandonó la carrera y se dedicó a trabajar en un negocio familiar, creo que finalmente las matemáticas le ganaron la partida, Laura se cambió a Mercadeo, quedamos solo 3, los tres mosqueteros, como de cariño nos autonombramos. Para agravar la situación Riquelme y Nancy se enamoraron y pasaron a ser como una sola persona, inseparables; algo de mi le guarda envidia a mi amigo por Nancy, siempre me pareció la mujer perfecta, aunque nunca me atreví a decírselo; a pesar de eso, los quiero mucho ambos.
Como cosa rara la nueva relación de Nancy y Riquelme dejó en el desbalance a Laura, quien por la necesidad de ayuda con las asignaturas numéricas y ante la falta de tiempo de Nancy, ha recurrido a mí, en busca de apoyo; en realidad no me molesta, yo también he quedado fuera de la mayoría de actividades de mis antiguos compañeros, y aunque Laura a veces es incomprensible, me ayuda a no sentirme solo, hoy por ejemplo le ayude con una tarea, ella a cambio me invitó a almorzar, yo no quería aceptar, pero ella no acepta negaciones.
La vida es una cosa muy extraña, este año es el último de mi carrera y estoy muy emocionado por que podré hacer una pasantía el próximo año en una empresa de desarrollo de software en la que trabaja uno de mis profesores, si les parece, nos darían un contrato de trabajo.
El abundante tiempo que he compartido con Laura estos últimos meses, me ha hecho sentir hacia ella una atracción diferente; si bien es cierto que siempre me gustó físicamente, su carácter me parecía repudiable y hasta despreciable, pero dada nuestra nueva y forzada amistad, forzada porque fue por necesidad, las cosas son diferentes, cada espacio de tiempo libre que Laura tiene o yo tengo, programamos actividades para compartir juntos, ella tiene amistades de su carrera, pero el haber tenido un inicio como amigos, quizás le hace sentir más cómoda junto a mí. A veces he pensado que los seres humanos nos movemos en el mundo al sonido de una música inaudible, a un ritmo invisible dirigido por una fuerza desconocida que nos lleva haciendo lo que ella quiera y de la cual no podemos escapar; pero claro, es solo mi forma de explicar cómo hace 3 años conocí a Laura, fuimos amigos, su conducta me pareció repulsiva, ella se alejó de mí y mis amigos, luego por un hecho no planeado, ella se ve relegada de su mejor amiga y busca compañía en un viejo amigo, yo, quien a regañadientes me ofrezco para ayudarla con sus tareas, me acerco más a ella y en esa cercanía termino siendo atraído como un loco por ella, y ahora parece que siempre fuimos el uno para el otro, que nacimos para eso, y que nos conociéramos desde hace muchos años, desde otra vida.
El próximo sábado será mi graduación, todos los pormenores están cubiertos, mis padres harán una pequeña fiesta en casa para celebrar mi logro, mi tío Arnoldo transportará a mi familia desde y hasta mi pueblo, Laura me acompañará con el doble propósito de conocer a mi familia y compartir mi triunfo, después de todo ella se graduará hasta el próximo año por el cambio de carrera.
Junto a Laura hemos pensado hoy en nuestro futuro, yo iniciare mi pasantía en “B&CDevelopment”, la empresa de desarrollo de software donde trabaja mi profesor, nos casaremos después de su graduación, ella trabajará y compraremos una casa aquí en la cuidad capital, hasta hemos pensado como se llamarán nuestro primer hijo, si es niño se llamará Dylan, como el actor que ella admira tanto y si es niña, pues Laura o Angie, en honor a mi madre Angela.
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